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La juventud en el reino de España (2007-2024): entre el precariado y la emigración

Fuentes: Sin Permiso

Siendo muy preocupante en la actualidad la situación social de aquella parte de nuestra juventud (en lo laboral y en la vivienda en particular) que reside en el reino de España, no lo es menos lo sucedido con la que ha desaparecido de entre nosotros por medio de la “válvula de escape” migratoria. Una válvula que debiera haber facilitado la situación de los que permanecían en el país. Algo que a todas luces veremos en este análisis que no ha sido así.

Se ha escrito mucho sobre si la llamada generación millennial sufrió el embate de la crisis financiero-inmobiliaria de 2008 como ninguna otra. Aunque se deba recordar que ya las generaciones anteriores de mileuristas (la generación X) habían soportado las consecuencias de la globalización neoliberal rampante desde los años 80 (de Reagan y de sus monaguillos europeos).

En ese contexto ya hace diez años analicé la situación de la población joven (de 16 a 34 años) en el conjunto de España[1] entre 2007 y 2014 con el título de “Los exiliados económicos”. Con datos que me parece de interés actualizar y resumir hasta 2024 (INE) en un sencillo recuadro que va más abajo (siempre para los ciudadanos nacidos en el reino), con la intención de aclarar algo la corrosión social de fondo que estaría alimentando el creciente alejamiento de los más jóvenes respecto a las grandes opciones políticas que nos han venido gobernando entre 2007-2024. Datos me parecen sorprendentes.

De manera sintética observamos en este recuadro una muy ligera reducción absoluta del paro entre la generación de los jóvenes españoles[2] que contrasta muy fuertemente con el desplome de la población ocupada entre esas edades (dos millones y medio menos), y con una semejante caída de la población activa en edad de trabajar. Un desplome de la población ocupada para estos tramos de edad (caída de casi el 40 % entre 2007 y 2024) en las antípodas del incremento de más de un millón de ocupados en dicho período (un ascenso del 5 % entre 2007 y 2024) para el conjunto de todas las edades.

O dicho al revés: si el desplome de los ocupados no se tradujo en un creciente desempleo entre los más jóvenes es porque mucha de esa población activa dejó de serlo, dejó de estar disponible para trabajar. Algo que, de nuevo, contrasta con la expansión del total de la población activa española en dicho período.

Y si bien una parte de entre estos más jóvenes podría haber pasado a estar inactiva (estudiando o similar), lo cierto es que entre esos años el colectivo de inactivos entre 16-34 años apenas creció en medio millón. Con lo que aún nos restarían por explicar lo sucedido con dos millones de jóvenes que habrían desaparecido del mercado laboral por otras vías.

A la vista de estos datos parece crucial detallar lo que ha ido sucediendo con la población más joven disponible para trabajar en España a lo largo de lo que llevamos de siglo, teniendo en cuenta los golpes de las crisis de 2008 y del año 2021, según las distintas generaciones o tramos de edad (también con datos INE). Para entender el mecanismo de esta válvula de escape social que permitió que una notable destrucción de empleo no se transformase en un mayor número de desempleados[3].

Cuando se indaga el asunto desde esta perspectiva -por tramos de edad- se llega a dos conclusiones básicas. La primera que la mitad de esa caída se debe a una menor natalidad de la población española, que entre 2002-2021 deja de añadir un millón de personas al mercado laboral. La segunda que el resto, más de otro millón de personas, fueron jóvenes de menos de 35 años que han ido emigrando fuera de España[4]. Si bien se mira la segunda actúa de motor de refuerzo de la primera. Porque esos jóvenes nacidos en España que emigran es dudoso que sumen en España los hijos que podrían tener de residir aquí.

En síntesis. Nos arreglamos entre 2007 y 2024 con dos millones y medio menos de ocupados jóvenes españoles, sin que eso supusiese aumentar su volumen de desempleo, porque estamos frenando la natalidad (sin duda a causa de esas menores probabilidades internas de empleo), y porque más de un millón de jóvenes han emigrado. Lo que no es incompatible con que, al mismo tiempo, hayamos necesitado (para determinadas ocupaciones menos cualificadas) incorporar a un creciente número de inmigrantes ya no tan jóvenes[5].

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Aclarado el drama cuantitativo -del volumen de empleo decreciente para las generaciones más jóvenes nacidas en España- merece la pena indagar si, al menos, en ese contexto catastrófico algo ha mejorado en sus aspectos cualitativos[6]. Ya de entrada, aquella regresión si se combina con un creciente envejecimiento del empleo que persiste (cabría suponer porque son generaciones que entraron en el mercado laboral con más derechos y estabilidad, antes de las últimas ofensivas neoliberales y de las recientes oleadas de digitalización) no presagia nada bueno en relación a tales atributos cualitativos del empleo. Siempre bajo la premisa, reitero, de que una reducción de casi el 40 % del empleo de los más jóvenes debiera, a priori, haber favorecido su mejora cualitativa.

Empecemos por la temporalidad y el trabajo a tiempo parcial. El porcentaje de jóvenes con contratos a tiempo parcial habría pasado de un 13 % del total a un 21 % entre 2007 y 2024, no observándose en este caso ninguna reducción entre 2018-2025 en unos números absolutos (algo más de un millón de jóvenes) que se mantienen ocupados bajo esta modalidad de contrato; todo ello mientras el total de contratados se redujo en más de dos millones y medio de jóvenes[7].

