Amancio Ortega es el hombre más rico de España y el tercer ricachón del mundo. Su patrimonio -en plena crisis-estafa- se ha incrementado en un 30% en 2011, en apenas un año. ¿Crisis? ¿De qué estamos hablando? El actual presidente ejecutivo de la empresa que Ortega presidía, Inditex, es Pablo Isla. Unos 40 años mal […]
Amancio Ortega es el hombre más rico de España y el tercer ricachón del mundo. Su patrimonio -en plena crisis-estafa- se ha incrementado en un 30% en 2011, en apenas un año. ¿Crisis? ¿De qué estamos hablando?
El actual presidente ejecutivo de la empresa que Ortega presidía, Inditex, es Pablo Isla. Unos 40 años mal contados. En 2011, ingresó unos 20 millones de euros (también mal contados: no es imposible que la cantidad ingresada sea mayor). Trabajando unos 54 años, como va a ser mi caso, con mi salario actual, el de un profesor-catedrático de secundaria con cinco sexenios y 11 trienios, tendría que vivir 9 vidas [1], trabajando en todas ellas ese número de años con el salario que he alcanzado sólo en mis últimos años laborales, para ganar lo que el señor Isla ha ingresado en sólo un año. «La vida sigue igual» cantaba don Julio Iglesias en Benidorm si la memoria ha acuñado bien esa estúpida moneda.
La pregunta es inmediata: ¿cómo es que ZARA -¿les inspiraría el «Also sprach Zarathustra» de Nietzsche?- y sus empresas afines, las fuentes de esos sueldos estratosféricos y de esos patrimonios vomitivos, han obtenido esos resultados? Una parte de la respuesta:
«La compañía había llegado a un acuerdo con el Gobierno para vigilar a sus proveedoras. Zara queda fuera de un pacto contra el trabajo esclavo en Brasil» titula Diagonal [2]. Una campaña de «responsabilidad social corporativa» excluye a la multinacional española del Pacto Nacional contra el trabajo esclavo (PORT) [3], «por haber logrado que un tribunal mantenga a sus proveedoras fuera de la lista negra de trabajo esclavo».
La medida ha sido tomada por la insistencia de la filial brasileña de ZARA en pedir -en plata, en exigir- la inconstitucionalidad de una lista (negra, negrísima) «de proveedores elaborada por el departamento brasileño de Trabajo».
¿Existe o no existe la lucha de clases? ¿Se entienden o no se entienden las geniales y exitosas estrategias de los ejecutivos realmente existentes? Zara-Brasil ha presentado diversas acciones judiciales en este sentido ante un juzgado de lo laboral de Sao Paulo. El tribunal, curiosamente, ha dictado «una medida cautelar por la que las proveedoras de Zara Brasil no se incluirán en la lista negra del trabajo esclavo». De este modo, Zara puede seguir operando como operaba. Como le da la real gana [4]. La vida, insisto con don Iglesias, Julio, por supuesto, sigue igual.
Eso sí, en diciembre de 2011, un mes después de la firma del PORT (el compromiso hablaba de 48 proveedoras de ZARA en territorio brasileño), informa Diagonal, Inditex llegaba un acuerdo con el Gobierno brasileño «por el que se comprometía a invertir en «acciones sociales» 1,4 millones de euros y a controlar las condiciones de trabajo en sus proveedoras».
Las palabras son palabras, sólo palabras en ocasiones, y el viento no sólo agita la cebada sino que se lleva a veces a lugares recónditos las páginas y las firmas de los acuerdos.
Notas:
[1] Con otras comparaciones, 30 podría ser el número de vidas necesarias.
[2] http://www.diagonalperiodico.net/Zara-queda-fuera-de-un-pacto.html
[3] Una campaña de responsabilidad social corporativa suscrita recientemente en Brasil entre la OIT, la Organización Internacional del Trabajo, y diversas empresas, algunas de ellas multinacionales
[4] La decisión, informa Diagonal, llega justo un año después de que las autoridades laborales brasileñas hicieran público que «investigaban a la multinacional española por 52 casos de infracción de las normativas laborales brasileñas». Entre ellas, al menos una proveedora empleaba mano de obra esclava.
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