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¿Porqué las proletarias debemos apoyar y luchar por la despenalización del aborto?

Fuentes: Rebelión

Los embarazos no deseados, son parte de una realidad que afecta a mujeres de todas las clases sociales, sus causas son diversas, y las salidas frente a este problema que amenaza transformar sus vidas, aún más. En los países en los que no está despenalizado el aborto, como en Perú, la presión acechante impuesta por […]


Los embarazos no deseados, son parte de una realidad que afecta a mujeres de todas las clases sociales, sus causas son diversas, y las salidas frente a este problema que amenaza transformar sus vidas, aún más.

En los países en los que no está despenalizado el aborto, como en Perú, la presión acechante impuesta por el Estado y la Iglesia, te obligan a llevar el embarazo, amparados en leyes y códigos que apelan por el interés superior del «concebido». No obstante, no se trata sólo de las leyes que logra imponer el Estado y la Iglesia, sino que ésta imposición se traslada al psisocial de lo que se considera correcto o incorrecto por la familia, amistades, y todo el círculo social al que una mujer pueda recurrir si se le cruza la desafiante idea de interrumpir ese embarazo, es decir, hacerse un aborto.

Si, la mujer, sobreviviendo a esta presión inapelable, logra vencer la ola de prejuicios y sentencias, y decide abortar ¿a dónde podrá recurrir?, ¿dónde encuentra un directorio de los lugares seguros a los que pueda visitar? Empezando, se encontrará aterrada, ha decidido hacerse el aborto, pero la sola idea de no saber a dónde recurrir, y pensar en los riesgos a los que puede exponerse, le afectan, es lógico, entienda o no, que es su derecho y que será una operación sobre una célula que recién se está formando. El aborto está penado en el Perú, la penalización no sólo recae sobre la persona que se lo realice, sino sobre todos aquellos que intervengan en esa decisión; por lo tanto, las organizaciones que luchan por la despenalización, tampoco se encuentran en la libertad de recomendar médicos, o lugares donde realizarse intervenciones, pues serían también penalizadas.

Es en ese momento de incertidumbre, en el que la mujer debe ingresar al mercado de la clandestinidad, dividiendo la historia en dos grandes grupos: las que tienen dinero y conseguirán una clínica privada que les cobrará entre mil a más soles, garantizándoles una intervención segura; y las que no lo tienen, que se expondrán al servicio más económico y por ende más peligroso -que dicho sea de paso puede encontrarse en los anuncios de «atrazo menstrual» pegados en las grandes avenidas, y publicados en el periódico libremente, sin que nadie los fiscalice, dado que las autoridades encargadas, evidenciando su doble moral, guardan silencio y no intervienen (intervenir sería sacar a la luz el tema)-.

Para ambas, la búsqueda será un infortunio. La clandestinidad, convierte en vulnerables a todo el que ingrese en ella, y desprovista de salidas seguras, a aquellas que no posean las suficientes «fichas» para negociar una buena opción.

Repito, el aborto, es un problema que alcanza a todas las mujeres, despenalizarlo, es una lucha que las une y divide desde la posición en que decidan levantar ésta demanda. Las mujeres de ambos grupos, pasan angustia, incertidumbre, miedo. Pero una vez tomada la decisión, sólo las mujeres de uno de los dos grupos tendrán más posibilidades de salir vivas de la sala de operación. Las mujeres pobres, en definitiva, son las que más expuestas están en sufrir las consecuencias de un aborto mal practicado.

Ellas, no sólo se enfrentan a riesgos más altos en el momento de la interrupción, sino que es mucho más difícil tomar esa decisión, ante la ausencia de información sobre derechos sexuales y reproductivos a su alcance1. Asimismo, trayendo a mención al grupo que quiso practicarse un aborto pero no se atrevió2, se tiene que, no sólo es su proyecto de vida el que puede truncarse -más aún si no tienen los medios económicos necesarios- sino que las alternativas a ofrecer cuando nazca su hijo/a, serán también limitadas.

El mundo se divide por la lucha de clases. Todo hecho tiene un trasfondo político, y son, las mujeres proletarias, las encargadas de hacer visible que, la penalización del aborto refuerza la división de clases sociales dentro del sistema capitalista. Cuando una mujer quiere acceder a un aborto, es reprimida por el Estado, la Iglesia, y la Sociedad, quienes juegan el papel de represores sobre una decisión que se limita al propio cuerpo de las mujeres, quienes somos las reprimidas.

