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La perspectiva ecofeminista en un nuevo horizonte ecosocial

Fuentes: El Salto

El enfoque ecofeminista es fundamental en el planteamiento de un paradigma para un nuevo horizonte ecosocial por su capacidad de fomentar soluciones sinérgicas.

En todo el mundo, en los último treinta años, se ha verificado un aumento significativo de la participación de mujeres en las protestas contra las catástrofes ambientales y en las manifestaciones para la defensa de los territorios, y en general, en el activismo campesino y ecologista, tanto en organizaciones mixtas, como en organizaciones feministas.

A nivel transnacional, se ha desarrollado un marco común en el discurso del movimiento por la justicia global, en el que la contribución de mujeres y mujeres feministas está siendo imprescindible. Los proyectos de mujeres y resistencias feministas, no solo se dirigen a desafiar las relaciones de poder y proporcionar alternativas para contrarrestar la crisis, sino que construyen prácticas colectivas apostando por la igualdad, la justicia social y la sostenibilidad, problematizando la valoración social y económica del trabajo de cuidados, ya que las mujeres campesinas e indígenas son la fuente principal de abastecimiento de alimentos para las familias y de protección de recursos como las semillas.

De hecho, son las mujeres, y especialmente las mujeres del Sur global, quienes desempeñan un papel fundamental en el apoyo a los sistemas agroalimentarios locales, protegiendo las semillas y los conocimientos ancestrales. Las mujeres son responsables de reproducir la vida de las comunidades campesinas a través del rol esencial de alimentación, cuidado de personas, animales y territorios.

Es evidente que la situación actual del plantea urge un enfoque desde la sostenibilidad, sin embargo, es preciso incorporar una perspectiva completa desde la reproducción social, y abrir la “caja negra patriarcal”. La violencia contra las mujeres es intrínseca al sistema neoliberal y se ha intensificado, adoptando formas que se han fusionado con las estructuras emergentes del patriarcado capitalista, por lo que son las principales víctimas de la degradación ambiental y los conflictos socioambientales.

En los desastres ambientales causados por el ser humano, como la desertificación, la deforestación o la pérdida de biodiversidad, las mujeres son las más afectadas. Además, la economía de mercantilización también crea una cultura de mercantilización y la creciente cultura de la violación es una externalidad social de las reformas económicas neoliberales. Por todo ello, el cuerpo femenino y la naturaleza libran una lucha común, es decir, la lucha por liberarse de la dominación y la violencia patriarcal, y se entiende la necesidad de un enfoque ecofeminista para visibilizar alternativas sostenibles capaces de mantener la agrobiodiversidad a través de la resiliencia, promoviendo modelos de justicia social y territorial.

La perspectiva ecofeminista es transversal, por lo que es importante resaltar el papel de las mujeres en la reproducción social, y en la construcción de la sostenibilidad real, que aquí consideramos como la “sostenibilidad de la vida”. En este sentido, el desarrollo de proyectos intelectuales alternativos debe incluir necesariamente la igualdad entre todos los seres, así como el respeto a los territorios y a los seres vivos.

El ecofeminismo es una práctica filosófica que se basa en el activismo y la acción política, contribuyendo a crear un enfoque crítico que visibiliza la vinculación opresiva entre la sociedad y el medio ambiente y entre las mujeres y los hombres, incrementando al mismo tiempo la participación en la lucha ecologista de las mujeres maginadas como campesinas e indígenas, históricamente invisibilizadas. Si bien a final de 1970 la palabra ecofeminismo despertó cierto rechazo en el movimiento feminista, porque se asociaba a planteamientos esencialistas que reforzaban el estereotipo mujer-naturaleza, esta perspectiva ha dado la posibilidad de fomentar la urgencia de revisión crítica del proceso de desarrollo de la ciencia y de la tecnología occidentales como elemento clave en el proceso de dominación, colonización y expansión del capitalismo patriarcal.

Desde el punto de vista teórico, la perspectiva ecofeminista tiene una trayectoria de crecimiento y aprendizaje, mostrada a lo largo de los últimos cuarenta años, a través de reflexiones que han enriquecido los análisis sobre la crisis ecológica y económica desde una perspectiva de género. De hecho, los enfoques ecofeministas convergen en algunos puntos con otras perspectivas críticas como la economía feminista y la ecología política: con la primera comparte una visión sobre la reproducción y la sostenibilidad, mientras que con la segunda converge en el intento de visibilizar las luchas sociales y culturales y delimitar las formas de poder entre el Estado, las multinacionales y las comunidades locales.

