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Productividad, reformas estructurales y Renta Básica

Fuentes: Rebelión

Según el servicio de estudios de BBVA, en España no aumenta la productividad en época de crecimiento y si cuando entramos en crisis, al contrario que en el resto de países europeos. El servicio de estudios llega a varias conclusiones, entre ellas la urgencia de «acometer reformas estructurales que impulsen el crecimiento sostenido de la […]

Según el servicio de estudios de BBVA, en España no aumenta la productividad en época de crecimiento y si cuando entramos en crisis, al contrario que en el resto de países europeos.

El servicio de estudios llega a varias conclusiones, entre ellas la urgencia de «acometer reformas estructurales que impulsen el crecimiento sostenido de la productividad (…), mantengan un clima favorable para la inversión y permitan afrontar con éxito los desafíos de la revolución tecnológica y de la transición energética«. Así como advierten además al Gobierno de que las futuras subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) deberían estar ligadas a la evolución de la productividad. De otra manera «podrían dificultar la empleabilidad de los trabajadores potencialmente más afectados, como los jóvenes, los extranjeros o los menos cualificados»

Desde ARENCI, Asociación Renta Ciudadana, entendemos que esas reformas estructurales que proclama el servicio de estudios del BBVA deberían de tener en cuenta, entre otras cosas, una reforma del modelo fiscal español para adaptarlo a la globalización y en lugar de fiscalizar el empleo, hacerlo a la productividad. Pues mientras no se adapte la fiscalidad a la globalización, no solo tenemos un problema con el mercado laboral sino que también tenemos uno mayor con la recaudación y un desajuste del modelo económico actual en relación a las nuevas tecnologías.

En el ámbito de las relaciones laborales hay tres partes: la empresa (el empresario), el trabajador (sindicatos) y la normativa fiscal y laboral (gobierno). No solo es necesario modificar la normativa laboral, sino la fiscal, muy importante en las relaciones laborales pues supone casi el 50% del salario de un mileurista en costes invisibles. Y todos los insumos afectan también al mercado laboral. Aumentar los costes laborales supone perder competitividad en el mercado internacional. Aumentar la productividad supone en la mayoría de los casos pérdida de empleo al trabajador debido a la automatización creciente y al mismo tiempo de ingresos para el Estado. Como no todos los empresarios pueden seguir un incremento de la presión fiscal, se deslocaliza la producción por no decir que mucha ya se encuentra deslocalizada, sobre todo la de las grandes empresas y las PYMES les seguirán detrás cuando puedan.

Con el actual modelo, cuando se aumenta la productividad al final pierden todos. Los trabajadores porque se les sustituyen por nuevas tecnologías. El empresario debido a que los costes no le permiten competir y tiene que deslocalizar. Y pierde el estado porque las máquinas no pagan impuestos ya que lo que se grava es el empleo y no el trabajo realizado (la productividad). Todo lo cual repercute en el impuesto de sociedades, el IRPF del trabajador, y en la seguridad social. El cambio de modelo fiscal que proponemos implica que ese 50% de sueldo mileurista en costes fiscales que afecta al empleo sea trasladado fiscalmente a otros tributos, de forma que haya margen para el aumento de salarios sin elevar el coste laboral, a la vez que se puedan bajar las cotizaciones sin aumentar los costes laborales y que el Estado pueda recaudar lo mismo de forma que nadie pierda.

Por ello es necesario adaptar la fiscalidad a la productividad real, logrando un aumento de la productividad a la vez que un aumento de los ingresos. Sin penalizar como sucede en el modelo actual al empleo. Este cambio de modelo requiere un consenso no solo político sino también académico y debe de realizarse con objetivos claros y medibles. Para ello se debe de tener en cuenta cuál es el mejor impuesto que grava la productividad, que no es otro que el IVA y realizar las modificaciones legales para que este cumpla con el requerimiento de progresividad. Un IVA personalizado como el modelo de Canadá.

La liberalización de la fiscalidad del empleo, no solo permite aumentar la contratación, sino que da valor al trabajo y permitirá financiar en un principio la Renta Básica para aquellos que sufran la automatización, pues al sustituir un empleo por una máquina, los ingresos del estado se mantienen, ya que no se grava el empleo sino lo que se grava es la productividad. Esto permitirá despenalizar aquellos trabajos sociales que hoy en día son imposibles de realizar, en sectores como los cuidados y la sanidad, que debido a la carga fiscal de los mismos no los hacen viables, a la vez que libera recursos para financiar una Renta Básica universal.

Desde ARENCI consideramos necesario estudiar esta propuesta.

El problema no es político, sino de modelo y mientras no lo veamos no estaremos en condiciones de superarlo. Modificar el modelo y adaptarlo a la globalización, a las nuevas tecnologías y al desarrollo sostenible es además de necesario una tarea urgente si para el progreso social y económico.

Jose Miguel Sánchez es miembro de ARENCI (Asociación Renta Ciudadana de Castilla y León)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.