La sequía que sufrió Siria entre 2006 y 2011 contribuyó a la inestabilidad social previa al estallido de la guerra civil, entre otras casusas de carácter social, político y ambiental. Esta sequía probablemente estuvo causada por el cambio climático. Ecologistas en Acción considera que en la lucha contra el calentamiento global sí debería intervenir la […]
La sequía que sufrió Siria entre 2006 y 2011 contribuyó a la inestabilidad social previa al estallido de la guerra civil, entre otras casusas de carácter social, político y ambiental. Esta sequía probablemente estuvo causada por el cambio climático. Ecologistas en Acción considera que en la lucha contra el calentamiento global sí debería intervenir la comunidad internacional para ayudar a la población siria, además de con ayuda humanitaria, con diálogo político internacional que conduzca a un inmediato alto el fuego o con el desarme regional.
Entre 2006 y 2011, el 60% del territorio sirio sufrió una de las mayores sequías que han azotado la región desde el inicio de la agricultura. A esto se sumó que el régimen sirio estuvo incentivando el cultivo de algodón y trigo en regadío, lo que agotó los acuíferos del subsuelo y las reservas en superficie. Este último proceso fue especialmente intenso entre 2002 y 2008.
Una de las consecuencias de la sequía fue que, en el noroeste del país, alrededor del 75% del campesinado perdió sus cosechas y el 85% del ganado falleció. Esto afectó a alrededor de 1’3 millones de personas. De este modo, la sequía fue un factor clave en el desplazamiento de población desde el campo hacia las ciudades, donde crecieron los núcleos de población empobrecida. Se calcula que este éxodo fue de unas 800.000 personas desde 2010. A esto se sumó que Siria pasó en 2012 de ser un país exportador de petróleo a ser un país importador, con una importante caída en su consumo. Este hecho fortaleció la crisis económica el país y supuso una merma añadida de su capacidad agrícola, fuertemente petro-dependiente.
De este modo, el fuerte empobrecimiento y el desarraigo, sumados en este caso otra serie de problemas políticos y sociales, son causa de un clima de alta tensión que ha favorecido las alternativas violentas para mantener o conseguir el control social. La lógica de la violencia llevada al enfrentamiento polarizado ha derivado en la actual guerra civil incitada por potencias extranjeras.
No se puede afirmar con total seguridad que esta sequía estuviese causada por el calentamiento global, pero este tipo de fenómenos son justo los que predicen los modelos manejados por el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) para esta zona del Mediterráneo.
A partir de este análisis, para Ecologistas en Acción resulta evidente que, frente a la urgencia de la actual situación de crisis en Siria, hemos de recordar la importancia de abordar los problemas de fondo que provocan situaciones de fuerte desigualdad e injusticia social. La solución a la guerra civil no pasa por la intervención militar extranjera (directa o indirecta) apoyando a cualquiera de las partes, sino con garantizar a largo plazo unas condiciones de vida dignas en Siria y con el respeto a los derechos y libertades sociales. Para ello, compromisos de desarme o proyectos de cooperación son necesarios.
La Comunidad Internacional sí puede adoptar un papel proactivo tomando medidas que hagan frente a la urgencia de frenar el cambio climático y su importancia como factor detonante de este conflicto. Se debe exigir a los principales responsables del calentamiento global políticas urgentes y concretas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas políticas pasan, inevitablemente, por una reducción del consumo de energía. A final de año, en la COP (Conference of the Parties) 19 de cambio climático que se celebrará en Varsovia, EEUU y la Unión Europea tendrán una oportunidad para demostrar con hechos que realmente les interesa el bienestar y la paz del pueblo sirio.
Fuente: http://www.ecologistasenaccion.org/article26440.html