Desde un punto de vista práctico, la acción ecofeminista es plural y si bien el término es relativamente “nuevo”, se usa para definir un “saber antiguo”, por lo que no hay un solo ecofeminismo, sino varios que dialogan y aprenden unos de otros, contribuyendo a una pluralidad ecofeminista, según el contexto histórico, geográfico, cultural y político desde el que se enuncia, es decir proponiendo alternativas a partir de la identidad y protección del propio territorio.

Al considerar las especificidades de los territorios, los ecofeminismos promueven prácticas de resistencia que representan desafíos sociales de cambio y permiten un diálogo entre diferentes epistemologías, como la rural y la urbana, y entre el Norte y el Sur global; se unen para oponerse a un sistema violento y deconstruir la realidad neoliberal. Tanto en el ámbito rural como en el urbano, los ecofeminismos impulsan la recuperación de identidades culturales que el sistema neoliberal está aplastando (saberes rurales, trueque, recetas tradicionales, etc.) y la protección del territorio y los bienes comunes.

Sin embargo, hay que reconocer que en las áreas metropolitanas la recuperación de la memoria biocultural es muy difícil, dado que el “estilo urbano” es resultado del sistema neoliberal, mientras que en las áreas rurales es posible mantener vivas las cosmovisiones locales. De hecho, a menudo hay una tendencia común en opinar que las zonas rurales son “retrógradas”, pero en realidad son los lugares en los que se manifiesta la máxima vanguardia gracias al proceso de concienciación social y política y a la recuperación de la mirada comunitaria. Por lo tanto, a pesar de la estigmatización de lo rural, los ecofeminismos rurales del Sur están inspirando muchas acciones y construyendo puentes a nivel global. Las iniciativas de las Jornaleras de Huelva en lucha, así como su denuncia a la vez feminista, ecologista y antirracista, son una demanda de un modelo productivo alternativo, pero también de igualdad para las mujeres en el campo, de solidaridad y justicia social.

Los ecofeminismos, en general, denuncian el ecocidio del sistema neoliberal que en menos de dos siglos ha conseguido devastar la biodiversidad de nuestro planeta y extinguir más especies animales que en toda la historia de la humanidad y, al mismo tiempo, que ejerce una violencia patriarcal perversa contra las mujeres, y especialmente las mujeres racializadas. A nivel global, los ecofeminismos destacan que las mujeres son las principales víctimas de la degradación ambiental provocada por el cambio climático y los conflictos socioambientales. En los desastres ambientales, las mujeres son las más afectadas por la dificultad de obtener alimentos, agua potable o cuidar de sus hijos, hijas y personas mayores o no autosuficientes; y son siempre mujeres las que sufren agresiones sexuales y violaciones cuando las multinacionales expropian territorios del Sur global.

El ecofeminismo, como proyecto intelectual, propone la transformación de la realidad rompiendo con la estructura de pensamiento dicotómico moderno, y construyendo una perspectiva alternativa que ponga la vida y el cuidado en el centro. Al mismo tiempo, intentan proponer la organización en redes de la sociedad civil, con el objetivo de construir sociedades sostenibles desde un punto de vista comunitario, ecológico, social, intercultural y de género.

La propuesta desde los ecofeminismos es de un enfoque intelectual crítico hacia la deconstrucción del sistema y la construcción de prácticas alternativas para que la existencia de las comunidades sea digna. Por un lado, reivindican el papel histórico de las mujeres con respecto a los cuidados, en un sentido amplio, gracias al cual ha sido posible el mantenimiento de los agroecosistemas, así como la reproducción social; por el otro, señalan que los cuidados no son responsabilidad exclusiva de las mujeres y por ello proponen los cuidados como una corresponsabilidad colectiva.

Por su pluralidad de visiones, objetivos y estrategias, la perspectiva ecofeminista es capaz de integrar múltiples enfoques a la vez y explicar los vínculos históricos entre el capitalismo neoliberal, el mito del progreso moderno, la violencia contra las mujeres, el extractivismo, el cambio climático, entre otros.

En definitiva, el enfoque ecofeminista es fundamental en el planteamiento de un paradigma para un nuevo horizonte ecosocial por su capacidad de fomentar soluciones sinérgicas.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ecofeminismo/perspectiva-ecofeminista-un-nuevo-horizonte-ecosocial