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Podemos, la izquierda y las alianzas

Fuentes: Rebelión

El gobierno es solo una parte del poder. En las sociedades complejas y con sistemas políticos multipartidistas son más bien raras las ocasiones en que, como en el caso de España en estos momentos, un partido político se alza con una mayoría absoluta que le permite gobernar con suficiente libertad como para imponer con relativa […]

El gobierno es solo una parte del poder.

En las sociedades complejas y con sistemas políticos multipartidistas son más bien raras las ocasiones en que, como en el caso de España en estos momentos, un partido político se alza con una mayoría absoluta que le permite gobernar con suficiente libertad como para imponer con relativa facilidad su programa electoral. Incluso en esos casos los gobiernos mayoritarios saben que existen fuerzas sociales y económicas capaces de oponerse desde la sociedad civil a su programa y dificultar en diversos grados el despliegue de la fuerza política obtenida en las urnas.

Si estas dificultades las han conocido, por ejemplo, gobiernos conservadores que han ensayado la ruptura de consensos sociales establecidos para implementar programas neoliberales, dichas dificultades se han hecho mucho más importantes cuando han sido partidos políticos de izquierdas o socialdemócratas los que han intentado llevar a la práctica programas de transformación económica y social que han chocado con los grandes poderes fácticos nacionales e internacionales.

Solo por poner dos ejemplos históricos que ilustren estas dificultades nos podemos referir dentro de Europa al caso del partido conservador inglés con Margaret Thatcher y al caso del gobierno socialista francés con François Mitterrand. En el primer caso nos estamos refiriendo a un sistema bipartidista imperfecto más que a uno multipartidista, en el segundo caso a uno multipartidista y semipresidencialista.

Margaret Thatcher fue la abanderada, junto a Ronald Reagan, del despliegue del neoliberalismo en el mundo, para ello contaba con una mayoría en el gobierno obtenida en 1979 y una implacable voluntad política para hacer saltar los consensos sociales existentes en la sociedad británica. En su primer gobierno se encontró con la oposición de los sindicatos británicos, que se opusieron firmemente a sus políticas neoliberales y por ello los avances de este primer gobierno en su programa neoliberal no se desarrollaron a fondo. La dama de hierro necesitó la victoria obtenida en la guerra de las Malvinas y la ola nacionalista que la encumbró a la popularidad para adelantar las elecciones en 1983, reforzar su mayoría absoluta y, así, poder vencer la resistencia sindical, derrotando a los sindicatos mineros en la gran huelga de 1984-85, y desplegar totalmente el neoliberalismo en Gran Bretaña. Un caso similar fue el ocurrido con la reforma de las pensiones de Sarkozy en 2010, que encontró una férrea resistencia sindical apoyada en un ciclo de huelgas generales que solo logró vencer cuando aprobó su reforma en el parlamento y el senado.

Los ejemplos de gobiernos socialdemócratas o de izquierdas que, después de vencer en las elecciones, encontraron una sólida oposición de las fuerzas sociales y económicas del stablishment, nacionales o internacionales, a sus programas y que terminaron cediendo ante ellas son aún más numerosos. El ejemplo del gobierno Mitterrand, con la inclusión de ministros comunistas, formado con la victoria electoral de 1981 es uno de los más claros al respecto. En sus primeros meses de gobierno aplicó un programa de reformas sociales progresistas y una política de nacionalización de grandes empresas y bancos, lo que desencadenó rápidamente las resistencias de los poderes fácticos económicos – ejemplarizada en la masiva fuga de capitales, la huelga de inversiones, el alza de precios y los ataques especulativos internacionales – que llevaron a la paralización de la economía y, finalmente, a que el gobierno socialista diese un giro total para revertir las reformas aplicadas y aplicar políticas monetarias duras y de reducción del Estado de Bienestar. Recientemente vimos otro ejemplo en el desarrollo de la crisis en Grecia, como un tímido intento de oposición de los socialistas griegos a las imposiciones de la troika, con el intento de convocatoria de un referéndum por Papandreu, fue rápidamente sofocado por la presión de los grandes poderes europeos.

