Los tentáculos de Telefónica-Movistar son inescrutables. Y no me refiero solo a las participaciones de sus accionistas, como el BBVA o La Caixa, o a los estrechos vínculos con el poder político, y sus «representantes» en el consejo de administración, sino al «ejército» de trabajadores con el que cuenta. En el Estado español, la empresa […]
Los tentáculos de Telefónica-Movistar son inescrutables. Y no me refiero solo a las participaciones de sus accionistas, como el BBVA o La Caixa, o a los estrechos vínculos con el poder político, y sus «representantes» en el consejo de administración, sino al «ejército» de trabajadores con el que cuenta. En el Estado español, la empresa afirma tener contratadas a 20 mil personas. La realidad es que 100 mil más trabajan para la compañía, en la sombra, a través de empresas subcontratadas. O lo que es lo mismo en condiciones de mayor precariedad. Hoy, en una huelga histórica, trabajadores en plantilla y subcontratados plantan cara conjuntamente a la multinacional.
Divide et impera, divide y vencerás, decía, según parece, Julio César. Telefónica-Movistar así lo ha hecho, dividiendo a sus trabajadores hasta el infinito: empleados fijos en plantilla, otros en empresas proveedoras de telemarketing como Atento o en múltiples contratas de operaciones y mantenimiento como Cotronic, Elecnor, Abentel, Itete, Cobra…, quienes a su vez subcontratan a otros, algunos más como «falsos autónomos». Todos rindiendo cuentas al final a la misma compañía: Telefónica-Movistar. Su «enemigo», en cambio, ya no es la multinacional, sino ese trabajador precario que le puede quitar el empleo y, en consecuencia, su salario. Sin embargo, la ofensiva de la empresa ha topado, muy a su pesar, con una resistencia inesperada, la de un puñado de sindicalistas incombustibles, que llevan años en la batalla, capaces de convertir la adversidad en una oportunidad única.
Así, este lunes, 30 de junio, en una jornada sin precedentes, empleados de la provincia de Barcelona de Telefónica-Movistar y de sus empresas subcontratadas de operaciones y mantenimiento, un total de cuatro mil trabajadores, están llamados a la huelga. Sus principales demandas son: que se limite la subcontratación, y en caso de darse que no sea en condiciones laborales inferiores; que subcontratados y autónomos pasen a formar parte de las plantillas de las contratas, pues de facto ya trabajan para ellas; que se subrogue automáticamente el personal si la compañía cambia de contrata en una misma área, así los trabajadores podrán conservar el puesto; y que cuando un trabajador gane un juicio por despido pueda elegir entre ser indemnizado o recuperar su empleo, ahora si a la empresa no le interesa no le permite volver al trabajo.
El detonante de esta rebelión fue la lucha de la plantilla de Cotronic, una de las empresas contratadas por Telefónica-Movistar para instalar y reparar sus líneas, y que desde 2011 ha despedido al 50% de sus trabajadores, para sustituirlos gradualmente por «falsos autónomos», y precarizar así aún más sus condiciones laborales. Ante esta situación, tres jornadas de huelga fueron convocadas, el 29 de abril, con un seguimiento del 90%, y el 29 y 30 de mayo, con una participación del 60%. Sin embargo, la empresa no se sentó a negociar. ¿Por qué? Por el alto número de personas subcontratadas como «falsos autónomos», más de un centenar sobre los 85 en plantilla, y que se posicionaban al margen de la huelga. Ya podía haber 85 trabajadores «de brazos cruzados», que cien más realizarían su trabajo. Esta situación llevó a reflexionar al comité de empresa de Cotronic, al de la compañía principal Telefónica-Movistar y a los de otras contratas. El reto estaba en extender el conflicto y golpear juntas. Así, lo han hecho.
Los trabajadores de Telefónica-Movistar lo tienen claro: compartida, la lucha es más. Hoy, nos lo demuestran.
Fuente original: http://blogs.publico.es/