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Adelaida

Fuentes: Rebelión

Escribió Amparo Climent un domingo del 2014 que conoció a Adelaida en el Barrio de El Carmen de Valencia, pero Adelaida llevaba ya tiempo viviendo la calle. Porque Adelaida Artigado nació mucho antes, su admirada madre, Constanza, le regaló envuelta en ternura y embadurnada de amor una vida pobre y libre en el barrio la […]

Escribió Amparo Climent un domingo del 2014 que conoció a Adelaida en el Barrio de El Carmen de Valencia, pero Adelaida llevaba ya tiempo viviendo la calle. Porque Adelaida Artigado nació mucho antes, su admirada madre, Constanza, le regaló envuelta en ternura y embadurnada de amor una vida pobre y libre en el barrio la Parreta de Valencia. Y de la tripa a casa, que con mucha frecuencia era la calle. Y de la calle a una escuela sin puertas, con entrada y salida a su capricho. Revoltosa, hablaba a destiempo y como interrumpía sin levantar la mano los profes le estamparon en su cartilla escolar un ¡ala, para que te enteres!: «deficiente intelectual».

 

A los 27 aprendió a leer y escribir, porque Adelaida, como Cantinflas, ¡leer y escribir no, pero hablar, lo que se dice hablar, desde los tres años!

Lo que Amparo escribió aquella mañana de domingo pueden leerlo en www.valenciacomkal.org/adelaida-artigado-un-latido-de-distancia y la bella entrevista del 2015 de Jon Jiménez a Adelaida Artigado con motivo de la publicación de «A un latido de distancia» en Txalaparta en Adelaida Artigado-Txalapartatik de internet.

«A un latido de distancia» es su último libro. Y es una perla, como la de John Steinbeck. Dice Adelaida que al escribir se pelea con las bes y las uves, con las haches y las elles, con las comas, los puntos y comas… Yo les digo que si leen su libro «A un latido de distancia» se emocionarán de las cosas que dice, de su ternura de calle, de su olor a hombre y mujer, de sus relatos cortos, de 20 líneas, con su sabor fuerte a vida y muerte, a dolor y esperanza. ¿A que les gusta, a que les emociona?

Vale, les transcribo uno cualquiera, el de la página 168:

«Al día siguiente a su detención en la frontera marroquí de Ceuta, la trasladaron a la comisaría de Tetuán y la introdujeron en una asquerosa y maloliente celda, habitada por cucarachas.

Pasaba el día llorando de rabia e impotencia: «¿Cómo puede ser que la migración sea un delito? Es de justicia que todo el mundo tenga las mismas oportunidades; estar en contra de toda frontera; apoyar a los que dejan a su gente, sus familias, sus casas, su cultura porque las necesidades así lo requieren». Lloraba y reflexionaba sobre los beneficios que tiene la clase dominante y capitalista con la ley de fronteras.

Al segundo día de estar en Tetuán, un policía la subió a la parte superior de la comisaría, donde le tomaron las huellas dactilares de cada uno de sus dedos y le hicieron declarar antes de llevarla ante el juez. Le dieron un cartel con la numeración identificativa que inmortalizaría su ficha policial y le hicieron ponerse en la pared para sacarle las fotos.

-Póngase de frente- ordenó el policía.

Cansada, sucia, desaliñada y con los ojos hinchados de llorar, miró al comisario que acompañaba la formalización, sonrió de forma intencionada y le manifestó:

-¡Pero, hombre, por dios, esto no se hace! ¡De haberme avisado que iban a tomarme fotos hubiera pedido cita en la peluquería!».

Adelaida me ha enviado su libro con muchos besos, pidiéndome mi opinión:

-¡Chiquilla, una alhaja! Y de acuerdo con ese epílogo de Irma Leites de Montevideo: Para los verdaderos delincuentes, los terroristas de Estado, los banqueros, los dueños de las multinacionales, los que patentan territorios y semillas, los empresarios del agua, los laboratorios y espacios… no necesitamos rejas, necesitamos expropiar lo que robaron a la humanidad.

Y también de acuerdo con Friedrich Nietzsche: «Desconfía de cualquiera que tenga un deseo poderoso de castigar».

Un eskerrik asko por tu hermoso libro «A un lado de distancia«, es de los que merecen la pena.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.