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Entrevista a Emilio Santiago Mouiño, antropólogo climático

«Abundancia, prosperidad y ecología no solo no se contradicen, sino que son términos complementarios»

Fuentes: La marea climática [Foto: El antropólogo climático y científico del CSIC Emilio Santiago Muiño]

El científico del CSIC publica un ensayo ‘Vida de ricos’, donde rechaza tanto el consumismo destructivo como la austeridad resignada y, en su lugar, propone una tercera vía.

Si pensamos en la vida de una persona pudiente, seguramente se nos vengan a la cabeza las palabras lujo, yates, viajes caros, mansiones, relojes exclusivos, etc. Pero, ¿y si resignificáramos esa idea? ¿Hacia dónde podría apuntar otro tipo de existencia deseable que asegure la supervivencia del planeta? Eso es lo que expone el antropólogo climático y científico titular del CSIC Emilio Santiago Muiño en su ensayo Vida de ricos (Lengua de trapo, 2025). Un libro en el que propone una tercera vía en la que rechaza tanto el consumismo destructivo como la austeridad resignada para encontrar una vida atractiva en la que se den las condiciones óptimas –tiempo libre, atmósfera habitable y seguridad material– para que cada uno pueda explorar y desarrollar sus pasiones. Una idea esperanzadora que muestra, según sus palabras, que abundancia, prosperidad y ecología pueden ser términos complementarios.

¿Es posible una vida de ricos que asegure la supervivencia del planeta? 

Sí, sin ningún tipo de duda: no solo es perfectamente compatible sino que puede ayudar al programa ecologista a cubrir algunos problemas estratégicos o discursivos. Abundancia, prosperidad y ecología no solo no se contradicen, sino que son términos complementarios.

Para ello, lo primero es resignificar el término. ¿Cómo podemos alcanzar esa mejor vida?

Lo importante es que el ecologismo en particular y la izquierda en general vuelvan a reivindicar lo aspiracional, algo que no se tiene por qué dar en las coordenadas capitalistas y consumistas. Yo no intento definir cuál es la vida buena, pero sí construir posibilidades para inaugurar una verdadera libertad y una experiencia de plenitud que me atrevo a decir que son superiores. Yo propongo una serie de condiciones que tienen que ver con tener las necesidades básicas cubiertas, con tiempo libre y con una atmósfera habitable. Sin estas, nadie es libre. A partir de ahí, generar convicciones para que cada uno explore sus grandes pasiones, ya sea a través de la belleza, de la sensualidad, de la exuberancia vital, etc. Creo que esto es el verdadero lujo al que podemos aspirar y con el que podemos ganar al neoliberalismo la batalla del deseo.

Sobre todo teniendo en cuenta que la vida actual, en muchos casos, no nos hace felices. 

De esto se lleva hablando desde hace muchísimo tiempo. Los síntomas están ahí y el más evidente es la epidemia actual de salud mental. Esta es la punta del iceberg de la alienación, del sentir que no eres dueño de tu vida, que vives en una jaula de hierro, que incluso cuando eres de los privilegiados de la sociedad, sigues sin sentirte realizado y feliz. Con esto se puede demostrar que el modelo de felicidad neoliberal ha fracasado en la práctica. Habrá personas que no lo vivan de esta manera, pero en general es así. Ante esto, tenemos la posibilidad de disputar un horizonte de lujo comunal: es decir, aspirar a una vida en la que volverse adulto no suponga adaptarse a una somnolencia rutinaria atrapada en trabajos de mierda, esfuerzos inútiles y premios vacíos.

Resalta que el tiempo libre, las relaciones comunitarias, la seguridad material y lo pasional tienen un papel muy importante.

Estos elementos son clave. El tiempo libre es una condición de soberanía personal, por lo que cualquier política que vaya orientada hacia su democratización es un elemento consustancial de este lujo comunal. Las relaciones comunitarias también, ya que los seres humanos no estamos hechos para vivir solos. Por último, tener seguridad material y poder desarrollar lo pasional, es decir, poder desarrollar actividades que son un fin en sí mismo. Este es el verdadero lujo al que podemos aspirar.

Para conseguir un cambio, lo primero que hay que hacer es ofrecer una mejoría. Algo que en el ecologismo nunca ha sido una prioridad.

Después de 50 años de movimiento tenemos constancia de que lo que se ha hecho mayoritariamente no es suficiente: no lo es el dato ni el apelar a las emociones de miedo. Hay una dosis de alarmismo que creo que es sana y normal, pero el ecologismo se ha encallado en ella. Lo que hay que entender es que estás convocando a la gente a hacer una enorme transformación en su vida y en su sociedad, lo que implica enormes esfuerzos y riesgos. Si quieres convocar a un sujeto ambicioso, con ganas de hacer historia, hay que ofrecer un horizonte de mejora.

Aun así, siendo realistas, algo de decrecimiento tendremos que experimentar.

Totalmente. El optimismo que propongo no es ingenuo o positivo. En cualquier caso, debemos ser conscientes de que tenemos más margen de maniobra que hace 25 años gracias a la revolución tecnológica de las renovables, a las baterías y a la electrificación. Gracias a ellas no vamos a tener que volver a una sociedad preindustrial de base rural: puede haber una cierta continuidad, pero va a haber cosas que van a tener que cambiar. Como la alimentación, por ejemplo. Ya no vamos a poder seguir comiendo tanta proteína animal a nivel mundial. Pero también hay otras cuestiones que tienen que ver con la movilidad, los vuelos, la sociedad de consumo, etc.

A crear esta nueva vida nos puede ayudar mucho el ecosocialismo espontáneo. ¿Qué es y cómo puede hacerlo?

El neoliberalismo ha sido muy eficaz en su proyecto político porque su ideología se ha encarnado en nuestra antropología, es decir, en toda una serie de hábitos espontáneos a los que somos inducidos por la propia materia cultural en la que vivimos. Desde el móvil hasta el modelo de ciudad. En Madrid lo hemos visto con el PP, donde han construido a sus propios votantes. Por ello, tenemos que buscar políticas que generen ecosocialismo espontáneo: formas fáciles que nos lleven a relacionarnos con los conciudadanos y con la naturaleza de otra manera. Donde yo vi una herramienta muy potente es en el urbanismo, en ciudades como Barcelona o París. Una serie de cambios que puede crear un tipo de sujetos humanos diferentes. El problema es que es muy fácil de decir pero difícil de hacer, porque necesitas gobernar mucho tiempo o que tus valores sean respetados por los otros.

Fuente: https://climatica.coop/entrevista-emilio-santiago-libro-vida-de-ricos/