Parece que los acontecimientos políticos en los últimos meses se suceden de manera acelerada, como si la realidad se encontrara en un estado continuo de cambio donde los hechos ocurren de manera arbitraria o descontrolada, avanzando por caminos desconocidos. Pero no nos engañemos, somos nosotros quien movemos los molinos del tiempo y por ello es […]
Parece que los acontecimientos políticos en los últimos meses se suceden de manera acelerada, como si la realidad se encontrara en un estado continuo de cambio donde los hechos ocurren de manera arbitraria o descontrolada, avanzando por caminos desconocidos. Pero no nos engañemos, somos nosotros quien movemos los molinos del tiempo y por ello es momento de parar y pensar.
Es difícil comprender para cualquier ciudadano porqué la clase política se muestra incapaz de solucionar los problemas de las personas. La gente no llega a entender porqué esta sociedad es capaz de generar riquezas en unos pocos y desesperanza en muchos. Nos cuesta pensar que para que unos pocos proliferen muchos deban quedar sin trabajo, empeorar la calidad de la educación, renunciar a la sanidad de calidad para sus hijos o adaptarse a la pobreza cuando les llegue la vejez.
Últimamente cualquier comentario que osa cuestionar el «Status-quo» y reclamar un cambio de rumbo por los problemas de corrupción y despilfarro es considerado subversivo y «populista» por dirigentes políticos alejados de la sensatez. La brecha entre la realidad política y la realidad social se acentúa y la política se aleja de los verdaderos protagonistas, los ciudadanos. Pero muchos ciudadanos hace tiempo que eligieron no seguir por esta senda tan desalentadora, hace tiempo que comenzaron a labrar otros caminos buscando horizontes más amplios, pues viven en la certeza que el poder de construir el futuro está en sus manos.
Parece que el estilo político del sistema bipartidista se agota, no consigue dar respuesta a las necesidades de una ciudadanía condenada a mirar el futuro sin mucha esperanza, condenada a repartirse «las migajas» de una política de la que no es protagonista. Esta es la realidad presente en tantas y tantas personas, condenadas a elegir entre resignarse o cambiar, necesaria disyuntiva.
Algunos pensadores del siglo pasado, Sartre entre otros, consideraron que «el hombre está condenado a elegir», y que sus actos le comprometían a sí mismo y a los demás. Esta decisión comprometida es la que plantea el FCSM en su reciente propuesta de Guanyem Valencia, nuevo espacio político cuyo objetivo es unir la realidad social y política valenciana para alcanzar el poder municipal.
Guanyem Valencia, como otras iniciativas de confluencia en el territorio español, pretende alcanzar y controlar parte de ese poder que nos resigna cada día, que nos recuerda que la libertad del individuo no es real si no se dota de las condiciones materiales para desarrollarla y estas condiciones materiales son imprescindibles para que la libertad se materialice en hechos. «No es libre el que quiere sino el que puede». Una gran mayoría sueña que es libre, pero vive en la pesadilla del desempleo, de la precariedad laboral, de la incertidumbre.
Existen asociaciones civiles como el FCSM que trabajan en la creación de este espacio político porque consideran necesario el cambio. Estas asociaciones civiles aspiran servir de amalgama hacia el consenso de una nueva realidad política y social. Guanyem Valencia busca el consenso a través de deliberaciones honestas frente un programa que avanza con los pilares sólidos de la palabra, programa aplicado por ciudadanos preparados y elegidos democráticamente en base a sus compromisos y capacidades.
Frente a la incómoda realidad, se abre una oportunidad histórica a la esperanza en el mapa político valenciano. La iniciativa de confluencia se convierte en una opción importante para los que piensan que otra manera de hacer política es posible, sin corrupción, con honradez, desde las instituciones o desde la calle, pero por encima de todos escuchando y respetando las necesidades del pueblo valenciano.
La disyuntiva de resignarse o cambiar está en nuestras manos, nadie dijo que fuera fácil, pero el inmovilismo no es una opción.
Pedro Lorente García. Médico. Miembro del Frente Cívico Somos Mayoría de Valencia.
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