Ya pasan de los 40 los días que algunos mineros decidieron encerrarse hasta a 3000 metros de profundidad defendiendo el trabajo, su propia existencia, la de su familia y las de toda la clase obrera del estado español. Más de 40 días bajo tierra. Otros defienden esos mismos derechos en la resistencia a lo largo […]
Ya pasan de los 40 los días que algunos mineros decidieron encerrarse hasta a 3000 metros de profundidad defendiendo el trabajo, su propia existencia, la de su familia y las de toda la clase obrera del estado español. Más de 40 días bajo tierra. Otros defienden esos mismos derechos en la resistencia a lo largo y ancho de la geografía minera. Y aun otros tantos llevan 19 días andando hasta que hoy domingo han cruzado la frontera de la Comunidad madrileña.
Desde Asturias, Castilla y León, Aragón Castilla La Mancha,… la clase obrera viene a cuerpo descubierto, al tiempo que otros defienden sus pueblos y aun unos más nos defienden en las mismas entrañas de la tierra. El gobierno, todos los gobiernos de esas comunidades autónomas los teme, el gobierno, la gobernanta, de la Comunidad de Madrid los teme, todo ese gobierno teme a la clase obrera movilizada, mira para otro lado, y sus periódicos, sus televisiones, sus emisoras de radio, sus periodistas repiten ese silencio o si no callan tildan de terroristas a la clase obrera movilizada, sus amos sienten que están en entredicho, y los lacayos repiten lo que les mandan, sólo hablan en defensa del poder. El periodismo servil recuerda al franquismo.
Los mineros y las mineras vienen paso a paso recordando allí por donde cruzan que solo la clase obrera tiene en su mano la posibilidad de cambiar la realidad, el mundo que nos imponen con toda crueldad. La fuerza de los mineros nos orienta, nos indica quienes son los culpables de la situación que tenemos.
Venir desde tan lejos a buscar al gobierno es por una verdadera razón: el gobierno es cobarde, tiene miedo, no sabe qué decir a la clase trabajadora, porque su discurso siempre ha sido para satisfacer a sus amos, y todos sabemos a quienes entrega el dinero que nos resta.
Los mineros vienen a Madrid sin ocultaciones, a llamar a la puerta de los firmantes de tanta ignominia, y su grito ¡Viva la clase obrera! Nos convoca.
El gobierno se esconde, se hace diminuto, habla por terceros, sus lacayos, para que no se pueda saber en la sociedad que no se atreven a salir a recibirlos.
Los mineros al no salir de las cuencas mineras les hacían lejanos, pero una vez en camino y regando con su voz y su paso al pueblo que escucha lo que hacen es cauce, un cauce más ancho para todos nosotros, su paso consigue aumentar el sentir de justicia de la clase obrera, ya no son «aquellos», no son «los mineros», mineros, mineras, somos toda la clase obrera.
Quienes vienen de tan lejos nos alientan a desafiar a los explotadores, ¿por qué se esconden éstos?. Sus escopeteros son vistos un día tras otro en los vídeos y fotos que circulan por internet asaltando los pueblos mineros, las casas de los mineros, golpeando a los mineros, rompiendo ventanas, puertas, tirando botes de humo dentro de las casas, asaltando los pueblos por la noche, siembran lo contrario de lo que pretenden.
Hablando con uno de los mineros en la entrada a la Comunidad de Madrid me decía que llevando paso a paso 19 días, están dispuestos a seguir combatiendo «el tiempo que haga falta hasta vencer, no importa el camino duro, lo que importa es la ilusión, el coraje y el objetivo, que es claro. El apoyo recibido en todos los sitios por donde hemos pasado es muy grande, nos ha llenado de emoción; al final todos somos mineros. Una mujer ha salido al camino y nos abrazaba y decía llena de moción «no decaigáis, no decaigáis, si vosotros decaéis harán de España lo que quieran». Hay también quien nos decía que eramos héroes, y les decíamos que no se equivoquen, que nos vean como trabajadores, no queremos que mueran nuestras cuencas, no queremos que muera la clase obrera, para eso hace falta que el día 11 seamos muchos miles. La gente en todas partes nos daba comida, nos daban todo lo que tenían, nos querían entregar dinero y les decíamos que no cogemos dinero, nos preguntaban por las cajas de resistencia, y mandábamos a todo el mundo a los delegados sindicales que les indicasen cómo debían hacerlo. El recibimiento en todas partes no ha podido ser más grande, ha sido un recibimiento popular. Quiero recordar que el miércoles hay Huelga General en todas las cuencas. El miércoles día 11, a las 11 de la mañana todos con la minería».
Una minera que me decía que trabajaba «de embarcadora en la mina» me contaba que «en el camino hemos tenido buena comunicación con las familias, con los pueblos, nos hemos ido enterando de cuál era la situación y de la solidaridad que se recibía, además de la que sentíamos por el camino, de cómo se lucha en todas partes, de los compañeros encerrados en las minas, de lo que la policía ha hecho en Pola de Lena, asaltando las casas, rompiendo todo a su paso, deteniendo gente, en Pola, en Ciñera, y luego dicen que somos terroristas, el gobernador civil nos ha llegado a acusar hasta de reutilizar las pelotas que nos tiran con sus fusiles, cuando son de un tamaño que no caben en las lanzaderas, no podemos tirarlas, ellos tiran cuerpo a cuerpo, a las ventanas, a las puertas, a quienes están en la calle lo mismo sean niños que mayores. No tenemos miedo, vamos a seguir luchando por la defensa de la minería y de toda la clase obrera. Nosotros tenemos tradición de lucha y sabemos que solo luchando se gana, y parece que esto puede resultar ya un problema político, hay gente entre ellos mismos que recula y les plantea que lo que han hecho queriendo terminar con la minería es un error y debían rectificar. Nosotros vamos a seguir luchando y os esperamos a todos estos días a nuestro paso por Madrid».
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