Queda claro, pues, que el aborto constituye un problema. Tanto dentro de la lógica liberal, y la constitución de su «Estado Social de Derecho», así como para los socialdemócratas y su entendimiento del «Estado de Bienestar». La lucha por la despenalización del aborto, en ambos regímenes, se puede obtener por medio de una ley que disuelva la penalización, algo que, muchos llaman erróneamente, simple reforma. Si bien es cierto, las y los proletarios no creen en estos tipos de Estado, y mucho menos, en que las reformas contribuyan a la solución del problema femenino; pues saben que la verdadera transformación llegará, una vez hayan logrado desaparecer las condiciones que alimentan al sistema capitalista.

Sin embargo, no se puede estar del todo de acuerdo, con una «verdad lógica, abstracta, y simple», e incluso, mal aplicada. Pensar en que ello sucederá de tal forma, significa permitir que en el largo proceso de liquidación del Estado burgués, las mujeres no tengan acceso a un derecho que involucra la decisión sobre sus cuerpos.

Es por eso que surge la pregunta, ¿Porqué las proletarias, debemos apoyar y luchar por la despenalización del aborto? Muchos compañeros dirán, «se pierde tiempo y esfuerzos, cuando el punto principal es el trabajo por acercarnos a la toma del poder».

Me pregunto, entendiendo que la realidad la asimilamos desde la dialéctica, y que no tenemos claridad de cuántos años nos llevará lograr la organicidad para combatir en unidad al Estado burgués; dejaremos que mientras vamos avanzando ¿violen los derechos básicos de las mujeres?, ¿no es precisamente, en la defensa de los derechos fundamentales, que se va realizando la organicidad que necesita el proletariado para posteriormente ser parte de un partido único? La lucha por la educación, el agua, la tierra, los salarios justos, contra la criminalización de la protesta, entre otras, ¿deben dejarse de lado por el trabajo orgánico para conseguir la sociedad socialista? No lo creo. No es así. Éstas, precisamente son luchas que forman parte del proceso revolucionario, las cuales son impulsadas por gremios, sindicatos, organizaciones de base, y ¿por qué no? feministas proletarias, y/o organizaciones de mujeres.

Reformas dicen, creen que tras la lucha por la despenalización del aborto, las mujeres proletarias traicionamos nuestra ideología de clase, y nos dejamos convencer y vencer por el confuso y sencillo juego de las reformas, las que sabemos muy bien no «reforman» nada respecto al sistema en el que vivimos oprimidas, pero sí, garantizarán en el mediano o largo plazo de lucha contra el sistema, nuestros derecho. ¿Acaso la lucha por la despenalización no es tan importante, urgente y básica como el derecho a la educación, salud, trabajo? Mil mujeres abortan diariamente en Perú, la mitad de este número de abortos, termina en complicaciones, precisamente por las condiciones inseguras en la que se los practica, éste cincuenta por ciento, está expuesta diariamente a la muerte.

¿Porqué entender a ciertas demandas como luchas, y al aborto como simple reforma? Vamos analizando los sesgos que hay detrás de ésta exigencia de parte de ciertos compañeros. El aborto es una necesidad urgente, que debe ser parte de la agenda propia del movimiento de mujeres proletarias en su proceso de organización. Es cierto que, el Estado desde su lógica «social» ha ido promulgando muchas reformas para aliviar la histórica omisión sobre los derechos de las mujeres, las cuales sabemos que no solucionaran el problema, y que incluso algunas de ellas se concentran en el favorecimiento de un sólo grupo de mujeres de la población, como por ejemplo el de las trabajadoras sujetas a un régimen laboral estable, siendo ineficaces para el total de mujeres. Lo expuesto, se menciona dado que despenalizar el aborto, no alcanza si quiera la más mínima comparación con las usuales reformas del Estado burgués, pues lo requerido por el movimiento mujeres será el reconocimiento de un derecho básico de manera urgente, que será beneficioso para todas las mujeres, de todas las clases sociales.

Sobreentendemos que, llegada la Revolución, todo acto opresor que se haya ejecutado en el antiguo régimen liberal, será abolido. Es de ésta forma que en América Latina, una vez triunfó la Revolución Cubana, se legalizó el aborto en 1965, y con subsidio del Estado, pasando a ser considerado como un procedimiento quirúrgico normal. Cuba fue el primer país en América Latina que lo despenalizara.

