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Crímenes del franquismo

Isabel Alonso Dávila: «El franquismo fue una máquina de fabricar miedo y dolor hasta el final»

Fuentes: El Salto

Detenida en Granada en 1974 y 1975 por su vinculación con el movimiento estudiantil antifascista de la época ha presentado la primera querella en Andalucía por Crímenes contra la Humanidad en la dictadura franquista.

Desde pequeña tuvo una necesidad de justicia frente al mundo. Isabel Alonso Dávila (Salamanca, 1953), historiadora, docente, divulgadora y escritora española, de niña prefería llevar cántaros a la fuente con las mujeres trabajadoras que la pompa de privilegios que su familia le ofrecía en pleno franquismo. Durante su veintena estudiaba historia en Granada y pertenecía al movimiento estudiantil por lo que fue represaliada, encarcelada y procesada por el Tribunal de Orden Público en diversas ocasiones, anteriormente lo había sido en Valencia. Acaba de presentar la primera querella en Andalucía por crímenes contra la humanidad como consecuencia de la detención que sufrió el 10 de octubre de 1975 en la sede de la Jefatura Superior de Policía de Andalucía Oriental de la Plaza de los Lobos en Granada.

Ese día Isabel ya estaba marchando de Granada después de haberse licenciado de su carrera de Historia en la UGR cuando fue detenida “haciendo cajas para la mudanza de su piso en la Chana”. Estaba embarazada de cuatro meses y fue encerrada ocho días en una celda de la comisaría en la que fue objeto de agresiones contra su “integridad psicológica, moral y sexual” e ingresó después en la cárcel. Hoy, 50 años después, ha defendido en una rueda de prensa en la que fue su Facultad, la que hoy es de Traducción e interpretación de la UGR que, “no quiero ser considerada una delincuente sino una luchadora contra la dictadura, no sólo por mí, también como un objetivo colectivo para que mejore la democracia española y tengamos un futuro lleno de verdad y de memoria. Ya sabemos para qué sirve la memoria, para no repetir”.

Lo ha hecho acompañada por Cristina Álvarez de Morales, decana de la Facultad de Traducción e interpretación de la UGR;  Pedro Sánchez Rodrigo, historiador; Raúl Maíllo, abogado del equipo jurídico de CEAQUA; además de  su hermano y otros compañeros y compañeras represaliados de la época, en un emocionante encuentro en el que tanto ella como su abogado, Raúl Maíllo, se han mostrado optimistas respecto al futuro de la querella que se suma “a las más de 115 presentadas en todo el Estado, exigiendo la investigación judicial de crímenes franquistas, constitutivos de crímenes contra la humanidad y que hasta la fecha continúan impunes”, según puntualiza en nota de prensa CEAQUA, Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo. 

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Raúl Maíllo, abogado del equipo jurídico de CEAQUA; Cristina Álvarez de Morales, decana de la Facultad de Traducción e interpretación de la UGR; Isabel Alonso Dávila y Pedro Sánchez Rodrigo, historiador, en la Facultad de Traducción e interpretación de la UGR, después de la rueda de prensa. Susana Sarrión

Esta querella reclama, según Raúl Maíllo, su abogado, la tutela judicial efectiva y la acción de la justicia en la investigación de la persecución sistematizada contra el adversario político y el intento de aniquilamiento que serían los crímenes de lesa humanidad y las torturas, “en este caso no tanto por brutales palizas o por otros elementos que sí que se han producido en otros lugares, sino relacionado con una falta de asistencia médica, algo que también configura los tipos internacionales de torturas, malos tratos, tratos inhumanos o degradantes”.

Raúl explica que si bien, hasta el momento, la respuesta por parte de los Juzgados y Tribunales españoles a la presentación de dichas querellas ha sido inadmitirlas a trámite y archivarlas, salvo alguna excepción que está aún pendiente de resolución definitiva, “para mí el problema es de deliberada voluntad política que no de instrumentos jurídicos; ahora hay una Fiscalía de Memoria democrática, antes la Fiscalía se oponía y pedía los archivos y ahora está defendiendo que se investigue. Se van dando pasos pero todavía creo que cualquier intérprete jurídico cuando cruza los Pirineos no puede explicar el sistema español de impunidad sin sonrojarse, sin avergonzarse y sin decir estamos aplicando una cosa que no es derecho, será otra cosa, pero no es una cuestión jurídica”. 

