Hay un dicho muy sabio que reza: no dejes que lo urgente te impida atender a lo importante. España está sometida a múltiples urgencias. Cada mañana nos despertamos con una nueva mala noticia; cada mañana hay un problema que capear, un desmentido que desmentir, un agujero que rellenar… Todo muy urgente, acuciados como estamos por […]
Hay un dicho muy sabio que reza: no dejes que lo urgente te impida atender a lo importante. España está sometida a múltiples urgencias. Cada mañana nos despertamos con una nueva mala noticia; cada mañana hay un problema que capear, un desmentido que desmentir, un agujero que rellenar… Todo muy urgente, acuciados como estamos por las mafias del capital internacional -ahora denominadas «mercados»- y sus representantes políticos. Pero hay cosas -igualmente urgentes- que ya no parecen urgir. Ejemplos: el incremento constante del desempleo. Otro ejemplo: el tan cacareado diseño del nuevo modelo productivo. Y así podríamos seguir.
Lo del empleo es, ya, poco comprensible. Podría entenderse -de ningún modo justificarse- que en una primera época neoliberales y socioliberales pusieran el acento en la facilitación del despido. A fin de cuentas, conseguir el retroceso de derechos de las clases subalternas está en su ADN. Pero ahora, con el desmesurado problema de la acumulación de deuda, que se ha hecho ya impagable, parecería sensato -incluso a los ojos de los neoliberales- tratar de ahorrarse algo de esos 30.000 millones anuales que van a parar al seguro de desempleo.
Es decir, implementar algún plan capaz de poner, aunque sólo fuera un parche, en esa sangría. Pero no: la actual ministra de Trabajo, la señora Fátima Báñez, parece fiarlo todo a una futura vuelta de tuerca a la reforma laboral para facilitar aún más los despidos, algo que no puede comprenderse desde el sentido común. Dicho en plata: la señora Báñez no se está ganando el sueldo.
Y lo mismo sucede con el señor ministro de Industria, Turismo y unas cuantas cosas más, José Manuel Soria. ¿Dónde está cualquier bosquejo del nuevo «modelo productivo»? ¿Qué se está haciendo para evitar el desmantelamiento acelerado de la pequeña industria española? ¿Tenemos ministro de Industria? Si se lo preguntamos a los mineros, probablemente dirán que no. (Es literalmente asombroso que tras 20 días de huelga, manifestaciones, marchas, etc., el ministro no haya dado la cara, al menos hasta hoy, 20 de junio).
Habrá cosas urgentes, pero estas dos que acabo de citar son, además, verdaderamente importantes. ¿Es que no hay equipos en esos ministerios capaces de estrujarse un pelín las meninges, a ver si se les ocurre algo? ¿O es que el gobierno ya solo contempla el tema de la deuda?
Deuda que, por cierto, es impagable. Vayámonos haciendo a esa idea: la deuda NO se puede pagar. No generamos ingresos para pagarla, y los intereses actuales de la pública están ya alrededor de los 37.000 millones de euros anuales. Y eso sin rescatar capital.
La deuda no se puede pagar, y seguirá sin poderse pagar aunque haya algún modesto crecimiento, que por cierto no se ve en el horizonte, por mucho que Hollande se empeñe en ello (el presidente francés habla de una aportación del Banco Europeo de Inversiones de algo más de cien mil millones para toda Europa, cuando el rescate bancario de España ya estará cerca de los cien mil millones, procedentes de otros fondos, eso sí. Pero la relación de ambas cifras da idea de la magnitud de nuestra tragedia.)
Acostumbrémonos pues a esa idea: la deuda es impagable. Y exijamos ya un puñetero plan de empleo. A ver si en esos ministerios ponen la oreja y se enteran de que están cobrando por algo.
Fuente: El Viejo Topo / 294-295 julio-agosto 2012 / p. 5.