La líder del BNG reconoce las buenas perspectivas de su organización de cara a las elecciones generales, lee en los soberanismos la clave de los avances sociales del Estado y hace balance de la gestión de Feijóo en sus 13 años al frente de la Xunta.
En su dilatada trayectoria en el Parlamento de Galicia, Ana Pontón (Sarria, 1977) vivió y ayudó en la caída de Manuel Fraga tras el desastre del Prestige, fue diputada durante lo Gobierno de coalición del PSdG y el BNG, sufrió las escisiones más duras de su espacio político con Xosé Manuel Beiras a la cabeza, padeció la debacle de su partido con la irrupción de las Mareas y cabalgó trece largos años de debates y desfalcos parlamentarios frente al Gobierno del Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo. Pero todo eso es ya pasado. Desde 2020 y tras un histórico sorpasso al PSdG-PSOE, Pontón es la líder de la oposición en Galicia y la portavoz nacional del soberanismo gallego, que vive a un auge político con base social que tiene voluntad de convertir en “políticas que transformen la vida de las personas”.
El BNG acaba de cosechar un resultado singularmente mejor en estas elección municipales que el de hace cuatro años. Viendo el tipo de voto diferenciado entre el tipo de elecciones, ¿considera extrapolable estos resultados de cara a las elecciones del 23J?
El Bloque tuvo un gran avance en las últimas elecciones municipales, donde fuimos la fuerza política que más subió. Nosotros dijimos eso en campaña y los ciudadanos lo confirmaron con su voto. Algo que nos permitió llegar a alcaldías tan emblemáticas como la de Santiago de Compostela, la capital de Galicia. Creo que es todo un símbolo de la Galicia que viene. Aunque es cierto que los procesos electorales son diferentes y vemos como las personas cambian cada vez más el voto. El voto fiel a los partidos es cada vez menor y creo que es un símbolo de la desafección a la política. Lo que estamos viendo es que el BNG es una fuerza política al alza, que lo que pasó en las elecciones gallegas no fue flor de un día, sino que seguimos viendo un BNG fuerte y, sobre todo, que esto nos catapulta como la fuerza política que es la alternativa real frente al Partido Popular en Galicia. Estamos en disposición de disputarle la presidencia de la Xunta en las próximas elecciones.
Muchas analistas lo ven y parece evidente que así es. Lo que está ocurriendo en la izquierda gallega y española los coloca en un escenario bastante favorable de cara a las elecciones generales. ¿Cree que son aciertos propios, errores del resto o una mezcla de ambas?
Yo siempre digo que para que la gente te vote, tienes que hacerlo bien. Nosotros no vamos a crecer por los errores de los demás. Además, nosotros tenemos que afianzar nuestro propio proyecto sobre nuestros aciertos. Sobre entender mejor la sociedad gallega y ser capaces de atraer a cada vez más segmentos de la población. En estas últimas elecciones municipales vimos que hay un comportamiento distinto en Galicia. Porque mientras la izquierda en el ámbito español retrocede, en Galicia somos un avance y conseguimos ser un freno para el propio Partido Popular. Porque tú piensa que, aunque el PP está diciendo aquí que tuvo un gran resultado, sólo va a gobernar una ciudad gallega. Está muy por debajo de los objetivos que se había propuesto y el Partido Popular aquí ha crecido la mitad que en el promedio del Estado. Vemos que cuándo se hace política con mayúsculas, que es lo que estamos intentando hacer desde el BNG, cuando ofrecemos un proyecto serio, transformador, solvente, unido, hay muchos sectores sociales que apuestan con decisión por ese proyecto. Creo que nuestra responsabilidad es darle certeza a la ciudadanía, ofrecer solidez desde un proyecto transformador. Y creo, modestamente, que lo que estamos consiguiendo en este país. Evidentemente no nos conformamos con el resultado que tenemos, porque queremos ser la fuerza hegemónica de este país.
¿Cuáles cree que han sido esos méritos propios que los han llevado a donde están ahora?