Estos ejemplos ilustran las resistencias sociales y económicas que se ponen en juego más allá de las victorias electorales, y la distinta capacidad para vencerlas según se trate de gobiernos conservadores o socialdemócratas. Estos últimos tienden a ceder más fácilmente a las presiones de los poderes económicos. En los casos de máximo enfrentamiento, cuando los gobiernos lo detentan auténticas fuerzas de izquierda, defensoras de las clases populares y con programas de transformaciones profundas, las resistencias de las fuerzas burguesas pueden llegar a medidas extremas como los golpes de Estado, tal como se llevó a cabo exitosamente en el Chile de Allende o se saldó con un fracaso en la Venezuela actual.

Es por estas razones que un proyecto de izquierdas que quiera implementar un programa a favor de las clases populares necesita establecer no solamente una política de alianzas políticas que le asegure una sólida posición política sino además, y especialmente, una amplia alianza social, un bloque social de cambio, capaz de sostener las decisiones de un gobierno de izquierdas ante las presiones y resistencias que, como ha demostrado la historia, se van a oponer de manera contundente a la plasmación del programa de gobierno.

La nueva situación abierta con la irrupción de Podemos.

Ahora intentaremos aplicar estas enseñanzas al ciclo político y social que se ha abierto con las elecciones europeas de este año y los cambios que están teniendo lugar en la izquierda con la irrupción de Podemos. Tendremos en cuenta también para ello algunos ejemplos recientes de comportamientos de fuerzas políticas en el panorama internacional que están intentando llevar a cabo transformaciones socioeconómicas a favor de las clases populares.

En España existe desde la transición a la democracia un bipartidismo imperfecto entre una fuerza conservadora (UCD primero, luego el PP) y el PSOE, y donde el principal partido a la izquierda (PCE primero, luego IU) siempre ha sido una fuerza minoritaria, incapaz de alterar esta situación. En la estrategia política de la izquierda existe el objetivo de crear ese necesario bloque social de cambio, pero sus resultados no han sido exitosos, como por otra parte es la situación general de la izquierda en los países capitalistas, sobre todo desde la debacle del socialismo real. IU ha buscado a nivel político el establecimiento de alianzas con partidos minoritarios que no han sido capaces de alterar la correlación de fuerzas a nivel electoral. A nivel de alianzas de gobierno, estatal, municipales o autonómicas, su interlocutor principal ha sido el PSOE, siempre en unas difíciles relaciones con un partido que se deslizó claramente hacia el atlantismo y el social-liberalismoii.

Tras el ciclo de protestas y movilizaciones abierto en la última etapa del gobierno Zapatero y, especialmente, durante el gobierno de Rajoy las expectativas electorales de IU habían empezado a crecer de manera importante, de hecho en las elecciones europeas su representación se multiplico por tres respecto a los resultados anteriores, pero no se podía contemplar una situación como la de Grecia. Ni la socialdemocracia se hundía tal como ocurrió en el país heleno – como mucho se detectaba un retroceso del PSOE después de la derrota en 2011 – ni IU parecía que pudiese, en consecuencia, optar a un resultado como el de Syriza. Parecía abrirse un panorama con un PSOE más debilitado e IU más reforzada en el cual quizás podría establecerse algún tipo de acuerdo para un gobierno progresista que desplazase al del PP en noviembre de 2015, se trataba en cualquier caso de una posibilidad plagada de dificultades.

Sin embargo, la irrupción con fuerza de Podemos en las elecciones europeas y las expectativas crecientes de apoyo electoral que detectan las diferentes encuestas cambiaron totalmente el panorama de la izquierda y el posible escenario de alianzas.

En el discurso con el que crece Podemos, a costa especialmente de IU y el PSOE, este último partido aparece claramente como uno de los enemigos a batir – la «casta» política – y, por tanto, en teoría, queda totalmente descalificado como potencial futuro aliado a cualquier nivel de gobierno. Por otra parte, el retroceso de IU, debido al tirón de Podemos, la devalúa mucho en su papel de posible aliado imprescindible, salvo puntualmente en algún lugar concreto.

