La pandemia no ha tratado a todos los sectores por igual. Mientras que para muchos ha supuesto el cierre de sus negocios y la caída en picado de sus ingresos, el sector de la micromovilidad se ha visto enormemente beneficiado.
Patinetes, bicicletas y motos —tanto compartidas como privadas— forman parte del grupo de medios de transporte que pueden ser considerados como ‘micromovilidad’. Según McKinsey & Company, a pesar de que los confinamientos pusieron límites a la movilidad en general, la pandemia va a impulsar el uso de estos vehículos. De hecho, la consultora estima que se convertirá en un mercado valorado entre 300.000 y 500.000 millones de dólares en 2030 entre China, la Unión Europea y Estados Unidos.
Precisamente, en Estados Unidos se realizaron 86 millones de desplazamientos en patinete en 2019, según la National Association of City Transportation. En España todavía no existen datos públicos al respecto, pero todo apunta a que la popularidad de estos medios de transporte aumentará aun más en 2021. La concentración del sector ha afianzado la posición de varias empresas, eliminando competencia. Además, la población cada vez está mas concienciada de la necesidad de cuidar el planeta, lo que supone un importante incentivo para empezar a usarlos.
Además, hay que tener en cuenta que, en tiempos de pandemia, el transporte público no se considera del todo seguro. Sin embargo, no todo el mundo tiene acceso a un vehículo privado ni puede permitirse pagar taxis con asiduidad. Esto solo explica el tirón de la micromovilidad: es una alternativa más barata, respetuosa con el medio ambiente y, sobre todo, minimiza el riesgo de contagio por coronavirus.
Los grandes retos de la micromovilidad
Pero no es tan fácil como parece. Los actores del sector deberán enfrentarse a diferentes retos en los próximos tiempos. McKinsey afirma que el 60% de los trayectos en coche en todo el mundo hacen menos de 8 kilómetros, por lo que los patinetes y las bicicletas podrían ahorrar tiempo a mucha gente en atascos o buscando aparcamiento. Para que el mercado crezca, es necesario que los ayuntamientos apoyen este tipo de movilidad proactivamente, con proyectos de asfaltado, infraestructuras seguras o la instalación de más puntos de anclaje en las localidades.
Además de la crisis del coronavirus, las compañías del sector deberán reponerse del proceso de concentración, que podría ver su fin este 2021. Los expertos vaticinan que solo quedarán dos o tres compañías a nivel mundial. Los agregadores también suponen un problema para el sector: las empresas están de acuerdo en que no tiene sentido la multitud de aplicaciones distintas que ofrecen el mismo servicio, sino que una misma empresa podría facilitar la labor al usuario.
Otro de los desafíos es la clara falta de una regulación común en España para el uso de estos vehículos. La normativa es diferente en cada ciudad, dificultando el uso de los patinetes y las motos. Una de las medidas para incentivar el empleo de medios de micromovilidad podría ser su integración con el transporte público, mediante la instalación de puntos de anclaje en sus proximidades, por ejemplo. Para las personas que se tienen que desplazar mucho hasta la parada de metro o autobús más cercana, estos vehículos son enormemente útiles para ahorrar tiempo de transporte.
Por último, el informe de McKinsey señala el vandalismo, que sigue perjudicando las cuentas de las empresas y repercutiendo directamente en los usuarios. Aun así, la consultora no considera que estas adversidades sean suficientes como para hundir al sector, sino que “el fenómeno de la micromovilidad tiene el potencial de revolucionar la industria”. Es esencial que estos medios de transporte sean percibidos como una solución, como una forma de revolucionar nuestra movilidad y adaptarla a las exigencias de los nuevos tiempos.
Fuente: https://es.finance.yahoo.com/noticias/nueva-movilidad-pandemia-130407936.html