De igual forma, es importante recordar que el primer país en legalizar el aborto en el mundo fue Rusia, donde después de 1917, año en que el proletariado tomó el poder en la Unión Soviética, se empezó a construir una nueva sociedad socialista, teniendo cambios inmediatos en lo que respecta a los derechos de las mujeres. El aborto se legalizó en 1920, año en que el gobierno soviético emitió un decreto 3 anulando la penalización del aborto; incluso, en los lugares de trabajo se permita que las mujeres se ausentaran por maternidad o por aborto 4 .

La legislación soviética de entonces dio a las mujeres un grado de igualdad y libertad, el cual ni los países capitalistas «democráticos» económicamente más avanzados de hoy, han logrado igualar, pese a su «apertura» de las mujeres al campo del trabajo, pues como se sabe, no basta con la autonomía económica, sino que es fundamental el quiebre con lo cultural, es decir, el quiebre del estereotipo de la mujer dentro de la unidad doméstica, como subordinada y destinada a ser la madre de los nuevos hijos de la «nación».

Ines Armand, Alejandra Kollontai, Rosa Luxemburgo, Nadezhda Krupskaya, Clara Zetkin entre otras, fueron mujeres políticas, comunistas y revolucionarias rusas, que participaron activamente en la creación del movimiento femenino dentro del Partido Comunista Ruso, siendo entre ellas, Alejandra Kollontai quien más escribió sobre los cambios necesarios para las mujeres en la nueva sociedad, analizando en particular el cambio en la moral sexual, entendiendo principalmente, que el origen de las múltiples opresiones que caen sobre las mujeres, derivan de su consideración como propiedad privada dentro de la familia 5 . Por ello, se preocupa en proponer que las políticas que debiera propiciar el nuevo Estado Comunista, respondan a su deslinde con la relación sexual que se les asigna dentro del matrimonio, como madres y esposas. Esto llevaría a romper con la tradición y encierro de las mujeres, los cuales, eran ajenos a los ideales revolucionarios del partido.

Sólo por mencionar algunos de los decretos que se promulgaron en la URSS -contrarios al régimen patriarcal impuesto por muchos estados aún en la actualidad- tenemos que, se estableció el matrimonio civil y se permitió el divorcio a petición de cualquiera de los cónyuges, dándose todas las facilidades para su obtención. En octubre de 1918 se ratificó todo un Código sobre el Matrimonio, la Familia y la Custodia que establecía una nueva doctrina basada en los derechos individuales y la igualdad entre los sexos. Se abolió el matrimonio infantil y la compraventa de mujeres, entre otros.

Los cambios que trajo la revolución en la vida de las mujeres fueron inmediatos, y cambiaron por completo sus rumbos, esas son algunas de las grandes transformaciones que nos asegura la revolución y por lo cual las mujeres proletarias apostamos por la desaparición del sistema capitalista por la toma del poder del proletariado. Sin embargo, reconociendo también el proceso histórico de la revolución, sabemos que son necesarias las luchas de cada organismo que conforma el proletariado, siendo el movimiento de mujeres el encargado de levantar su agenda propia. La despenalización del aborto es una reivindicación como otras y debe ser materia de agitación para lograr organizar a las mujeres en torno a sus derechos sociales, políticos y económicos. Esta lucha no es cualquier lucha. Es por ello que la izquierda y las mujeres proletarias que militan en ella, como opositoras del patriarcado y por ende del capitalismo, están en la obligación de tomar ésta bandera en su agenda propia, auténtica. Ya decía Lenin «La experiencia de todos los movimientos liberadores confirma que el éxito de la revolución depende del grado en que participen las mujeres».

El sistema capitalista nos da la falsa creencia de que las mujeres ahora somos las dueñas de nuestras decisiones de vida, pero en este caso ¿en manos de quién ésta la decisión? no es a caso a manos del Estado y de la Iglesia, quienes bajo esta imposición toman el poder sobre el cuerpo de las mujeres. El sistema capitalista, ha brindado «autonomía económica 6 » a las mujeres, les permite trabajar, recibir remuneraciones, estudiar, entre otras libertades que antes no teníamos, sin embargo, no es sólo con la autonomía económica con lo que se llega la verdadera emancipación de las mujeres, sino con el rompimiento del orden cultural, y este no podrá ser quebrado, si nos siguen imponiendo ser madres, esa es la primera gran transgresión que deben empeñarse en conseguir las mujeres proletarias. No ser más consideradas como objetos continuadores de la especie, sino posicionarse como sujetos dentro del sistema -una unidad con decisión- y sujetos que luchen por la liquidación del Estado burgués.