Así, de manera paradójica, la perspectiva que se abre de cara a un desplazamiento del PP del gobierno central y una reversión de sus políticas antisociales podría haber empeorado con la irrupción de Podemos y su política de dar un giro total a la situación política y social en España. Su apuesta de salida es muy alta, no solo se trata del objetivo anterior, sino de acabar con el bipartidismo y el «régimen del 78», formando un gobierno para aplicar su programa. Esto ha supuesto la creación de un ambiente de ilusión en una parte importante de los ciudadanos, que se ha traducido en el fuerte tirón electoral del nuevo partido, pero, por otra parte, salvo que Podemos alcanzase una mayoría absoluta no habría manera de desplazar al PP.

Algunos ejemplos de fuerzas de cambio y el problema de las alianzas.

Para mayor claridad vamos a analizar tres ejemplos recientes en el panorama internacional de fuerzas novedosas de cambio y sus resultados para ilustrar las posibilidades en que puede desembocar la situación creada por Podemos. Estos tres ejemplos se sitúan en Ecuador. Grecia e Italia.

En Ecuador un poderoso movimiento social nucleado en torno al movimiento indígena y su expresión política, Pachakutik, había dominado antes de 2006, y durante una década, la lucha contra el neoliberalismo, provocando con sus potentes movilizaciones las dos primeras renuncias de presidentes, pero a mediados de la década del 2000 sus diferentes errores le habían llevado a ceder el protagonismo a una revolución ciudadana en medio de un enorme desprestigio de todo el sistema político.

Pachakutik perdió su papel como principal referente de los movimientos sociales y de la izquierda, y esa situación fue aprovechada por el nuevo líder de extracción urbana que hegemonizó la política en Ecuador a partir de 2006, Rafael Correa, que también levantó las banderas anti-partidos y anti-neoliberales de la izquierda y se apoyó en la revolución ciudadana para alcanzar el poder e iniciar el ciclo de cambios en Ecuador. Para ello se creó un nuevo movimiento político en su apoyo, la Alianza País (AP), movimiento heterogéneo que englobaba desde sectores de centro-derecha a militantes de izquierda, pasando sectores de la iglesia y el ecologismo. La victoria de Correa en 2006 también fue debida al apoyo popular frente al candidato rival de la derecha oligárquica.

¿Cuál fue la estrategia seguida por la Alianza País que apoyaba a Rafael Correa? «Los ideólogos de AP privilegiaron antes que la construcción de un frente amplio o de una coalición de movimientos y partidos, la formación de una estructura de acumulación política propia y diferenciada de aquellos […] AP puso en marcha, en efecto, los denominados comités ciudadanos locales o familiares. […] La articulación con partidos y movimientos de mayor trayectoria organizativa fue siempre vista como innecesaria y potencialmente conflictiva».iii

Su discurso antisistema y su estilo de gobierno personal le permitieron a Rafael Correa obtener un fuerte apoyo para ganar el referéndum sobre la asamblea constituyente y, luego, una mayoría en ésta, revalidando las victorias de Alianza País en las elecciones posteriores, aunque con menos apoyos.

En Italia, con el trasfondo de un escenario de profundo descredito y degradación de la política oficial y del sistema de partidos va a aparecer, en 2009, el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grilloiv que se convirtió en el partido más votado en las elecciones parlamentarias de 2013 con más de 8,5 millones de votos.

Pero este partido que se presenta a sí mismo como una fuerza política anti-partido no tiene relación con ningún movimiento social, es fruto de unas condiciones concretas que se dan en Italia, que son comunes con otros países de su entorno, como los efectos sociales de la crisis económica y la degradación de la vida política democrática, pero que en Italia esta última se vive de manera más intensa por razones internas que se encuentran tanto en la época anterior al proceso de Manos Limpias, que acabó con el sistema de partidos establecido hasta entonces, como con la época de dominio del político-empresario Berlusconi