Isabel por su parte, espera “que la justicia sea justa. Me gustaría que el juez o la jueza de Granada que reciba esta querella aplique la Ley de Memoria Democrática donde el artículo 2.2 y 2.3 explican que no se pueden amnistiar estos delitos porque son crímenes de lesa humanidad y que, además de la Ley de Amnistía, se tienen que tener en cuenta los acuerdos internacionales”. 

CEAQUA, coordinadora que ha apoyado jurídicamente la querella de Isabel ha interpelado al Gobierno de coalición y a los grupos parlamentarios que conforman el poder legislativo para recordarles, especialmente en este año en el que se conmemora el 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco y en el que el Gobierno ha programado por ello más de 100 actos, “que su inacción para revertir las políticas de impunidad impiden el reconocimiento pleno de los derechos de las personas que sufrieron graves violaciones de derechos humanos durante la dictadura y la Transición”.

Fue una vida intensa y pasábamos mucho miedo

Isabel Alonso Dávila recuerda pasar esos años de movimiento estudiantil prodemocrático y antifascista “con mucho miedo“. Lo compara con el miedo que pasan las mujeres al pasear de noche en una calle solitaria, “y sin embargo las pisamos. Pues era lo mismo, teníamos mucho miedo a la policía, pensabas que todo el tiempo te podía pasar algo”.

Recuerda los espacios universitarios como las zonas con más libertad, “la policía no podía entrar sin permiso del rector, igual que en las iglesias, así que allí se podían hacer reuniones más largas”. Recuerda alguna asamblea masiva en el Hospital Real de Granada donde se sentían un poco protegidos, “las facultades estaban llenas de carteles y había profesores que traían conferenciantes demócratas, recordamos a Federico Mayor Zaragoza, el entonces rector de la Universidad de Granada, y a Joaquín Bosque, catedrático de Geografía, personas progresistas y demócratas; entonces la universidad era un lugar especial donde se podían hacer cosas especiales, pero también había muchos policías infiltrados, les pagaban la matrículas para pasar información”.

También apunta que era el momento de los cantautores, “recuerdo a Enrique Morente dando un concierto en el Hospital Real, eran eventos culturales que se terminaban convirtiendo en actos antifranquistas. Estábamos siempre jugando en el límite y a veces el límite nos avasalla”. 

El 23 de febrero de 1974 le detienen por primera vez en Granada, en Valencia le detuvieron en 1972 por participar en una manifestación, hecho que motivó su traslado de matrícula a la UGR. Al llamar al timbre para asistir a una reunión de la Célula de Filosofía del PCE en un piso de estudiantes en Granada, “me abrió un señor con traje y corbata, pensé que era el padre de este compañero, pero no, era miembro de la Brigada Político Social y estaban registrando la casa”. Estuvo 72 horas detenida en la Jefatura Superior de Policía de la Plaza de los Lobos. No sabe si la soltaron por no ser muy conocida o porque “siempre intentaban dejar algún cabo suelto para luego seguir a esa persona que habían dejado libre, para ver dónde iba y con quién contactaba”. Lo cierto es que fue corriendo a Plaza Nueva a llamar a su casa familiar por teléfono para comprobar que sus padres no se hubieran enterado, “Fue horroroso”.

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Isabel Alonso, Benito Sanz, amigo represaliado en Valencia, y una amiga comiendo en un restaurante cerca de la Alhambra, 1972. El Salto Andalucía

Pero la detención más importante, por la que han interpuesto la querella, fue la del 10 de octubre de 1975. En ese momento se le conocía en la Universidad de Granada como la valenciana y fue detenida con su entonces marido y dos personas más cuando su casa y el bar donde se estaban tomando un bocadillo en un bar de la Chana “estaba rodeado de coches de la Z, nos llevaron en esos coches a la comisaría del centro, era parte de la parafernalia para que empezaras a tener pavor y ya tenías miedo porque los compañeros detenidos antes ya te habían contado que en esa época torturaban muchísimo”.

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Isabel Alonso ha presentado la primera querella en Andalucía por Crímenes contra la Humanidad en la dictadura franquista. Jaime Cinca

Recuerda su estancia de 8 días en la Comisaría de la Plaza de los Lobos con mucho frío y asco, “era octubre y en las celdas de los bajos hacía muchísimo frío. Sólo teníamos un jergón asqueroso y mugriento y una manta muy sucia. Estuve en aislamiento sin cambiarme de ropa, sin papel higiénico ni jabón y embarazada de cuatro meses”.

