Un amigo muy legal me ha enviado el video de un debate entre García Egea y Joan Tardá celebrado hace unos meses en La Sexta. El del PP le dijo al de ERC que «es importante no frivolizar con ciertos temas porque Catalunya también forma parte de la tierra de todos nosotros, no es vuestra […]
Un amigo muy legal me ha enviado el video de un debate entre García Egea y Joan Tardá celebrado hace unos meses en La Sexta. El del PP le dijo al de ERC que «es importante no frivolizar con ciertos temas porque Catalunya también forma parte de la tierra de todos nosotros, no es vuestra solo, por lo que si queréis marcharos de España podéis hacerlo cuando queráis, Puigdemont lo ha hecho, pero Catalunya se queda, porque es de todos».
Puede que García Egea se disculpara, o no. No lo hizo delante del ofendido y los telespectadores, pero es lo que tienen las cosas que se dicen en la era de la imagen capaz de captar los gestos que nacen del alma: al autor le perseguirán de por vida, porque cuentan la verdad.
El líder del PP no puso nombres y apellidos a los destinatarios del «podéis hacerlo cuando queráis» y, por tanto, se estaba refiriendo a cualquiera de los más de dos millones de españoles que también son independentistas catalanes. Incluso a muchos, o a todos, si sigue aumentando el número de los que se sienten amenazados por la legalidad vigente. De hecho, el propio Tardá podría haber estado en la cárcel en lugar de en La Sexta si en lugar de diputado del Congreso hubiera sido miembro del Govern o presidente del Parlament.
¿Se habría alegrado de tener otro catalán condenado más, el político del PP?
Es la pregunta que no puedo evitar al observar su gesto en la pantalla mientras advertía a Tardá. Y también al seguir escuchando el coro de voces de toda la derecha, y del propio Pedro Sánchez, asegurando el cumplimiento «íntegro» de la sentencia si gobiernan tras el 10 de noviembre.
El subconsciente, tantas veces traidor, nos enseña que algunos líderes del PP son partidarios del éxodo si la represión no es suficiente. Todo menos practicar la democracia con educación, respeto y prudencia, eso que algunos llaman hacer política. Y lo peor de todo es que, en la competición iniciada entre PSOE, PP, Ciudadanos y Vox para determinar quién es más cruel contra los catalanes independentistas, se confirma que los esquemas autoritarios del franquismo siguen anidando en las cabezas de muchos dirigentes de esos cuatro partidos, por muchas exhumaciones con las que los del PSOE pretendan aparentar lo contrario para conseguir unos cuantos votos.
Hablando de desplazamientos forzosos de poblaciones, ni siquiera fueron tantos los españoles que hace noventa años tuvieron que renunciar a su trocito de España y huir con lo puesto. También sabían que les sería imposible adaptarse a la legalidad, en aquel caso la que impuso Franco tras vencer, con la ayuda de fascistas italianos y nazis alemanes, en la guerra que declaró contra la República.
Pensando, por otra parte, en las legalidades, argumentan los españolistas que en el referéndum de 1978 la Constitución recibió en Catalunya más apoyo que en el resto de España. En lugar de tanta excusa de malos perdedores, bien podrían reconocer que sin el antifranquismo catalán quizás la Transición hubiera sido mucho más costosa.
En este punto viene muy a cuento recordar lo siguiente:
«El 4 de julio 1976 empezaba a andar la Marxa per la Llibertat, una de las grandes movilizaciones del catalanismo. El día después de que el rey Juan Carlos designara a Adolfo Suárez presidente y, pese a la prohibición gubernamental, se iniciaba una marcha de seis columnas de caminantes que recorrieron, frente a una brutal represión, toda Catalunya, así como Valencia, las Baleares y la Catalunya francesa. La iniciativa, organizada por Pax Christi y a la que se sumaron decenas de miles de catalanes, reclamaba la amnistía, las libertades básicas y la recuperación del Estatut de autonomía«.
El texto corresponde al primer párrafo del artículo titulado «El día que Catalunya echó a andar«, publicado por Roger Pascual en El Periódico el día 4 de julio de 2016. Cómo no reparar en el hecho de que el día anterior el rey Juan Carlos I había nombrado a Adolfo Suarez.
Sí, es lo que está usted pensando en este momento: los sucesos de Vitoria, con 150 heridos y 5 asesinados por las fuerzas represivas, habían ocurrido el 3 de marzo de ese año, pero a lo que no se atrevió el rey nombrado por Franco fue a enfrentarse a una Catalunya movilizada con la pareja de bestias franquistas formada por Arias Navarro y Fraga Iribarne al frente del gobierno.
Los españolistas «demócratas» actuales, siempre teñidos del peor pasado, saben perfectamente que las razones por las que los catalanes votaron más que nadie «Constitución contra franquismo» fueron las mismas por las que ahora votan Derecho de Autodeterminación contra Estatut recortado por el Tribunal Constitucional en 2010. Y saben también que aquellos catalanes nunca votaron la Constitución para que se convirtiera en una cárcel para sus líderes.
Lo que está ocurriendo, como entonces, es que la velocidad de Catalunya hacia mayores cotas de libertad y democracia es mayor que la del resto de España.
Convertir la ley en una camisa de fuerza hasta que el adversario se rinda, o huya, es la estrategia de quienes solo buscan disponer del «monopolio de la violencia», por mucho que presuman de democracia.
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