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«Apocalipsis Wert», de tertulia en tertulia hasta la manipulación total

Fuentes: valenciaplaza.com

Las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros de los viernes comienzan a parecer la escenificación de una terrorífica liturgia semanal. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría anuncia las principales resoluciones del Consejo de Ministros y luego da pie a los ministros que protagonizan los recortes más llamativos, a fin de que estos den explicaciones. […]

Las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros de los viernes comienzan a parecer la escenificación de una terrorífica liturgia semanal. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría anuncia las principales resoluciones del Consejo de Ministros y luego da pie a los ministros que protagonizan los recortes más llamativos, a fin de que estos den explicaciones. Finalmente, se responde a algunas preguntas de los periodistas. En el camino, el Gobierno se ha dejado (o así lo explican) unos cuantos miles de millones de euros en recortes, en teoría imprescindibles para cuadrar las cifras del déficit.

Según la personalidad de cada ministro, el espectáculo recortador (que es, en cualquier caso, casi siempre apabullante) puede ir por unos derroteros u otros. Algunos acreditan conocimientos más que suficientes respecto de lo que hablan (como el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro); otros muestran mayores dificultades, como la ministra de Sanidad, Ana Mato. Finalmente, Sáenz de Santamaría muestra cierta capacidad didáctica al explicar (y, a menudo, al enmascarar) las medidas adoptadas; por algo Mariano Rajoy la ha puesto al frente de la portavocía del Gobierno, mientras él se mantiene en un segundo plano casi perpetuo.

José Ignacio Wert, el ministro tertuliano

Ningún ministro, sin embargo, puede rivalizar con el titular de Educación y Cultura, José Ignacio Wert. Profesor universitario, Wert hizo ya sus primeros pinitos en política en los primeros años de la democracia, primero en UCD y más adelante en el Partido Demócrata Popular de Óscar Alzaga, coaligado con la Alianza Popular de Manuel Fraga. A partir de 1987, Wert abandonó la política activa y fundó la empresa de sondeos Demoscopia, de la que fue director a lo largo de dieciséis años.

Allí comienza su larga relación con los medios del grupo Prisa, primero como «encuestador de cabecera» y más adelante, una vez Wert abandona la dirección de Demoscopia, como comentarista en El País y, sobre todo, en la Cadena Ser. Nos encontramos, como puede verse, con alguien muy bien relacionado en las altas esferas de la sociedad madrileña, con capacidad para poner una vela al PP y otra a los apoyos mediáticos del PSOE.

Su nombramiento como ministro generó bastante sorpresa en su momento. Y más para un ministerio con tantas competencias, y tan variadas, como este, en sí producto de la fusión de dos ministerios. Pero lo que nadie podía suponer es que el talón de aquiles de José Ignacio Wert iba a ser la interpretación de datos y porcentajes (recordemos que se trata de un especialista en encuestas) y su comunicación pública, aspectos en los que Wert parece sufrir algunos de los defectos de la caricatura del tertuliano radiofónico (interpretar frívola y erróneamente datos según convenga), sin las virtudes que se les suponen (la eficacia comunicativa).

Wert ya saltó a la fama al poco de su llegada al ministerio por esta peculiar manera de justificar sus decisiones. Al anunciar el propósito del Gobierno de eliminar la asignatura «Educación para la Ciudadanía» (aportación del primer mandato de Rodríguez Zapatero) de la educación primaria y segundaria, Wert utilizó citas de un libro sobre «Educación para la Ciudadanía» para demostrar el carácter sectario de esta materia. Un libro… ensayístico, sin ninguna vinculación con los contenidos de Educación para la Ciudadanía.

Este afán de Wert por hacer un uso «creativo» de los datos (en el sentido más riguroso del término: creándolos ad hoc) no fue flor de un día, sino que volvió a aparecer en el Consejo de Ministros de la semana pasada, en el que el ministro anunció una reforma de la Universidad española cuyos trazos fundamentales se fiaban a una «comisión de sabios«. Las líneas maestras de la reforma parecían ir en el sentido de reducir el número de universidades, centros y títulos oficiales.