Nosotros tuvimos un momento de crisis muy profunda que nos llevó a reflexiones de fondo y fuimos capaces de ver errores como no saber leer bien lo que estaba aconteciendo en este momento en las sociedades y tener una alternativa clara, una alternativa unida y una alternativa que está centrada en los problemas de la gente. Además de ser un momento en que la ciudadanía está pasándolo mal, porque estamos viviendo una crisis de precios con muchas personas que están teniendo dificultades, tienen que ver en la política la solución a sus problemas. Y tienen que ver que los responsables políticos están pensando en cómo mejorar sus vidas, en cómo mejorar el país y no simplemente en esa reyerta interna que a la mayoría de la ciudadanía le queda muy lejos y que lo único que hace es alejarla.
Después, también creo que en
Galicia hay un espacio muy importante para el nacionalismo. Pienso que
más allá de los simplismos con los que se ve nuestro país, hay un
sentimiento de nación muy fuerte y tenemos que trabajar para ser
capaces de traducir ese sentimiento a la política. Esa es, para mí, una
de las cosas que más me preocupa y tiene que ver con si somos capaces
de que, cuando defendemos las políticas que defiende el BNG, la
ciudadanía vea que el nacionalismo es la defensa de la vivienda pública,
de derechos sociales, de una sociedad donde las mujeres podamos vivir
sin miedo y con igualdad, que vea la defensa de la innovación, la de un
país que avanza. Eso creo que es una clave relevante.
Hay dos hechos interesantes en este escenario y parece que les afectan bastante. El primero es esa guerra que acaba de vivir la izquierda federal española para conformar la coalición de Sumar. Y el otro es que algunos de los activos políticos de su mismo espacio como Xosé Manuel Beiras o Martiño Noriega han pedido el voto al Bloque. Y la propia Anova, una escisión suya, decidió no concurrir a las elecciones. Es posible que la desafección del electorado de ese espacio político (Anova, Podemos, EU, Sumar) desemboque en un voto útil al BNG?
No creo mucho en el voto útil. Yo pienso que el voto tiene que ser un voto de principios, de convicciones, porque, a veces, en el tema del voto útil, lo que nos estamos es dejando manejar por encuestas, que en muchas ocasiones lo que quieren es precisamente interferir en el voto. Evidentemente, yo creo que el voto puede ser útil. El BNG es el mejor voto para mejorar la vida de las personas, para que este país avance, para que tengamos mejores servicios públicos, para que tengamos mejores comunicaciones, más empleo en este país. Y ese es el corazón de la política que hace el BNG. Somos un espacio aglutinador de muchas sensibilidades diferentes. Desde luego agradezco a todas las personas que piden el voto al BNG, a todos los espacios políticos que vuelven a ver que la referencia de la política transformadora es el BNG. Y yo pienso que esto es un síntoma de lo que está aconteciendo en el país. Que claramente el BNG emerge como la fuerza política que es alternativa frente al statu quo, frente al bipartidismo, frente a los de siempre. Somos la esperanza para que Galicia sea un país mejor. Y yo pienso que esta es una responsabilidad que asumimos desde la humildad, pero desde la ambición de país.
¿Tuvieron conversaciones con la dirección de Anova antes del anuncio?
Es cierto que hubo conversas con ese espacio, son normales en políticas, y evidentemente nosotros siempre tenemos la vocación de diálogo con todo el mundo en este país, y mucho más con aquellos que quieren apoyar al BNG en este momento.
Desde la ciudadanía quizás hay quien lo haya podido leer como una reconciliación del nacionalismo gallego. ¿Usted lo vio así?
El BNG siempre tuvo una disposición de sumar en nuestro entorno a todas las personas que llevan a Galicia en la cabeza y en el corazón y vamos a continuar trabajando para ampliar ese espacio y para que seamos capaces de consolidar una alternativa que ponga fin a estos 14 años de gobierno de la derecha que nos está dejando un país peor. Una Galicia cada vez más pequeña. Tenemos peores servicios públicos, una peor sanidad, tenemos una peor evolución desde el punto de vista demográfico, tenemos una peor evolución de nuestra industria… Es urgente frenar la sangría que se está produciendo en Galicia y de la que es buena parte responsable el gobierno del Partido Popular que está agotado, sin proyectos, sin impulso y que tiene sólo una meta, que es mantener el poder por el poder. Acabamos de verlo en Ourense. El PP no tiene límites y, desde luego, no le importa sacrificar la tercera ciudad de este país de nuevo, única y exclusivamente por seguir manteniendo el poder caciquil de la Deputación de Ourense. Es todo un retrato de cómo entiende el PP la política.