El crecimiento electoral del Movimiento 5 Estrellas empezó modestamente en las elecciones regionales y municipales de 2010, luego se aceleró, y en 2013 se convirtió en el partido más votado en las elecciones parlamentarias, pero el caudal de votos y escaños cosechados (109 diputados y 59 senadores) no sirvió para mucho, pues los ataques virulentos contra todo el arco partidista le impidió alcanzar la única alianza posible con el PD para gobernar o condicionar su gobierno, y el Movimiento 5 Estrellas permaneció aislado con sus críticas que arreciaron frente al acuerdo gubernamental entre el PD y el Pueblo de la Libertad de Berlusconi. Un año después, en las elecciones europeas, el partido anti-partido de Grillo quedó en segundo lugar perdiendo 3 millones de votos, con la impresión de que comenzaba su reflujo cuando la crítica de su primera etapa tuvo que ceder el paso, con el peso institucional alcanzado en las elecciones, a las acciones concretas de cambio.

Por último, tenemos el caso de Grecia. Para explicar el éxito alcanzado por Syriza hay que remontarse al antecedente de la creación en 1992 del partido que sería luego el núcleo de esta coalición, Synáspismos, fundamentalmente una escisión de orientación eurocomunista del ortodoxo partido comunista griego KKE. Una cuestión que caracteriza a Syriza es la inusual coalición entre partidos moderados, como Synáspimos, con otra docena de partidos, algunos de ellos de extrema izquierda. Ello suponía una clara voluntad de superar los viejos dogmatismos que suelen dividir a la izquierda.

Sus primeros resultados electorales fueron muy modestos. Su oportunidad política se presentó con la decepción de la clase obrera y demás clases populares con el gobierno socialista del PASOK que, una vez alcanzado el poder en plena crisis económica, traicionó sus promesas electorales y se alineó con las exigencias de austeridad de la troika, profundizando la situación de paro y pobreza de las clases populares. En esta situación Syriza consiguió presentarse con su programa político como la expresión política de los intereses de todas las capas griegas que se movilizaron intensamente contra las duras medidas de austeridad. Syriza se adaptó al proceso de intensas movilizaciones para servir de instrumento político al movimiento obrero y popular, y con su fórmula de unidad ha conseguido situarse como el segundo partido más votadov y como una auténtica alternativa de gobierno en Grecia.

Pero con una socialdemocracia entregada totalmente a los dictados de la troika y formando alianza de gobierno con la derecha conservadora, y un partido comunista (KKE) dogmático que rechaza la alianza con Syriza, la situación de este último partido es de claro aislamiento político. Su única posibilidad de acceder al gobierno y aplicar su programa pasa por la obtención de una mayoría electoral absoluta. Su crecimiento ha sido espectacular, pero necesita aún más para no verse relegado definitivamente a un papel de oposición crítica sin capacidad de cambio.

Vemos, pues, tres situaciones muy diferentes, una exitosa, la de Ecuador, y las otras dos bloqueadas por el momento. Entre estas dos últimas, también podemos observar el inicio del retroceso en el caso italiano, cuando tras alcanzar un éxito electoral espectacular se dilapida la posibilidad de formar gobierno o, al menos, condicionarle. En Italia, al menos, el Movimiento 5 Estrellas pudo, pero lo rechazó, buscar una alianza con el socialdemócrata PD; en Grecia, Syriza no tuvo esa oportunidad, como tampoco con los comunistas del KKE. En ambos casos continúan en el poder los mismos viejos partidos y las mismas políticas aplicadas desde el gobierno. El riesgo de una situación de bloqueo de una fuerza política que se presenta con la ilusión de generar un cambio rápido es que se extienda la decepción entre sus electores, como parece estar ocurriendo en Italia.

El problema de Podemos y las alianzas.

