El oráculo de Delfos… perdón, perdón, de Gas Natural quería decir, habló de nuevo el pasado miércoles 10 de abril. Lo hizo así: «hace poco pensé en irme unos años fuera de España, a 7.000 kilómetros o más, no quería seguir cada día los informativos. Pero no, no lo voy a hacer, me sacrificaré por […]
El oráculo de Delfos… perdón, perdón, de Gas Natural quería decir, habló de nuevo el pasado miércoles 10 de abril. Lo hizo así: «hace poco pensé en irme unos años fuera de España, a 7.000 kilómetros o más, no quería seguir cada día los informativos. Pero no, no lo voy a hacer, me sacrificaré por todos vosotros. Le voy a dar a mi poderosa máquina de pensar y voy a proponer cosas» [1]. El suelo tembló, las paredes enmudecieron, el mundo encajó el golpe. ¡Va a pensar de nuevo! ¡Va a «proponer cosas» la antigua X de los GAL, el responsable político del terrorismo de Estado de los años ochenta, el gran artífice de la permanencia española en la muy afable y admirable Alianza Atlántica! «Regreso al pasado», éste es el titular.
El oráculo intervino, además, durante un almuerzo-coloquio organizado por la «Asociación para la Defensa de la Transición». ¡Para la defensa de la transición! ¿Quiénes forman ese colectivo? ¿Cómo pagan sus almuerzos? ¿Quién les da cobijo? ¿De dónde sus fondos? ¿Reciben alguna ayuda pública? ¿Qué lazos políticos mantienen?
El oráculo está muy preocupado. Más, dice, por el estado de ánimo del país que por la realidad. «El estado de ánimo es muy malo», asegura. ¿La realidad no? ¿Le han hablado del paro, de la agresión a las conquistas sociales, de los nuevos hachazos, del ataque a las pensiones, de la contrarreforma laboral? ¿Vive en la cara privilegiada de Marte? ¿Reside permanentemente en la sala de reuniones del consejo de administración de Gas Natural?
De lo que el oráculo llama «crisis económica», en un nuevo alarde de pensamiento crítico y profundo, su máquina de pensar es poderosa, el oráculo gasístico está seguro de que saldremos. ¿Por qué? No sabe, no responde. Es un oráculo. Eso sí «no está de acuerdo en cómo saldremos». ¿Y eso qué puede significar? En cambio, añade enigmático y dolido, «de la crisis política e institucional ya no estoy tan seguro de que vayamos a salir. Esa crisis galopa hacia una anarquía disolvente». ¡Hacia una anarquía disolvente! ¡Hay que parar a los «anarquistas» como sea! Por ahí no. El oráculo, está probado, rezuma de nuevo sabiduría. De la mejor, de la más rancia.
Y hubo más: «¿Todo el esfuerzo de la Transición se está yendo por el desagüe?», preguntó. Eso si que no, la reacción se impone. Las élites de referencia, añadió, él fue una de ellas y cree torpemente que lo sigue siendo, «han dejado de existir en todos los ámbitos, y sin ellas un país tiene un problema muy serio». Sin gentes como él, el populacho no vamos a parte alguna. Si encima, por si faltara algo, no cuidamos las instituciones como hay que cuidarlas, «podemos entrar en otro momento oscuro de nuestra historia». ¿A qué tiene miedo el oráculo? ¿Han leído alguna vez alguna apología más condensada y sucinta del pensamiento elitista? ¿Han visto alguna declaración pro monárquica más sibilina? ¿Pero no decían las lenguas de doble filo que hay voces en su partido que abogan por una nueva república? Falsos rumores. El oráculo, en todo caso, no va de ese palo. Las corporaciones gasísticas imprimen carácter. En su caso tampoco era muy necesario
Pero faltaba algo, lo esencial al final como los verbos alemanes. Don Felipe Gas Natural mostró al llegar al almuerzo su frontal oposición a los escraches. Su exquisito, pueril y humanísimo argumento es inolvidable: «¿Por qué un niño tiene que aguantar una presión en la puerta de su casa?». ¡El oráculo es también un convencido defensor de la infancia! Eso sí, casi repitiendo las mismas palabras que doña Cospedal, don Pons, doña Santamaría o don Mariano. Son colegas, son también élites. Además, añadió, la movilización contra los desahucios no debe implicar «violencia contra las personas» [2]. ¿Quién ha violentado? ¿Los bancos? ¿Las gentes desesperadas que protestan? Cuando el oráculo habla de niños y se siente tan preocupado por ellos, ¿de qué niños habla? ¿De los hijos e hijas de los desahuciados que fueron expulsados de sus casas para que conocieran la lluvia, el frío, la nieve, así en vivo, en directo, no a través de pantallas?
El oráculo, por supuesto, empezó a hacer funcionar su máquina de pensar. ¡Temblad malditos, temblad! Comprobemos las novedades: hay que abonar las «reformas» con un perfil «pragmático»; hay que vincular los salarios a la productividad; hay que renovar el pacto de la sociedad con la Corona; hay que respaldar la apuesta de su partido, el PSOE, por una reforma constitucional, pero, eso sí, «con sensatez», lo mismo que el giro del modelo territorial hacia el federalismo (¿Qué entenderá el oráculo por federalismo?), etc. ¡Ven como las élites cuando se ponen, se ponen! ¿Puede pensar una máquina oracular que diría Türing? ¡Pues claro! ¿No lo notan?
Es el momento, señaló don Felipe GN, para ir a «una segunda Transición». La primera, apuntó falsariamente, la hizo prácticamente solo Adolfo Suárez. ¡Qué desfachatez! ¡Qué cara doña Engracia! De esta segunda transición no digo ni pío, más allá de los lugares comunes anteriores. ¿La querrá encauzar el Oráculo gasístico?
La guinda, claro está, vino al final de todo. Sobre la magnífica decisión de la Junta de Andalucía de expropiar pisos a los bancos para frenar los desahucios, don González GN cree que es «buena», pero admitió que no ha leído el decreto y que, cuando lo haga, dará su opinión. ¿No ha dado ya su opinión?
Concluyamos: que el «profundo» pensamiento (de rancia derecha) de don Felipe Gas Natural, por no hablar de su praxis, inspirara durante años a un sector importante de la izquierda española, hace pensar que nadie está libre de cometer algún error o incluso alguna barbaridad. Las consecuencias de su notable influencia política-cultural entre sectores desfavorecidos de nuestra sociedad y su fuerte seducción de las clases medias españolas las seguimos sufriendo.
¿Se entiende por qué la socialdemocracia descafeinada alemana le regaló miles y miles de marcos para que montara su chiringuito político prácticamente inexistente (la resistencia silenciosa de Gracia) durante los años de silencio y represión? ¿Se entiende por qué la embajada estadounidense le presionó amablemente para que rompiera toda alianza con el PCE, el gran partido resistente de la lucha antifranquista? ¿Se entiende el origen de aquella preferencia suya por la muerte en el asfalto sobre «el aburrimiento soviético»?
Notas:
[1] Vera Gutiérrez Calvo, «Felipe González «Hay una crisis…», El País, 11 de abril de 2013, p. 19.
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)
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