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La sustancia y los alrededores de una entronización antidemocrática

Fuentes: Rebelión

Conocemos la historia reciente y su diseño oligárquico. Ley de sucesión del general golpista Francisco Franco. Restauración borbónica. Una constitución, con pistolón cargado apuntando a la sien de la ciudadanía rupturista, que cuela la Monarquía de los Borbones, la ubica por encima del bien y del mal y nos cuenta el cuento del «no toca» […]

Conocemos la historia reciente y su diseño oligárquico. Ley de sucesión del general golpista Francisco Franco. Restauración borbónica. Una constitución, con pistolón cargado apuntando a la sien de la ciudadanía rupturista, que cuela la Monarquía de los Borbones, la ubica por encima del bien y del mal y nos cuenta el cuento del «no toca» cuando toca, con ayudas que no cito por respeto a fallecidos, sobre democracia-no democracia y la inoportunidad del debate Monarquía-República. Falsedades permanentes sobre el 23F, un asunto tan oscurecido como hace 33 años.

Abdicación no deseada y forzada del padre de doña Cristina, la señora de don Urdangarin. Maniobras palaciegas con la ayuda de, entre otros, don Cebrián Global-imperial y don Felipe Gas Natural Endesa. Unión sagrada de todos los pilares del Régimen (el PSOE, salvo alguna excepción, en posición de firmes) como si fueran un solo, fornido y monárquico hombre. Final de acto: coronación de don Felipe, el VI nada menos. Normalidad «constitucional» gatopardiana. No pasa nada, todo seguirá igual. No es Julio Iglesias quien canta, es nada menos que doña Sofía, toda una profesional del género, quien nos lo ha recordado.

Por lo demás, una nota marginal que conviene no olvidar. «Las Fuerzas Armadas… garantizan la unidad e independencia de la Patria, la integridad de sus territorios, la seguridad nacional y la defensa del orden institucional». ¿En que están pensando con ligeros cambios? ¿En el artículo 9 de la Constitución de 1978? Se equivocan de poco: es el artículo 37 de la franquista Ley Orgánica del Estado de 1967. ¿En qué normas se inspiraron, en algunos casos, algunos de nuestros «constituyentes», alojados en ocasiones en los despachos del Estado Mayor del Ejército de aquellos años?

Los alrededores que estamos viviendo estos días de la estrategia oligárquica-borbónica no son menos interesantes.

Varias chapuzas jurídicas. En el Senado por ejemplo.

Nadie ha explicado la abdicación de un Rey que, como es obvio y sabido, no tenía ningún deseo de abdicar. ¡De eso nada, monada, nos dijo en varias ocasiones!

El ex Rey seguirá siendo capitán general de las fuerzas Armadas y prácticamente inviolable, como hasta ahora (el poder Judicial ya ha hablado: menos aforados, pero inclusión del ex Rey Borbón). Habrá, pues, dos ciudadanos por encima de las leyes (de hecho, muchos más: Botín, González, don Floretino, don Millet, etc etc), hagan lo que hagan, obren como obren. A ellos no les tose nadie.

La portada censurada de El Jueves. Un asunto de opereta borbónica.

Prohibición de un referéndum, aunque fuera consultivo, sobre la forma de Estado.

Prohibición antidemocrática de las manifestaciones republicanas el día 19 de junio. ¡Son rojos y republicanos y acaso masones! Como en los viejos tiempos.

La ciudad resistente, la admirable ciudad de Enrique Ruano y Manuel Sacristán, ocupada por la policía.

Don Fainé haciendo declaraciones a favor del futuro Rey y del nuevo pacto entre España y Cataluña.

Unos 6.000 agentes policiales impondrán-cuidarán la jura de Felipe VI. Incluidos 860 guardias civiles, 78 miembros de los GEO y 2.100 antidisturbios. La España negra de don Antonio Machado, uno de nuestros grandes republicanos (¿Se imaginan qué haría en un día como hoy?)

2.000 miembros de las oligarquías y élites del país de países (Miquel Roca no excluido, aunque sí la infanta por él defendida, no luce bien ahora) invitados a la ceremonia monárquica, con presencia, según parece de líderes sindicales, parte sustancial de este Régimen imposible, nos guste o no, queramos o no queramos aceptarlo.

La última, por si faltara algo pero altamente significativa: la televisión pública se queda fuera del Congreso. La señal institucional de la proclamación (provisional) de Felipe VI el brevísimo será producida por una filial de la gran corporación española, Telefónica, una de las empresas más próximas a la familia Real en su conjunta (piensen en los destinos de Urdangarin, por ejemplo, y la «amistad» Al(i)erta-Juan Carlos I).

Huele mal. Los malos olores no vienen esta vez de Dinamarca.

No se saldrán con la suya. No podrán, nosotros sí podemos.

Les recuerdo el Erich Fried de «Cien poemas apátridas», «EN LA CAPITAL» concretamente, un poema que gustaba mucho decir, leer y oír al filósofo republicano Francisco Fernández Buey.

«¿Quién manda aquí?»

pregunté

Me dijeron:

«El pueblo naturalmente»

Dije yo:

«Naturalmente el pueblo

pero, ¿quién

manda realmente?»

¿Y aquí quién manda? ¡El soberano obviamente! ¿Quién si no? Es decir, el pueblo soberano.

¡A la calle, pues, ya que es hora, nuestra hora, de pasearnos a cuerpo! Anunciamos y queremos algo nuevo, algo que no tiene nada que ver con oligarquías, Borbones, realezas, élites, entronizaciones, diseños y procesos antidemocráticos y antipopulares.

Felipe VI será conocido en los libros de Historia como el rey Breve. Sin apenas meses de mandato. De nosotros depende: crónica de una elemental predicción deseada y anunciada.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.