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Einstein y la España política

Fuentes: Rebelión

La importancia de todo hecho histórico, político o no, depende en buena medida del tiempo del verbo en que se conjugue. No es el pretérito. Es el gerundio, el que más impacto causa. Pues la noticia no se refiere siquiera a hechos prescritos, si no a hechos continuados delictivos durante tres o cuatro décadas del rey anterior.

El pueblo los ha vivido pero, aun ignorante de ellos durante ese largo periodo, termina conociendo en el tramo finallos pormenores de los delitos. Pero si, después de haberse ido aquellos desvelando, la noticia definitiva es que ni siquiera van a ser investigados pese a las innumerables pruebas porque así lo ha decidido la Fiscalía, la noticia van perdiendo fuerza hasta hacerse irrelevante y los hechos, por muy graves que sean, quedan en nada. No puede haber mayor afrenta, nada tan oprobioso e indignante para el pueblo. Pues bien, esto es lo que ha ocurrido en España.

Los hechos delictivos son una serie de actos de felonía, de deslealtad, de infidelidad y de indignidad a lo largo prácticamente de las cuatro décadas de una democracia de la que apenas le queda el nombre, de un personaje al que se presentó miserablemente como clave de la Transición. Sin embargo, de todos sus actos horrendos no se derivan consecuencias: no hay esperanzas de castigo. En estas condiciones, muchos hubieran preferido no saber lo que hizo. Pues al no proceder la justicia, siendo así que la justicia y la ley son los pilares del Estado de acuerdo al sentir del pueblo y al sentido común, por si fuese poca la afrenta cometida, la propia justicia la comete también y se suma al oprobio. Este es el caso de un monarca que nunca mereció ni debió serlo. Y no debió serlo, no sólo porque no ha sido elegido por el pueblo -ningún rey lo es-, sino porque, para ese menester, fue elegido justo, hasta que se descubrió al infame, por el histórico más indigno de los españoles de los dos últimos siglos: el dictador.

La “noticia” es un cúmulo de artimañas y traiciones al pueblo por parte del rey español que ya no lo es. La Fiscalía archiva los resultados de la investigación de sus conductas tramposas y sus evasiones fiscales. Pero es que del otro lado, un 29 de Setiembre de 2019,el actual presidente del gobierno sorprende a todos en la CNN con este par de asombrosas declaraciones: “el Rey “representa” los valores de la II República y Podemos es de extrema izquierda”. No se refería al actual rey, pero ese villano renegar de la República le convirtió desde aquel mismo instante en otro cómplice más de una larga cadena de afrentas al pueblo desde que la dictadura se transformó en un remedo de democracia.

De modo que, si a las andanzas de un rey inmoral durante todo su reinado (40 años, los mismos que la dictadura), sumamos el archivo por la Fiscalía de los delitos investigados del indigno monarca, y a ello sumamos la pasividad y el conformismo de una izquierda postiza que ilumina el corrompido espíritu de lo que un día fue el socialismo identificado con las masas sociales oprimidas, la progresión de la derecha y de la ultraderecha en España, ambas jalonadas por la propaganda gratuita de los medios de comunicación, será imparable. Porque la pujanza de esquizoides que razonan con las vísceras pero adormecen más tanta conciencia dormida, bastará para culminar la maniobra ignominiosa urdida desde el principio por los franquistas en 1978. Y llegarán al poder. Pues ¿se puede dudar del resultado? ¿cree alguien que es posible que un socialismo desfigurado, sin fuerza, desvinculado del marxismo, podrá con un franquismo neoliberal dispuesto a barrer lo conseguido con tanto esfuerzo por la izquierda en estas cuatro décadas? ¿cree alguien que, dentro de un bienio, no será el franquismo con ribetes democráticos lo que espera a esta España destartalada, resquebrajada, preparada por los predecesores de estos vándalos franquistas desde 1978?

No creo que interesen los pronósticos de optimistas y milagreros. Así es que, si aparte de estas eventuales ingenuidades, alguien ve otra salida, dígalo… o calle para siempre. Pero no olvidemos a Einstein: “Todos somos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas»… Porque quienes en la transición estábamos en la plenitud de nuestras vidas, nada hubo que escapase a nuestra observación desde el bando de quienes, sin ser propia y necesariamente perdedores de la guerra civil, ya éramos librepensadores. Y como ya lo éramos, no nos dejamos impresionar por las malas artes de aquellos titiriteros herederos directos de la ideología franquista que, por lo que hemos ido viendo a lo largo de 40 años, han contado con la valiosa cooperación desvergonzada de los altos magistrados de la justicia y la repulsiva pusilanimidad de la izquierda moderada; malas artes que, sin pausa, vienen desarrollándose desde el principio del tiempo “democrático”, y han llegado hasta ayer.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.