La vicepresidenta de la Confederación de Nacionalidades de Pueblos Indígenas del Ecuador conversó con Mongabay Latam sobre el conflicto entre los pueblos indígenas y el gobierno ecuatoriano.
La lideresa indígena señala que, si para el 13 de octubre no se tiene acuerdos, podrían reiniciarse las protestas.
«Nos han hecho creer que con extraer petróleo, los pueblos indígenas pueden desarrollarse económicamente, pero no es así», dice Zenaida Yasacama, vicepresidenta de la Confederación de Nacionalidades de Pueblos Indígenas del Ecuador (CONAIE). En esta entrevista con Mongabay Latam, la dirigente habla del paro nacional de junio de este año, que se extendió por 18 días, y que aterrizó en una serie de mesas de diálogo planteadas por el gobierno para atender las demandas.
Entre las diez exigencias que presentaron los pueblos indígenas durante el paro, las mismas que se han estado discutiendo en los últimos meses, están el control del precio del combustible, la moratoria de las deudas en la banca pública y privada, así como no ampliar la frontera petrolera y minera. Las movilizaciones se detuvieron bajo el compromiso explícito del gobierno ecuatoriano de atender cada una de las demandas.
¿Qué ha pasado más de tres meses después? ¿Qué viene ahora? Mongabay Latam conversó con Zenaida Yasacama, lideresa del pueblo kichwa de Pacayacu y economista de profesión, para conocer cuáles han sido los resultados, hasta el momento, de las conversaciones entre organizaciones indígenas y el gobierno ecuatoriano. También para analizar la situación de la Amazonía ecuatoriana, el impacto de las actividades extractivas y el liderazgo que están asumiendo las mujeres en las organizaciones indígenas.
—En Ecuador están en negociaciones tras las protestas que se realizaron en junio, ¿cuál es el panorama?
—Tuvimos 18 días de movilizaciones por el respeto a los derechos colectivos, derechos humanos, derecho a la naturaleza, derecho a la vida. Hemos vivido días muy difíciles. En este momento estamos atravesando el problema de la ampliación de las actividades extractivas como el petróleo, la minería, la tala de árboles. Nos sentimos amenazados, porque ya lo hemos vivido más de 50 años. Nos han hecho creer que con extraer petróleo, los pueblos indígenas pueden desarrollarse económicamente, pero no es así. Hemos rechazado rotundamente las expresiones del Estado ecuatoriano que mencionan que los pueblos indígenas son los que retrasan el desarrollo del país, ¿pero cuántos años han vivido administrando sin la intervención de los pueblos indígenas? Ellos eran los que nos tenían secuestrados. En Ecuador hay 15 nacionalidades, 18 pueblos indígenas y cientos de comunidades. En este momento, los pueblos y los territorios de la Amazonía están amenazados completamente.
—¿Por qué se inició la movilización?
—En el VII Congreso de la CONAIE se establecieron varios mandatos de los pueblos y nacionalidades. Hemos trabajado la propuesta de los temas más importantes para dialogar con el gobierno nacional. Nuestro primer diálogo fue en octubre de 2021, en el que no hubo ningún resultado. El segundo diálogo fue en noviembre de 2021 y tampoco tuvimos resultados. El gobierno nos dijo que le demos tiempo, tres semanas, que era hasta fines de diciembre, pero lastimosamente no nos dieron ninguna respuesta. En enero hicimos un consejo ampliado de nuestra estructura organizativa e indicamos que no teníamos respuesta. Acordamos esperar hasta febrero para, nuevamente, tener un consejo ampliado donde nos planteamos hasta cuándo íbamos a esperar. El 20 de mayo otra vez tuvimos una reunión en la que, por consenso, se decidió hacer una movilización, puesto que el gobierno no nos estaba escuchando.
—¿Hubo algún acuerdo?
—Salimos en una movilización pacífica para exigir las diez demandas en beneficio del pueblo ecuatoriano y no solamente del sector indígena. Empezamos el 13 de junio y estuvimos 18 días hasta el día 30 de junio. Tras las movilizaciones firmamos un acta de compromiso con el gobierno para tener una base de trabajo y que la Iglesia sea el mediador. Además, como movimiento indígena pedimos a la ONU [Organización de las Naciones Unidas] y otras instancias internacionales que sean veedores y puedan acompañar este proceso de diálogo que empezó el 13 de julio y durará hasta el 13 de octubre. El acuerdo fue dialogar durante estos 90 días.
—¿Quiénes forman parte de la mesa de diálogo?
