Mariano Rajoy está preparando para el proximo trimestre una auténtica ofensiva. Todo indica que los ultraconservadores en sus políticas antisociales no van a tropezar siquiera con la resistencia de sus opositores… Que el Gabinete ultraconservador de Mariano Rajoy no ha recibido en los últimos seis meses más que embates y varapalos es algo que todo […]
Mariano Rajoy está preparando para el proximo trimestre una auténtica ofensiva. Todo indica que los ultraconservadores en sus políticas antisociales no van a tropezar siquiera con la resistencia de sus opositores…
Que el Gabinete ultraconservador de Mariano Rajoy no ha recibido en los últimos seis meses más que embates y varapalos es algo que todo el mundo parece compartir. Justamente por ello ha extrañado a propios y a extraños la prudencia, casi mojigata, con la que la Ministra de Empleo, Fátima Bañez, anunció a principios de esta semana la caída del paro en 98.853 personas. Unos cavilaron que el sigilo ministerial se debía a que en estas fechas el sector servicios multiplica la demanda de mano de obra, para caer vertiginosamente a partir de octubre.
Sin embargo, hay una singularidad en este caso que no ha pasado desapercibida. Y es que en los últimos 16 años no se había producido una caída en la cifra de desempleados que alcanzara tal envergadura. Estaba claro, no obstante, que el bajón en la estadística del paro no podía obedecer a la «brillante» política laboral de este gabinete conservador. Responde, fundamentalmente, a dos factores: la estacionalidad propia de los meses del verano y el Plan de Pagos a Proveedores. No es otro el secreto. El Presidente y sus ministros lo saben. Como disponen también, secretamente, de las líneas maestras que el Ejecutivo está preparando para los próximos meses estivales.
PROLEGÓMENOS DE UNA OFENSIVA SALVAJE
¿Qué es, pues, lo que ha provocado la insólita y prudente modestia gubernamental? Todo indica que la cautela de Rajoy y de los suyos se debe al hecho de que el próximo 11 de julio el presidente anunciará una nueva tanda de «recortes de impacto», realmente brutales, que acarrearán nada menos que la destrucción de alrededor de 300.000 empleos públicos. El periódico «El Economista» -que expresa en su línea de opinión los intereses de la gran empresa- cita como testimonio de este nuevo y vandálico tajo contra los eslabones sociales mas débiles, a fuentes próximas al propio Ejecutivo ultraconservador. A ello debe sumarse, según el rotativo, la estimación formulada por círculos afines a la Moncloa, de una horquilla de entre 500.000 y 600.000 empleos menos cuando concluya el presente ejercicio. En roman paladino, por si alguno no lo entendiera, se trata de la primera señal de humo que Rajoy transmite a los consorcios europeos, de que aquí nos encontramos todos en plena disposición para pagar hasta el último céntimo de las deudas contraídas por el rescate de «nuestras» fraudulentas entidades bancarias.
Estas poderosas razones son las que según el rotativo aludido, explican la solemne cautela de los integrantes del Ejecutivo a la hora de celebrar los «alentadores» datos sobre el descenso del paro. El ministro Guindos, una suerte de tahur del Missisipi, adelantó su jugada declarando que «lo último que desearía hacer en estos momentos era generar expectativas». Un basto farol de jugador fullero cuando, simultáneamente a su fingida prudencia, ya controlaba las claves de lo que en una semana iba proclamar urbi et orbe su jefe de filas.
Todos las señales parecen indicar que los nuevos ajustes serán anunciados el próximo día 11 en el Congreso de los Diputados, procediéndose a su aprobación en el Consejo de Ministros de viernes 13, fecha fatídica, por cierto, según el imaginario anglosajón de las supersticiones. Ya hace apenas unos días Rajoy dio un toque de atención al expresar su voluntad de «pisar el acelerador», advirtiendo además de que no sólo dedicará la proxima sesión del Congreso a dar cuenta «del debate europeo», sino que hablaría también «de más cosas». Rajoy ha escogido cuidadosamente la fecha para dar a conocer sus «reformas»: principios del verano, marco idóneo para la desmovilización, sobre todo si se tiene en cuenta la predisposición favorable que para ella muestran los sindicatos CCOO y UGT.
En los ámbitos gubernamentales se anuncia una intensísima actividad del gabinete a lo largo de todo este verano. «Van a ser unos meses de mucha actividad», confesó un portavoz del Ejecutivo a algunos medios de prensa. Sin embargo, más que de mera «actividad» lo que Mariano Rajoy está preparando para el proximo trimestre es una auténtica ofensiva. Todo indica que los ultraconservadores en sus política antisociales no van a tropezar siquiera con la resistencia de sus opositores. La izquierda institucional -PSOE e Izquierda Plural- se han conformado con advertir a la ciudadanía de lo que ésta ya conocía de sobras: que las»reformas» previstas son en realidad nuevos recortes. Y la verdad es que para esas alforjas informativas no se necesitaban las instituciones.
Por lo pronto en este país los únicos que parecen haberse tomado en serio la resistencia son los mineros. Para ellos no hay treguas. Ni siquiera en verano. Y es que la minería tiene memoria historica de lo que en cada batalla se está jugando.