Volviendo ahora al caso español y al importante crecimiento electoral de Podemos, detectado por diferentes encuestas, que le sitúan como el tercer partido más votado a nivel estatal. Su estrategia se puede mover entre dos opciones. Con la primera trataría de alcanzar su objetivo máximo expresado en la superación del «régimen del 78», con lo cual invalidaría cualquier posibilidad de alcanzar pactos post-electorales con el PSOE. Dado que la situación política en España se puede asemejar a la de Grecia o Italia más que a la de Ecuador, esto supondría posiblemente el aislamiento de Podemos o su alianza con partidos minoritarios, incluyendo IU, cuyo terreno electoral está siendo ocupado por Podemos. En cualquiera de los dos casos se podría repetir en España el mismo comportamiento de la socialdemocracia en los dos países citados más Alemania, el acuerdo gubernamental de ésta (PD, PASOK y SPD) con los conservadores. Podemos se cargaría con más razones para denunciar a la «casta», pero a costa de la inoperancia política para cambiar la situación. El futuro sería una incógnita, podría alcanzar su techo electoral y, ante la decepción por la falta de resultados, empezar a retroceder, como ha pasado con el Movimiento 5 Estrellas en Italia. También podría esperar un mayor descredito del PP y el PSOE y, en consecuencia, un mayor crecimiento electoral a largo plazo.

La segunda opción tendría unos objetivos más limitados pero más factibles, desalojar al PP del gobierno mediante una alianza amplia, pero difícil y conflictiva, que incluiría al PSOE. Esto supondría dos condiciones de difícil consecución. Del lado de Podemos significaría renunciar a su discurso más identificativo hasta ahora, acabar con la «casta» y con el «régimen del 78», pedir «realismo» a sus bases. Del lado del PSOE significaría renunciar a la tendencia principal de él mismo y la socialdemocracia europea, cambiar el social-liberalismo dominante por una política de izquierdas, algo que no ha seguido ni en Grecia, ni en Francia, ni en Alemania, ni en ningún país europeo, ni tampoco tiene muchas posibilidades en España a la vista de los líderes elegidos por el PSOE en Andalucía, Susana Díaz, o a nivel nacional, Pedro Sánchez.

En definitiva, Podemos se encuentra ante los mismos dilemas que recorren a IU y a la izquierda en general desde hace años en Europa, ¿Cuál es el papel que la izquierda puede jugar en los países desarrollados donde no es una mayoría social determinante? ¿Cuál debe ser su relación con la socialdemocracia, que representa a un importante sector electoral y en la que predomina al social-liberalismo con tendencias minoritarias de izquierdas? ¿Cómo se construye el bloque social de cambio?

¿Va a saber Podemos resolver dilemas y problemas que han quitado el sueño a IU, Syriza, Die Linke, Le Front de Gauche y otras expresiones de la izquierda europea? Nuestros mejores deseos a Podemos en esta tarea crucial, pero no debería olvidarse de la historia y de las experiencias de las formaciones mencionadas, y no caer en lo que en un artículo anterior denominábamos la ilusión del absoluto comienzovi.

Notas:

ii Ver un artículo anterior al respecto, Andalucía, la tormentosa alianza con la socialdemocracia, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=183456

iii Franklin Ramírez Gallegos, Fragmentación, reflujo y desconcierto. Movimientos sociales y cambio político en el Ecuador (2000-2010), en Massimo Modonesi y Julián Rebón (coord..), Una década en movimiento Luchas populares en América Latina en el amanecer del siglo XXI, CLACSO, Prometeo Libros, 2011, págs. 93-4.

iv El movimiento de Beppe Grillo se orienta sobre todo a criticar e intentar modificar la vida política italiana, no el sistema económico capitalista, por eso los objetivos a los que dirige sus dardos y sus propuestas programáticas son de naturaleza de regeneración democrática no de reforma social. No se trata de un partido de izquierdas, tras las elecciones europeas de 2014, el Movimiento 5 Estrellas se ha integrado en el eurogrupo Europa por la Libertad y la Democracia. Con esta decisión el Movimiento 5 Estrellas no solo reafirma su apuesta euroescéptica, sino que aclara su posición política cercana a la extrema derecha.

v En las elecciones de mayo y junio de 2012 Syriza se convirtió en el segundo partido más votado con el derrumbe del PASOK, multiplicando por seis sus resultados de 2009.

vi Podemos. La ilusión del absoluto comienzo, http://kaosenlared.net/component/k2/87185-podemos-la-ilusi%C3%B3n-del-absoluto-comienzo.html

Jesús Sánchez Rodríguez. Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/, o en la dirección: http://www.scribd.com/sanchezroje

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.