—El movimiento indígena liderado por la Conaie y nuestras organizaciones fraternas como Feine [Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador] y Fenocin [Confederación Nacional de Organizaciones, Indígenas y Negras]. También los sectores sociales y parte de la ciudadanía ecuatoriana que se sienten afectados por los temas que está atravesando el Ecuador. En las mesas de diálogo hemos hablado sobre focalización de combustible, control de precios, fomento productivo, alivio financiero y extractivismo de petroleras y mineras. De estos cinco temas. En alivio financiero hemos podido tener un poco de viabilidad en lo que respecta a la banca pública, así como el tema de moratoria.
—¿Cuáles han sido esos acuerdos en el tema financiero?
—Durante la pandemia algunos han perdido empleos. Es una situación compleja en Ecuador. Algunos emprendedores y nuestros agricultores sacaron microcréditos para poder seguir trabajando y, como consecuencia de la pandemia, hubo muchas deudas y perdieron sus bienes. Una de las propuestas para aliviar financieramente al pueblo ha sido solicitar la condonación de las deudas hasta diez mil dólares y la reestructuración de las deudas con créditos del 1 % para emprendedores. Estas propuestas han sido tomadas en cuenta y aceptadas por parte del Estado, aunque la condonación de deuda solo ha sido aceptada hasta un máximo de 3000 dólares. En las otras cuatro mesas no tenemos ninguna respuesta. Sobre el control de precios nos han dicho que no será posible. Y todavía falta instalar otras mesas: derechos colectivos, educación, justicia, salud. Hasta el 13 de octubre tenemos tiempo para debatir y avanzar con estas mesas.
—¿Qué pasará con los temas en los que no están llegando a acuerdos?
—Como movimiento indígena, con nuestras organizaciones fraternas, hemos predispuesto nuestro tiempo con la capacidad técnica y con la capacidad de liderazgo, pero no hay respuesta. Incluso el gobierno ha hecho declaraciones para debilitar al movimiento indígena diciendo que queremos imponernos. Pero no es así. Lo único que tratamos de hacer es que este diálogo tenga resultados concretos y que sean viables. Claro que el gobierno hace ver que la Conaie no está aceptando, pero no es así. Lo que sucede es que los gobiernos no están para servir a los que realmente necesitan.
—¿Qué piensan hacer desde la Conaie?
—Nuestro mensaje sería que los gobiernos de la derecha, quizás los gobiernos neoliberales, no están para ayudar, para trabajar o para encaminar al desarrollo, más bien están para hacer desaparecer a los pueblos y nacionalidades indígenas y coger todo esos territorios que los pueblos indígenas han cuidado cientos de años y destinarlos a la actividad petrolera y decir que ese es el desarrollo para nosotros. Cuando en Ecuador es importante para su desarrollo, por ejemplo, el turismo. Además, la matriz productiva debe mejorar para dar valor agregado a nuestros productos nacionales y podamos ser exportadores. Creo que es un momento para que muchos países hermanos unamos esfuerzos en esta lucha y darnos esa fortaleza que necesita el continente.
—El informe de RAISG señala que el 89 % del petróleo que sale de la Amazonía proviene de Ecuador, ¿eso cómo afecta a las comunidades indígenas?
—El petróleo ha destruido la cosmovisión en algunos pueblos, principalmente en el norte de la Amazonía. Donde yo vivo, en el centro de la Amazonía, todavía no ha entrado porque estamos defendiendo a diario, al igual que en el sur de la Amazonía. La Amazonía debería ser una de las regiones más desarrolladas porque desde allí sale el petróleo, pero es todo lo contrario, es la región más olvidada.
—¿Qué está sucediendo en la Amazonía centro?
—Mi territorio está en la provincia de Pastaza, en la Amazonía centro, que todavía está intacta, se mantiene, pero hay muchas amenazas, mucho interés para que ingresen las petroleras. Incluso, ya han identificado donde está el petróleo y dicen que los pueblos indígenas somos mezquinos porque no queremos el desarrollo. Pero tenemos un claro ejemplo de lo que pasa en el norte de la Amazonía, ahí se ha hecho explotación petrolera y ¿dónde está el desarrollo? Los pueblos indígenas más bien somos cuidadores de los bosques. Por ejemplo, ahora que estamos viviendo el cambio climático, la Amazonía da aire y un respiro al mundo, por eso debemos mantenerla, cuidarla y defenderla. Además, nosotros tenemos en la selva nuestro mercado, nuestras medicinas, nuestras frutas y podemos ir al río a pescar. Y si se llegara a expandir la actividad petrolera estaríamos muriendo de hambre. La pelea es bastante dura, y creo que la participación de la mujer ha sido muy importante para la lucha.
—Recientemente hubo una audiencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la denuncia por violación a los derechos humanos de los indígenas en aislamiento por parte del gobierno Ecuatoriano, ¿qué decidieron?