En principio, desaparece Baltar, ¿pero va a desaparecer el baltarismo?
Creo que el problema es el caciquismo, que se perpetúa en el Partido Popular y el uso perverso de las instituciones, en este caso, de la Deputación de Ourense, que actúa como una herramienta al servicio de un partido político enchufando gente, discriminando a los ayuntamientos en función de su color político. Son prácticas antidemocráticas que están llevando a Ourense a la desaparición. Porque una parte muy importante de la provincia de Ourense está viviendo un proceso de desaparición paulatina, donde cada vez vive menos gente y tiene menos actividad. Siempre digo que el problema no son las personas, el problema es la concepción de la política. Y el PP tiene una concepción de la política que es claramente una concepción en la que las instituciones se ponen al servicio del partido. Estamos viéndolo en la política estatal, esa manera de hacer oposición, donde deslegitiman las instituciones cuando no gobiernan, deslegitiman los acuerdos con otras fuerzas políticas, pero después bien que pactan con Vox. Estamos viéndolo en la capital de Galicia donde ya hablan de una moción de censura contra la primera alcaldesa de su historia.
Ya que habla de Goretti Sanmartín. Está usted como candidata la Xunta, la eurodiputada del BNG, Ana Miranda, y ahora también la alcaldesa capitalina. ¿Está Galicia viviendo una nueva onda de liderazgos femeninos?
En el Bloque hay algo que tal vez no se había visto con la fortaleza suficiente, pero que ahora emerge con estos liderazgos femeninos. Tuvimos a muchas mujeres antes de nosotras trabajando mucho para que el feminismo realmente fuera un principio que se asumiera por el conjunto de la organización. Creo que fuimos la primera organización del Estado español que se definió como feminista en los años noventa. En aquel momento, no estaba tan bien visto como hoy definirse como feminista y gracias a todo ese trabajo de generaciones anteriores, hoy hay mujeres que ocupan puestos de responsabilidad con liderazgos muy sólidos dentro de la organización y que también están conectando con ese malestar que venimos expresando las mujeres en las calles de forma masiva en el 8M. No queremos estar en la segunda línea, queremos estar en primera línea no por nosotras, sino por todas. Porque estar ahí es la garantía de políticas feministas, de políticas a favor de las mujeres, de que no vamos a permitir que la agenda feminista se secundarice. Yo creo que justo en este momento es más importante que nunca mantener la agenda de igualdad con fuerza. La verdad es que me causa un cierto estupor escuchar algunas declaraciones que cuestionan que las mujeres queramos ir demasiado rápido y que esto incomoda los varones. Lo que nos debe incomodar es el machismo.
¿Cómo vivió desde el feminismo gallego que la ministra de Igualdad, Irene Montero, se haya quedado fuera de esta nueva coalición?
No conozco cómo fueron los detalles de ese proceso interno en Sumar. Tampoco me gusta hacer valoraciones sobre hechos que sólo conozco en base a declaraciones de la prensa. Son procesos internos de otras organizaciones en los que prefiero no entrar.
¿Cuáles van a ser las claves de la campaña del Bloque de cara a las elecciones generales del 23J
Parece que la campaña va a entrar en una política de bloques en lo que todo se reduzca al bloque de Sánchez y al bloque de Feijóo. Nosotros no estamos en ninguno de estos bloques. Nosotros estamos en el bloque de Galicia, que quiere colocar el acento en cuánto se está jugando este país en estas elecciones. Nos jugamos muchas infraestructuras, una parte de la modernización de nuestra economía por medio de inversiones del Estado. Nos jugamos un ferrocarril del siglo XXI, nos jugamos el modelo de desarrollo energético de Galicia. Porque lo que no podemos permitir es que, bajo la excusa de la necesidad de una transición energética a la que decimos que sí, se repita un modelo que es absolutamente letal para nuestro país. Un modelo donde claramente mandan las eléctricas y se quiere destruir una parte importante de nuestro territorio sin medir cuáles son las consecuencias ambientales de esa transición. Pero también creemos que es importante decir que nosotros también vamos a ser una barrera frente a la derecha y a la extrema derecha. Porque claramente nosotros creemos que lo que tenemos que hacer es avanzar en derechos y libertades y no retroceder como nos propone ese dúo PP-Vox, que cada vez se parecen más.