Para ilustrar el problema, Wert comparó España y sus 72 universidades con las 10 que según el ministro tiene California, estado de EE UU con una población ligeramente inferior a la española. El pequeño problema de esta comparación es que se daba en términos nuevamente creativos: el ministro comparaba el conjunto del sistema universitario español, incluyendo a las universidades privadas, con los diez campus (que en la práctica funcionan como universidades independientes) con que cuenta una de las universidades públicas, la University of California. Si sumásemos todas las universidades californianas, públicas y privadas, el número se acercaría a las 130, el doble que en España.

Afán recaudatorio

Para saber las líneas maestras de esta reforma del sistema universitario tendremos que esperar aún algunos meses, una vez la comisión de sabios nombrada por Wert (entre los que se cuentan antiguos compañeros de fatigas en el Partido Demócrata Popular, como el propio Óscar Alzaga, y también colaboradores del Grupo Prisa) emita su informe. Pero lo que ya tenemos son los primeros recortes, que una vez más testimonian la urgencia del Gobierno por recabar fondos lo antes posible: una subida de las tasas de matrícula en las universidades públicas por la que se autoriza a las comunidades autónomas a cargar en los alumnos entre un 15% y un 25% del coste real. Un ascenso que puede llegar a un promedio del 50% más (unos 600 €) de dinero que pagarán los estudiantes por matricularse en una Universidad pública, y que además aumentaría exponencialmente.

La medida supone un quebranto económico en absoluto menor para muchos ciudadanos. Sobre todo, teniendo en cuenta la letal combinación entre el ascenso de tasas y la reducción de los fondos destinados a becas por parte del Ministerio, en el contexto de fondo de la crisis económica. Un quebranto que resultará progresivamente mayor para los estudiantes que suspendan varias convocatorias, hasta pagar el total del importe de la matrícula. Una «reforma» totalmente regresiva que es más bien el enésimo maquillaje de cuentas a costa de los ciudadanos, en lugar de acometer reformas estructurales de mayor calado.

Pray for… RTVE

El Consejo de Ministros no sólo concretó las medidas de ahorro de 7.000 millones de euros en sanidad y 3.000 en educación, previamente anunciadas al público mediante una surrealista nota de prensa. También confirmó las peores sospechas en materia de control de los medios públicos que ya había dejado deslizar el Gobierno, volviendo al régimen de control partidista de RTVE. Una concepción patrimonial de los medios públicos que desgraciadamente parece injertada en el ADN de los partidos políticos españoles. O, al menos, del partido que actualmente gobierna en España.

En su afán por reducir a la mínima expresión el (en sí minúsculo) legado de los anteriores Gobiernos socialistas, el PP no ha tenido ningún empacho en derribar, en apenas cuatro meses, uno de los aspectos indudablemente más positivos del mismo: una televisión pública con, al menos, apariencia de imparcialidad y pluralismo en los medios informativos. Las excusas de Sáenz de Santamaría, apelando al ahorro de la reducción de consejeros o a la falta de consenso con el PSOE para acordar un nombre, producen sonrojo. El Gobierno no encuentra un consenso con la oposoción, razón por la cual… ¿adopta una medida que eliminará la necesidad del consenso?

Detrás de esta decisión se encuentra la obsesión del PP por controlar el mensaje que llega a los ciudadanos y así condicionar la percepción pública de su gestión gubernamental. Es decir: lo de siempre. Y también, como ya se ha deslizado en abundantes comentarios de medios de comunicación, utilizar RTVE (y las televisiones autonómicas que finalmente sean privatizadas, total o parcialmente) como una nueva herramienta para favorecer a los grupos afines a través de la contratación de programas y directivos.

Afortunadamente, y como compensación por tanto sufrimiento, el Gobierno nos dará el fútbol que tanto ansiamos, anunciando que las radios podrán volver a transmitir desde los campos de fútbol sin necesidad de pagar por la retransmisión. Justo a tiempo para el Barça-Madrid. ¡Eso es tener mano firme y aplicar las reformas necesarias cuando conviene a los ciudadanos!

Guillermo López García es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València.

Fuente:
http://www.valenciaplaza.com/ver/52574/-apocalipsis-wert—de-tertulia-en-tertulia-hasta-la-manipulacion-total.html