«Estamos convencidos de que la autodeterminación de Cataluña es hoy en día la mejor aportación que las clases populares catalanas pueden hacer por el cambio en España, obligando a abrir el candado de la Constitución del 78, rompiendo la organización territorial del Estado y abriendo una rendija que puede ser aprovechada por la izquierda de […]
(Fragmento del Manifiesto de la Crida Comunista Catalana)
Ya sabemos que bajo el capitalismo globalizado, cuando se quiere forzar a determinado pueblo, país, Estado o comunidad a que acepte determinadas condiciones, el mejor chantaje es el económico. Sólo hay que fijarse en la gran cantidad de sanciones económicas que el salvaje Gobierno de Washington impone a determinados países que se enfrentan a sus deseos. Y eso es exactamente lo que lleva ocurriendo en Cataluña desde los días siguientes al referéndum del pasado 1 de octubre. Un acoso económico en toda regla, protagonizado fundamentalmente por las empresas catalanas, o que tenían allí su domicilio social, que se están marchando en bandada «ante el temor de una posible independencia». Bajo el mantra de que «el dinero tiene miedo», todas estas empresas están chantajeando al pueblo catalán, amenazando con retirar sus sedes (muchas lo han hecho ya), para seguir disfrutando en el resto de España de la necesaria «seguridad jurídica» para poder funcionar. Pero no sólo las empresas, ya que este acoso económico está siendo también protagonizado por otros muchos actores, tales como el Gobierno español, las agencias de calificación de riesgos, el FMI, los operadores turísticos, etc. Incluso la propia ciudadanía. Pero vayamos por partes. Ya pasan de la treintena el número de empresas instaladas en suelo catalán que han decidido trasladar su sede social a otros puntos de España (sobre todo Madrid, pero también la Comunidad Valenciana, o la Comunidad Balear, entre otras). De momento, sus centros de producción, oficinas o fábricas continuarán en Cataluña, por lo cual seguirán pagando allí los impuestos relativos a las actividades económicas, o el IBI (sobre bienes inmuebles). Pero el resto de impuestos, como el Impuesto de Sociedades, será ingresado en la Comunidad donde resida su nueva sede social.
Han declarado que los traslados no afectarán a los intereses de sus accionistas, clientes o empleados/as, pero evidentemente, la inestabilidad, tensión y miedo generados se extienden cada día. También han asegurado que los puestos de trabajo no se verán afectados, pero…¿es que acaso poseen alguna credibilidad estos agentes económicos? ¿Es que acaso no son ellos en sentido general los responsables a gran escala de la ola privatizadora y neoliberal que nos imponen? Algunas se han ido ante la incertidumbre generada tras el referéndum, otras se lo han pensado durante algunos días (pero al final han terminado saliendo de Cataluña), y un tercer grupo han declarado que sólo se irían del territorio catalán si se proclamara formalmente una DUI (Declaración Unilateral de Independencia, que al momento de escribir este artículo, parece ser que ha sido declarada y a continuación suspendida, por lo cual no sabemos cómo reaccionarán finalmente estas empresas). Como su única obsesión es trasladar «tranquilidad a los mercados», no les duelen prendas en instalarse en cualquier otra ciudad (incluso les daría igual irse fuera de España) con tal de aliviar el escenario de incertidumbre. Y bajo el mantra de continuar bajo el amparo del euro y la pertenencia a la Unión Europea, no les importa acabar con el PIB catalán, ni desligarse de su tierra de origen o nacimiento. La pionera fue la empresa Natur House, del campo de la nutrición y dietética, y a día de hoy, la lista, como decimos, es larga: del grupo financiero, tenemos a dos gigantes como son Banco Sabadell y CaixaBank, del grupo energético a Gas Natural Fenosa, y otras muchas pertenecientes a diversos grupos, tales como Aguas de Barcelona (Agbar), Oryzon (biotecnología), Dogi (textil), Eurona (tecnología), Mediolanum (banca de inversión), Proclinic (material odontológico), Torras Papel (material de oficina), Grupo Planeta (el mayor grupo editorial de España), Freixenet (sector del cava), Codorniu (sector del cava), Catalana Occidente (grupo asegurador), Grifols (sector farmacéutico), Abertis (sector de infraestructuras), Cellnex (telecomunicaciones), o Colonial (sector inmobiliario), entre otras muchas.
