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La mentira en Madroño City

Fuentes: Noticias de Navarra

Uno de los dueños de Sin City, el senador Roark, le explica al desgraciado de Hartigan un par de cosas sobre su ciudad: «El poder no reside en una placa o una pistola. El poder consiste en mentir, y mentir a lo grande, y conseguir que todo el maldito mundo esté de acuerdo contigo. Una […]

Uno de los dueños de Sin City, el senador Roark, le explica al desgraciado de Hartigan un par de cosas sobre su ciudad: «El poder no reside en una placa o una pistola. El poder consiste en mentir, y mentir a lo grande, y conseguir que todo el maldito mundo esté de acuerdo contigo. Una vez que están de acuerdo con lo que en el fondo saben que no es verdad, los tienes atrapados. Eres su jefe. Puedes darle la vuelta a sus ideas, y te aplaudirán». Así funciona todo en el reino del ladronicio. El senador asegura que en su emporio todos mentirían por él, tendrían que hacerlo, porque, de lo contrario, Sin City se derrumbaría como un castillo de naipes, igual que ocurre en una estafa piramidal.

Soberbia descripción. No es solo el daño material y económico. Su base es la mentira, la gran mentira. Pueden hacer lo que quieran, que los demás mirarán a otro lado. Los obispos criticarán la homosexualidad y el aborto, y así no bajarán a la calle para manifestarse contra la corrupción. Los jueces seguirán con sus acciones en curso, aunque las fiscalías se eximirán de hacer un plan estructurado contra las dietas opacas, las evasiones financieras y los contratos bancarios fraudulentos. La realeza disertará sobre la gran política, mientras se va de caza al extranjero o gestiona operaciones con intermediaciones suizas. Los empresarios conversarán sobre el emprendimiento, al tiempo que casi todas las corporaciones de la bolsa operan en paraísos fiscales. Las organizaciones ensimismadas de los partidos anquilosados estarán demasiado ocupadas en reprimir a sus bases y asegurar su cupo de donaciones como para buscar algún remedio. Los tertulianos evitarán hablar demasiado contra la voz de su amo y nos ofrecerán debates sobre el fútbol, el corazón o las superficialidades del Estado, pero cuando acaben sus diatribas y sus poses de enfado, se irán a cenar juntos y todos tan amigos.

Con acierto cantaba Radio Futura, bajo los ecos de la movida madrileña, que «la mentira es algo que se esconde para no tener que existir». Y no pasa nada, con tal de que consumas, votes y calles. En Madroño City la pútrida mentira es tan grande que, para que a alguien se le llame maestro, tiene que ser un matador de toros, mientras los auténticos profesores e investigadores son arrinconados y despreciados. Por eso, el gobernante de turno tuvo razón cuando declaró que todo es falso, salvo alguna cosa. Con eso dijo una gran verdad sobre su democracia seria y corrupta.

Sin padrinos y sin enchufes, todo es inútil en el monipodio de la Transición y su marca cultural. Todo lo que alguien escriba sobre estos temas acabará en la papelera de Bitoriano Gandiaga. Y si no, que se lo pregunten al escarmentado de Basurde o al mismo Miguel Sánchez-Ostiz, una de las plumas más lúcidas en castellano, quien ha sido ninguneado e ignorado en los pasillos de la corte por escribir contra las pirañas del régimen y su botín.

Y cuidado, mucho cuidado, con que te cuenten alguna verdad, porque entonces también te mienten. Ya lo avisó con astucia el avezado Derrida: se puede mentir incluso diciendo la verdad. Y en esto son unos maestros, o matadores, según la jerga taurina de Madroño City.

Fuente: http://www.noticiasdenavarra.com/2013/07/21/sociedad/la-mentira-en-madrono-city