Es preciso recordar, como se ha mencionado al inicio de este escrito que, la despenalización del aborto, es una demanda que perseguimos todas las mujeres, proletarias y burguesas. La lucha por ésta despenalización, puede hacerse en alianzas, siempre y cuando se respeten nuestras posiciones, ya han hablado de la necesidad de las alianzas tanto Lenin en el Infantilismo de Izquierda, y Marx y Engels en el Manifiesto, así como el Amauta en el 1° de Mayo y el Frente Único, en el que dice » Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente» . No obstante, los argumentos que manejaremos las proletarias para la despenalización no podrán caer en el limitado argumento de «la libertad sexual» que no es más que la libertad burguesa, sino en la libertad que tiene una mujer que se piensa siempre dentro de una colectividad, y piensa en las condiciones materiales que deberá afrontar si decide tener un hijo y no cuenta con los medios socio-económicos necesarios, ¿cuál sería el destino de esos niños y niñas que vendrían al mundo? ¿cuán perjudicial podría ser el posible corte de su proyecto de vida?; razones sociales y económicas que juegan contra las mujeres y que sólo reforzarían su pobreza y opresión. Del mismo modo, han de luchar por el derecho al aborto, porque la decisión sobre la sexualidad de sus cuerpos, no puede estar a manos del Estado y la Iglesia -ello sería avalar al patriarca, que las oprime porque pretende explotarlas- sino sobre ellas mismas.

Son estas, algunas de las razones por las que las mujeres proletarias deben luchar por la despenalización del aborto, nada más propio de una mujer proletaria que levantar su propia agenda, la que es parte de la larga marcha hacia su emancipación.

Notas:

1 Por ejemplo, en relación al uso actual de anticonceptivos modernos en los diferentes niveles económicos, tenemos que, el 56.9% de mujeres del quintil de riqueza superior actualmente unidas utiliza anticoncepción moderna, frente al 42% de las mujeres del quintil más pobre (ENDES, 2011, p. 105) Esto evidencia una marcada diferencia del 15% entre clases sociales, mostrando que las mujeres de nivel socioeconómico más bajo no acceden a métodos anticonceptivos, es decir, se encuentran más expuestas a embarazos no deseados.

2 En el Perú las mujeres más pobres, con menos educación y de sectores más alejados tienen menos acceso a la planificación familiar. Esto se evidencia en la diferencia entre la cantidad de hijos deseados y los que se tienen realmente. En promedio, una mujer sin educación tiene 3.8 hijos, 1.5 más de los que desea. En cambio una mujer con educación superior tiene sólo 0.3 puntos de diferencia entre los hijos que tiene y los que desea (ENDES, 2011, p. 158)

3 El decreto anulando la penalización criminal del aborto, indicaba:

«Mientras los remanentes del pasado y las difíciles condiciones del presente obliguen a algunas mujeres a practicarse el aborto, el Comisariato del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social y el Comisariato del Pueblo para la Justicia consideran inapropiado el uso de medidas penales y por lo tanto, para preservar la salud de las mujeres y proteger la raza contra practicantes ignorantes o ambiciosos, se resuelve:

I. El aborto, la interrupción del embarazo por medios artificiales, se llevará a cabo gratuitamente en los hospitales del estado, donde las mujeres gocen de la máxima seguridad en la operación.»

4 Si bien es cierto el aborto se legaliza en la URSS con Lenin al poder, sin embargo en 1936, Stalin impone una prohibición, la cual se levanta en el año 1955, legalizándose nuevamente el aborto.

5 Engels, desarrolla esto de manera magistral en «El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado». En el que rastrea a través del materialismo histórico, que el poder de decisión que tenían las mujeres es algo que se pierde con la aparición de la propiedad privada. A partir de ello, los individuos, por intermedio de la familia, entendida como base de estructuración de la sociedad, crean su primer espacio de dominación, en el cual, la mujer pasa a ser propiedad de su esposo, perdiendo su poder de decisión.

6 Falsa autonomía económica, porque si bien han ingresado al medio laboral, sus remuneraciones siguen siendo inferiores a las de los varones, les es mucho más difícil encontrar empleo, y la gran mayoría ingresa al mercado informal a falta de posibilidades estables. En el Perú, si bien se ha producido un incremento de la participación económica de las mujeres, las cifras oficiales refieren que al año 2010, el 42,1% de las mujeres que tenían empleo percibían ingresos inferiores a la línea de pobreza, aunando que, la mayor cantidad de mujeres trabajadoras formales se encuentran en cargos administrativos y mal remunerados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.