Cuando transcurrieron más de 72 horas de detención y todavía no le habían interrogado, supuso que le habían aplicado la Ley Antiterrorista, “aunque yo estaba en el PCE y en la vida había participado en un acto de violencia, militaba en un partido que en ese momento defendía que los actos terroristas alejaban a la gente y siguió un camino de paz”. Coincidió con el descubrimiento de un sangrado por el que fue trasladada al hospital San Juan de Dios para realizarle un examen ginecológico que recuerda como “muy humillante”. Para Isabel, la privación a las personas detenidas de la higiene personal era “irnos separando del mundo real y convirtiéndonos en una persona maloliente para que fueras perdiendo tu dignidad por el camino. Entonces hubo comentarios, risas, eso fue muy duro”. 

El diagnóstico médico de una infección de cuello de útero con riesgo de aborto le libró de torturas físicas pero no psicológicas y en la comisaría le retuvieron cinco días más sometiéndole a largos interrogatorios y confrontando sus respuestas con información de sus compañeros y compañeras torturadas, “yo me mostré siempre muy entera y negué los hechos que se me imputaban de asociación ilícita”. Sin embargo, el 18 de octubre le trasladan a la cárcel de mujeres de Granada donde comparte celda con tres presas políticas más y convive con otras presas comunes, “algunas por adulterio, abandono del hogar o prostitución, derechos que luego fueron incluidos en el proceso democrático porque los defendimos en las calles”.

Allí permanece hasta el 13 de noviembre, sale libre siete días antes de la muerte de Francisco Franco. Después recuerda, “fue morirse Franco y estábamos todo el día en la calle en aquellas manifestaciones inmensas preconstitucionales de Amnistía y Libertad. No eran legales, algunas se reprimían y otras no porque ya no sabían qué hacer, estaban desconcertados, pero hay que aclarar que las leyes democráticas se lograron en la calle”, puntualiza Isabel.

Te marca de por vida

Isabel nos cuenta que “este proceso represivo te marca de por vida. En mi caso abrió una profunda herida familiar con mi padre y mi madre que fue muy dolorosa”. Recuerda como fundamental que su madre no le acompañó al parto de su hijo, “todo se suavizó más tarde con la intermediación de mi padre pero para mí la principal herida es ese dolor que tú pasas primero y luego el que pasa la familia”. También recuerda a personas que lo pasaron peor, a mujeres que no se recuperaron psicológicamente, a personas que habían sido despedidas de su trabajo y tuvieron que esperar a la amnistía laboral, “el franquismo fue una máquina de fabricar dolor, o sea, de fabricar miedo y dolor”. 

Isabel ya está jubilada como docente de historia en educación secundaria pero no ha parado de defender derechos y libertades entre ellos el derecho a una muerte digna o para la Memoria de la Asociación Catalana de Expresos Políticos del Franquismo. Su labor ha sido reconocida en premios y menciones y ha escrito un libro con sus experiencias y coordinado uno grupal sobre las personas detenidas en el tardofranquismo en la comisaría de la Plaza de los Lobos en Granada.

Como profesora de historia, señala que el franquismo se enseñaba en su segunda etapa con una vertiente económica de desarrollismo, migración y turismo, “donde parecía que la dictadura ya no era tan dictadura”. Ella, y más gente de su generación, tienen muy claro que “además de que somos los testimonios de personas que quedamos vivas queremos que se sepa que la dictadura fue una dictadura hasta el final”.

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Isabel Alonso en la puerta de la antigua Comisaría de la Plaza de los Lobos propiedad ahora de la Universidad de Granada. Jaime Cinca

La historiadora está de acuerdo con los estudios que muestran que después de la transición democrática la policía española no fue depurada y es partidaria a todo aquello que logre que la policía española aprenda a ser una policía democrática, “sobre todo la que es heredera de la policía franquista esa que cuando llegó la democracia incluso les dieron cargos o condecoraciones como a Billy el Niño o los pusieron en la lucha antiterrorista”. 

Recuerda la manifestación en Barcelona de la violencia contra las mujeres en Barcelona, “que salió un nuevo grito de, ‘me cuida la vecina no la policía’ y yo escribí un artículo donde defiendo que también hay policías demócratas y yo quiero que me cuide la vecina pero que también me cuide la policía”. Isabel termina la entrevista confesando que todavía se siente con una responsabilidad moral para seguir intentando construir una sociedad mejor, “me pregunto para qué hacemos esto y es para decir, oye, esto se hizo mal y se puede hacer mejor”.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/crimenes-franquismo/isabel-alonso-davila-franquismo-maquina-fabricar-miedo-dolor