En cuanto a los contratos temporales entre 2007 y 2024 es notoria su reducción tanto para los más jóvenes como para el conjunto de los ocupados, aunque siga siendo ocho puntos porcentuales superior para los primeros, a pesar de la reducción en más de un millón de temporales jóvenes entre 2018-2025. Los ocupados de entre 16 y 39 años de edad (en este caso el INE no permite acotar en los 35 años) siguen concentrando casi el 60 % de todo el empleo temporal que subsiste en España.

Respecto a la ganancia media anual por trabajador sabemos que en 2007 los ocupados de menos de 34 años percibían unos 14.600 euros, lo que los situaba en un 72 % de la media del conjunto de los ocupados, pero en el año 2023 (último disponible) los 18.200 euros de media para los más jóvenes ya solo suponen el 65 % de la ganancia media del conjunto de los ocupados.

En conjunto para la población más joven nacida en España su situación entre 2007 y 2024 puede resumirse en las siguientes tendencias: un desplome radical de su cuota de empleo en el total de la actividad económica (que ha provocado una radical contención de la natalidad), un éxodo migratorio masivo y una mayor permanencia como inactivos (estudios, por ejemplo). Solo así se explica que el volumen de jóvenes parados se haya estabilizado. Estaríamos ante una “jibarización” social de la generación millenial y posteriores.

Y aún en ese contexto los ingresos medios de los jóvenes españoles que siguen ocupados dentro de España se han deteriorado en relación a la media del conjunto de los trabajadores[8]. Lo que es coherente con que el volumen de los contratos a tiempo parcial entre los jóvenes se mantenga en medio del hundimiento del volumen total de jóvenes ocupados. Solo en el caso de los contratos temporales se viene produciendo una notable reducción, aunque ello no impida que aún en la actualidad los trabajadores jóvenes acaparen más de la mitad del empleo temporal que subsiste en España.

Este es el problemático substrato objetivo que genera el capitalismo español para nuestros jóvenes, y que las nuevas derechas extremas intentan rentabilizar contra el chivo expiatorio de la inmigración, prometiendo a nuestras últimas generaciones regresar al feliz mundo de la infancia de la generación de los baby boomers (también por entonces con no menos emigración fuera de España).

Un sustrato hoy día aún más problemático si consideramos que mientras en el año 2006 solo el 25 % de los jóvenes entre 25-40 años tenía estudios universitarios, en 2024 ese porcentaje llegaba al 50 %, lo que implica que este ascensor social universitario de poco habría valido para evitar emigrar o ser precario[9].

Frente a aquel relato tóxico -sobre una realidad sin duda alarmante- considero que, muy al contrario, las propuestas sociales ajustadas a este siglo XXI debieran pasar por una reducción de la jornada laboral y de la edad de jubilación para todos los ocupados, a la par que por un embridamiento de las presuntas soluciones digitales y de IA para cubrir nuestras necesidades en los más diversos servicios[10] (tanto privados como públicos). En suma: con reparto social de las rentas de la productividad y con subordinación de esta a otras prioridades sociales.

Notas:

[1]    En el mismo diario (6 agosto de 2017) hacía lo propio titulando “Galicia, generación arrasada

[2]    Reitero que en este análisis me refiero solo a los nacidos en España. Bien se que contamos con un creciente colectivo de ocupados y españoles no nacidos en España.

[3]    Aunque sí en una mayor tasa de paro, con semejante número de parados, al disminuir el denominador (la población activa) de dicha tasa.

[4]    Jóvenes sobradamente cualificados que mientras el castizo capitalismo español los considera “sobrecualificados”, el capitalismo alemán (y de otros destinos) fue capaz de acomodar. Así en 2023 emigraron casi 46.000 jóvenes españoles (el 56 % del total emigrado) (datos INE) (cifras inferiores a las de los años previos disponibles). Cifra que, por tanto, se ajustarían a la media de unos 58.000 emigrantes jóvenes españoles para totalizar en diecisiete años el millón anotado en el texto.

[5]    Ocupados -hoy ya españoles- menos cualificados que lo hacen en los servicios personales y los asociados al turismo.

[6]    Este drama se habría corregido algo en el período 2018-2025 (Gobiernos en coalición con el PSOE) pues la ocupación total de españoles se habría incrementado en un millón de personas, de las cuales la cuarta parte habrían sido jóvenes de entre 16-35 años. Una etapa positiva que habría permitido corregir algo la debacle previa y en la que serían decisivos los empleos en los servicios públicos (sanitarios y educativos en cabeza).

[7]    Lo que explica el incremento de la ratio de empleo a tiempo parcial.

[8]    Asunto especialmente grave cuando el acceso a una vivienda (en propiedad o en alquiler para los más jóvenes) se fue volviendo a cada paso más caro e inaccesible. Lo que explica la proliferación de infra viviendas a precios elevados.

[9]    Sobre este particular me ocupaba aquí recientemente: https://www.sinpermiso.info/textos/reino-de-espana-tenemos-castas-hereditarias-o-ascensor-social

[10]   Asuntos de los que me ocupo con más detalle en estos ensayos (ahora en acceso abierto):

https://unebook.es/es/ebook/trabajo-y-capital-en-el-siglo-xxi_E9000026540

      https://unebook.es/es/ebook/sociedad-de-mercado-o-sociedad-decente_E9000027178

Albino Prada es colaborador habitual de Sin Permiso, su último ensayo se titula “El regreso de China. La globalización imposible”, Universidade de Vigo (2025).

Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/la-juventud-en-el-reino-de-espana-2007-2024-entre-el-precariado-y-la-emigracion