—El día 23 de agosto estuvimos en Brasil en la audiencia por los hermanos Taromenane y Tagaeri, que son hermanos no contactados, porque el gobierno nacional ya tiene todo listo para que ingrese la empresa petrolera a su territorio y nosotros estamos defendiéndolos. Ellos dicen que no hay ningún tipo de contaminación, cuando hace unos meses se vivió un derrame de petróleo y han dicho que no es un derrame complejo. Nos preocupa porque el territorio es nuestra casa, tenemos todo allí. Creemos que al gobierno el movimiento indígena no les interesa.
—Usted ha mencionado el papel de las mujeres indígenas en la defensa de la Amazonía…
—Las mujeres tenemos sueños y retos que cumplir, pero también hay muchos obstáculos. Debemos saber caminar, reconocer de dónde venimos, a dónde queremos ir y qué queremos para la juventud, para la nueva generación. Las mujeres de la cuenca amazónica estamos siendo dirigentes, estamos en las asambleas nacionales, en los pocos espacios que hemos podido construir. Tenemos también una parlamentaria andina. Dentro de la Asamblea Nacional de Ecuador tenemos mujeres indígenas, pero muy pocas. Y creo que nos ven como que no vamos a avanzar. Considero que en nuestros países de la cuenca amazónica todavía no hay un mecanismo de participación política para las mujeres.
En esta Cumbre he propuesto que debemos crear un mecanismo de participación para las mujeres. Dentro de la organización podemos participar, aunque hay organizaciones y nacionalidades que todavía no las dejan participar, pero las mujeres estamos asumiendo responsabilidades. Yo, por ejemplo, soy la primera vicepresidenta de la Conaie en toda la historia de la organización. Siempre han sido hombres, pero actualmente somos cinco mujeres y cinco hombres en el Consejo de Gobierno de la Conaie. Ahora hay paridad, aunque aún no hemos tenido presidenta en la organización nacional. Pero en mi pueblo yo fui la primera presidenta y no fue nada fácil trabajar con los hombres.
—¿Ha sido muy difícil?
—Ellos decían: ‘¿Cómo una mujer me puede mandar? ¿Cómo una mujer me puede dirigir?’ Pero ese paradigma se rompió en mi pueblo y después de mi gestión también asumió una mujer como presidenta. Creo que es importante entender nuestra cosmovisión, también desde el feminismo, porque el movimiento indígena tiene su conceptualidad. Creo que debemos tratar de ver la forma para poder discutir, porque en nuestras nacionalidades tenemos la función de la mujer y la función del hombre, pero creo que con la sabiduría y el entendimiento se puede lograr. Soy dirigenta y también soy madre, y la gente acepta porque sabe que somos mujeres y también somos una autoridad. Muchas veces las mismas compañeras también generan esa diferencia. Nosotras hablamos de la violencia contra la mujer cuando a veces entre nosotras mismas se da esa violencia. Al inicio fue difícil, pero ahora me siento más fortalecida, por eso creo que, cuando una mujer empieza a tomar el liderazgo desde su comunidad, la gente te conoce y así puede llegar más alto. Y es importante mantener la relación de nuestras bases y enseñar a caminar juntos.
—¿Recibió apoyo de su familia?
—Mi familia siempre ha estado en la organización, mi mamá ha sido dirigente de las mujeres. Ella lo único que me dice es que siempre debo cuidarme. Aunque ya es mayor, en estos 18 días de movilización ella me supo acompañar y estuvo conmigo. Ella es una de las mujeres que caminó en 1992 cuando hubo un levantamiento de los pueblos indígenas de Ecuador, entonces sabe cómo es la lucha y lo importante que es. Para mí la familia es fundamental y sobre todo mis padres porque ellos me han transmitido muchas cosas, por ejemplo, mi madre hasta ahora debate en las asambleas.
—¿Qué pasará el 13 de octubre si no se llega a acuerdos concretos?
—Estamos sumamente preocupados como líderes nacionales porque esto provocaría un levantamiento, una nueva jornada de lucha, porque nuestras bases están declarando eso. Hemos dicho al gobierno que busquemos una solución y que no quisiéramos que nuestros hermanos mueran, porque el Estado lo que hace es matarnos, perseguir a los líderes, a las lideresas y a los defensores. Nuestras bases manifiestan que debemos hacer nuevas movilizaciones desde diferentes provincias, y para mí es una situación compleja y muy preocupante. Nadie quiere eso, pero sucede porque los gobiernos no escuchan y más bien los gobiernos nos matan. Pero los organismos internacionales tampoco actúan. ¿Acaso han suspendido, han sancionado? No. Por ejemplo, Lenin Moreno (expresidente de Ecuador) ahora trabaja en la OEA, es el comisionado de la Organización de Estados Americanos para asuntos de discapacidad y los ministros también en Estados Unidos y otros países, viviendo su vida, y no pasa nada. A nosotros, por defender nuestro territorio, por salir a la calle, nos judicializan y hasta nos matan. Y nadie dice nada.