Activistas de Greenpeace entraron hoy en un campo de maíz experimental en Zuera, Zaragoza, dejando tras de sí un gigantesco signo de «prohibido» de 50m, como mensaje simbólico para que las administraciones prohiban definitivamente los cultivos transgénicos. Este campo experimental, escondido para evitar su localización, está solamente a unos centímetros de campos destinados a la […]
Activistas de Greenpeace entraron hoy en un campo de maíz experimental en Zuera, Zaragoza, dejando tras de sí un gigantesco signo de «prohibido» de 50m, como mensaje simbólico para que las administraciones prohiban definitivamente los cultivos transgénicos. Este campo experimental, escondido para evitar su localización, está solamente a unos centímetros de campos destinados a la comercialización (por lo tanto, con un alto riesgo de contaminación de la cadena alimentaria humana y animal), en las inmediaciones de varias poblaciones, y a pocos metros del río Arga. Las variedades transgénicas que contienen, plantean una serie de graves riesgos para el medio ambiente y la salud.
Estas señales marcan el principio de una campaña global para proteger el maíz, uno de los cultivos más importantes del mundo, contra la contaminación genética y aparecieron esta misma mañana simultáneamente en España, México y Filipinas. «Greenpeace actuó hoy para evitar la contaminación irreversible de la agricultura y la naturaleza», ha afirmado Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos de Greenpeace. «Se trata también de una señal de aviso contra la contaminación del maíz por variedades transgénicas. Muchos de los efectos a largo plazo de los transgénicos en el suelo, los animales, las plantas y la salud humana siguen sin ser evaluados. Por lo tanto, la contaminación genética en todo el planeta es una amenaza para la biodiversidad, la seguridad alimentaria, el modo de vida de los agricultores y la elección de los consumidores», ha añadido.
A pesar de que prácticamente toda la UE es libre de trangénicos, el Gobierno español está permitiendo que 80.000 hectáreas de estos peligrosos cultivos invadan nuestros campos en un ambiente de absoluta falta de transparencia, ilegalidad, corrupción e intereses corporativos. «Aragón es actualmente la primera región europea en superficie de transgénicos, y los ciudadanos deben saberlo. Las Administraciones españolas prefieren proteger los intereses de un puñado de empresas a velar por la salud y la libertad de productores y consumidores», ha recordado.
Greenpeace trabaja por una agricultura y una alimentación sin transgénicos, basadas en los principios de sostenibilidad y protección de la biodiversidad. Por contra, las dramáticas consecuencias de los transgénicos quedaron patentes en el informe presentado por Greenpeace en el mes de abril, «La Imposible Coexistencia».
Greenpeace exige hoy al Gobierno nacional y a las autoridades aragonesas que:
– Prohiban todo cultivo de transgénicos, experimentales o comerciales.
– Obliguen a las empresas dueñas de estas semillas a asumir la responsabilidad por las contaminaciones genéticas que provocan.
– Publiquen la información con la localización exacta de todos los campos transgénicos, tal y como prevé la legislación.
«Seguiremos mostrando al público la localización de los campos de maíz transgénico, ya sea comercial o experimental, hasta que el Gobierno asuma sus responsabilidades y publique un registro oficial accesible a todos los ciudadanos con la localización de estos peligrosos e innecesarios cultivos», ha concluído Carrasco.