Intuyo que el despliegue de la eólica marina puede ser un eje de la campaña del BNG.
Lo que está claro está es que no es una cuestión electoral, sino de país. No vamos a aceptar que se pase por encima de un sector tan importante como la pesca ni que se destruya una parte de nuestros ecosistemas marinos sin garantías. Que vamos a poner encima de la mesa la retirada de los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo es obvio porque además lo están pidiendo de manera mayoritaria los sectores afectados. Hay que ir hacia un modelo de transición energética justa y no ponerle la etiqueta de ‘verde’ al expolio de siempre.
Sea cual sea el resultado, para que haya un Gobierno de coalición progresista le tocará entenderse con Yolanda Díaz, con la que compartió cuatros años en este Parlamento. ¿Ve eso posible? ¿Cómo es la relación que tiene con Díaz?
Vamos a tener que ser capaces de entendernos muchas fuerzas políticas estatales. Se llamen PSOE o se llamen Podemos, ahora Sumar. Pero tiene que ser una relación de igualdad, no de subordinación. En esta legislatura teníamos un acuerdo de investidura con Pedro Sánchez, pero en ningún caso era un acuerdo de legislatura. Tanto es así que, cuando pensamos que se invertía poco en nuestro país o cuando había un incumplimiento con la ciudadanía como con la Reforma Laboral o la Ley Mordaza, nosotros defendimos nuestras posiciones. Creo que es importante para que la gente no se decepcione con la política. Hoy hay un sector progresista del electorado que tiene esa desafección porque ve que se dice una cosa en campaña y luego cuando se gobierna se hace otra. A veces no puedes hacerlo, pero hay que explicarlo bien. Hubo momentos en la legislatura en los que se pudo ir más allá y el Gobierno no quiso.
Ustedes fueron especialmente beligerantes con la reforma laboral.
Hicimos lo que decía nuestro programa y muchos de los programas de los partidos políticos que sumamos el bloque de la investidura. Lamentablemente, hoy sigue siendo igual de barato despedir trabajadores y trabajadoras que con el Partido Popular en el Gobierno. O los salarios de tramitación que tampoco se recuperaron porque el PSOE y Unidas Podemos no quisieron caminar en esa dirección.
Le voy a leer una pequeña lista de medidas que se aprobaron esta legislatura en el Estado español. Subida de las pensiones un 8,5%, la excepción ibérica y la bajada del precio de la energía, o el descuento de 20 céntimos por litro en el combustible. Estas propuestas tienen en común el voto en contra o la abstención del BNG. No sé si es un mensaje de entendimiento.
No es cierto. Nosotros apoyamos el primer decreto de medidas del Gobierno donde estaban muchas de estas acciones. Hay una lista circulando por ahí que tiene muchos bulos sobre nuestras votaciones. Nosotros llegamos incluso a acuerdos con el Gobierno en estas medidas que luego incumplió. Veo que en esta campaña están soltándose bulos sobre cuál fue la posición del BNG. La mejor manera de defender la política no es con bulos, sino con realidades. A veces, una fuerza política puede abstenerse en la votación de un decreto porque son decretos muy amplios, pero eso no quiere decir que estemos en contra de algunas de las medidas de esos decretos. Creo que es un ejercicio de responsabilidad no caer en los bulos de la derecha y es muy triste que haya izquierda que quiera replicar esa estrategia. Nosotros en las pensiones creíamos que era un momento de recuperar la jubilación a los 65 años o elevar las mínimas al SMI. En Galicia tenemos las segundas pensiones más bajas del Estado. Con 600 euros es muy difícil conseguir vivir dignamente.