Todos estos episodios constituyen una prueba más de que el mundo económico es el que realmente nos gobierna, es el poder más fáctico de todos (bajo la agresiva globalización capitalista que sufrimos), y que por supuesto, «no entiende de chiquitas». Estas grandes empresas, cotizantes del IBEX-35, la mayoría de ellas multinacionales, a pesar de que muchas de ellas declaraban en sus spots publicitarios su adhesión y pertenencia (incluso histórica, como en el caso de las empresas de cava catalán) a Cataluña, a la hora de la verdad han demostrado que su tierra les importa un pimiento en adobo. Han demostrado que sus únicos intereses son sus beneficios, y el hecho de estar presentes en una u otra comunidad, en adscribirse a un determinado pueblo, es para ellas algo absolutamente irrelevante. No les ha importado nada el hecho de ser empresas centenarias, muchas de ellas con un fuerte arraigo en Cataluña. Su única bandera es el dinero, su única razón de ser los beneficios económicos que puedan alcanzar, su única aspiración el generar cada vez más ganancias para sus dueños, directivos y accionistas. Por su parte, el Gobierno español les allana el camino, pues no tardaron ni 48 horas desde la primera deslocalización de un gran banco catalán en aprobar un Decreto-Ley para facilitar el traslado de la sede social de una empresa, eliminando el requisito de que dicho traslado tuviera que ser aprobado en Junta General de Accionistas, bastando sólo una aprobación del Consejo de Administración. Una prueba más de que nuestros gobernantes son los fieles perritos falderos de estos grandes agentes económicos, y que están completamente a su servicio. En estos momentos desconocemos cuáles de dichas empresas retornarán sus sedes a Cataluña si el escenario de fuerte tensión social decrece, y la inestabilidad se va reduciendo, pues algunas de ellas han declarado que dicho traslado era temporal.
¿Finaliza aquí el acoso económico a Cataluña? Pues sólo habiendo celebrado un intento de referéndum de autodeterminación (decimos «intento» porque el Gobierno había requisado e interceptado cualquier material logístico u organizativo para el mismo), el acoso es aún mayor. Según datos del sector bancario, más de 400 millones de euros salieron de Cataluña durante los 5 días anteriores y posteriores que rodearon la fecha de celebración del referéndum. Por su parte, algunas empresas extranjeras han dejado de realizar algunas inversiones previstas, y el Fondo Monetario Internacional, siempre al quite, ya ha llamado la atención sobre la grave situación económica que se está generando, y el posible peligro de cara a las inversiones, el empleo y las deudas en Cataluña. Las principales Agencias de Calificación de Riesgos, como Standard & Poors, Fitch y Moodys han realizado advertencias y declaraciones en la misma línea, incluso rebajando la valoración del bono catalán. Asímismo, un indeterminado número de posibles clientes se han desplazado desde Cataluña, desde ciudades y pueblos cercanos, a sus ciudades y pueblos vecinos de la Comunidad Autónoma de Aragón, para crear cuentas bancarias en otras entidades, y realizar allí sus depósitos, ante la espantada general y el acoso económico experimentado en pocos días. Sobre todo, algunos pueblos cercanos de la vecina Huesca han registrado un aumento del número de sus cuentas bancarias, por un flujo de clientes durante los últimos días. Hasta tal punto está llegando este acoso económico, que algunos dirigentes de la CUP reconocían en público que una vez declarada la independencia, no habría más remedio que instalar durante algún tiempo una especie de «corralito» económico y financiero, para controlar la cantidad de divisas que puedan gestionar las entidades catalanas, y no tener problemas de liquidez. La situación, por tanto, es ciertamente preocupante.
En el origen están las irresponsables declaraciones de los dirigentes de las grandes organizaciones empresariales (CEOE), que hace ya mucho tiempo que vienen caldeando el ambiente, creando este clima de miedo e incertidumbre, para que los políticos catalanes (representantes de una ciudadanía que los vota y que está de acuerdo en sus planteamientos, como se demostró en el referéndum) desistieran de sus planes soberanistas. En otros artículos ya hemos afirmado que la gran burguesía catalana siempre ha sido enemiga del proceso soberanista, y así lo han manifestado en numerosas ocasiones los dirigentes de sus organizaciones, como el Círculo de Economía, o Foment del Treball. Como siempre, la gran clase empresarial haciendo gala de su nula sensibilidad social, de su desprecio a la democracia, y de la imposición por la fuerza de sus criterios, tal como han realizado con el Gobierno español aplaudiendo la brutal reforma laboral que ha precarizado profundamente el mundo del trabajo en nuestro país. Ellos son los responsables de todo este chantaje y acoso económico, como medida de fuerza para que se aborten los procesos impulsados por la soberanía popular. Desde esta humilde tribuna volvemos a hacer un llamamiento a desoír las amenazas de estos grandes agentes económicos, a enfrentarse a sus designios y a sus imposiciones, y a continuar por la senda de la desobediencia civil y de la movilización popular. Sólo el pueblo catalán tendrá la fuerza suficiente como para imponerse a la voluntad manipuladora y antidemocrática de los poderes económicos y financieros, así como de la tiranía de las empresas, responsables de la crisis, de las injustas medidas que se han tomado para atajarla, y de la tremenda desigualdad, precariedad y exclusión social que han generado en Cataluña y en el resto de España. Hoy, más que nunca, los verdaderos responsables se muestran ante nuestros ojos. Seamos más fuertes que ellos.
Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.