[En
los enlaces anteriores se puede comprobar como el BNG se abstuvo o votó
en contra de todas las medidas citadas excepto en el descuento del
combustible, error de esta redacción].
Si ese Gobierno de coalición no se revalida y la derecha gana las elecciones, el potencial presidente del Estado puede ser Alberto Núñez Feijóo, con quien sí compartió muchos años de parlamentarismo gallego. ¿Cuáles de las manchas del currículo de Feijóo en Galicia diría usted que pueden servir para poner sobre aviso al resto de los y de las votantes del Estado?
Veo que Feijóo fue muy hábil a la hora de construir una imagen justamente contraria a lo que es de verdad. Ni es moderado ni es buen gestor. Triplicó la deuda pública de este país mientras deterioraba la sanidad pública y la educación. Cerró un 10% de los centros educativos de Galicia. Hoy, tenemos una sanidad con listas de espera de hasta 15 días para que te pueda ver una médica de cabecera. El 64% de los ayuntamientos de este país no tienen servicio de pediatría: esto es, miles de niños y niñas sin médico. O podemos ver como fue un presidente letal para la economía de Galicia. Hoy tenemos un PIB en el que el peso de la industria es cada vez menor y vemos una precariedad en la vida laboral de los jóvenes. Algunas de las primeras medidas que tomó cuando llegó a la Xunta son un espejo real de su fondo político e ideológico. La primera ley que aprobó Feijóo fue el blindaje de la financiación de las asociaciones antiabortistas. En su presidencia, redujo las ayudas a las víctimas de violencia machista. Esa es su carta de presentación.
En ese declive de la industria del que habla, estamos viviendo fuertes protestas del metal en la provincia de Pontevedra. ¿Cuál cree que es el peso y la influencia política que puede tener que el sindicalismo nacionalista de clase de la CIG esté tan reforzado en la mayor parte de los sectores?
Yo creo que que la principal central sindical de Galicia sea la CIG habla de cómo el nacionalismo tiene un enraizamiento muy fuerte en el país. Creo que es una herramienta muy importante a la hora de conseguir mejoras nos derechos de las trabajadoras y de los trabajadores.
¿Cuál sería un resultado bueno y real para el Bloque en este 23J?
Nosotros vamos a por todas y no nos ponemos techo ni límite. Tenemos que cambiar el guion del centralismo para que Galicia tenga un peso real en el Estado. La manera de hacerlo es teniendo un grupo gallego fuerte que sea capaz de negocia a favor de los intereses del país. Nosotros escuchamos a mucha gente, con independencia de a quien vote, que mira con envidia como vascos y catalanes consiguen mejoras para sus naciones. Yo siempre digo que no es porque sean más listos ni porque tengan una mejor estrategia política. Es porque usan el poder de la gente para que haya grupos nacionalistas fuertes en el Congreso. Esa es la deuda que tiene Galicia consigo misma. En este 23 de julio tenemos la oportunidad de hacer algo importante. Podemos cambiar ese guion de discriminación y agravio contra Galicia.
¿Cree que en el resto del Estado español se entiende la sensibilidad galeguista?
Uno de los grandes problemas del Estado español es que no asume la realidad plurinacional. Les cuesta entender que hay realidades nacionales diferentes en el Estado. Que tenemos cultura e historia diferentes. No lo tienen que ver como una agresión. Es como si viéramos como agresión un río o una montaña. La identidad nacional de Galicia es parte de la realidad en la que vivimos. Además, cuando vemos los debates que se dan con esa visión centralista y madrileña, la sensación que tiene mucha gente es que todo tiene que pasar por Madrid. Que el kilómetro cero es el kilómetro cero para todo. No se acepta la diversidad y tampoco la lingüística. Yo no hablo gallego para fastidiar a nadie. Lo hablo porque es la lengua de mi país. Creo que tenemos que hacer más pedagogía también en la izquierda española con la multiculturalidad. En la historia reciente del Estado español, vemos como los soberanismos han jugado en favor de la democracia, de los derechos y de la libertad. Son la piedra angular para que se puedan producir transformaciones positivas para la mayoría social.