Desde sus inicios, la situación colonial de Puerto Rico ha afectado todo tipo de desarrollo en nuestro país. Es un hecho innegable que desde los comienzos del dominio colonial, todo desarrollo en Puerto Rico ha sido creado para el beneficio del imperio dominador, aún a expensas del pueblo y su bienestar. La destrucción del ambiente […]
Desde sus inicios, la situación colonial de Puerto Rico ha afectado todo tipo de desarrollo en nuestro país. Es un hecho innegable que desde los comienzos del dominio colonial, todo desarrollo en Puerto Rico ha sido creado para el beneficio del imperio dominador, aún a expensas del pueblo y su bienestar.
La destrucción del ambiente es un problema internacional; aparece en todos los lugares del mundo. Desde los imperios hasta las colonias; todos sufrimos las consecuencias del mal manejo de la tierra y de la destrucción del ambiente por causa de los intereses mezquinos de una burocracia que busca toda la riqueza posible, pero que olvida que al fin y al cabo -y a pesar de las diferencias de clases- tanto el oprimido como el opresor sufren las consecuencias de esta destrucción ambiental.
Todo gobierno que se basa en la explotación de unos por otros, se basa también en la explotación desmedida de los llamados recursos naturales. Las burocracias, en su búsqueda de más riquezas y poder, y en el afán de mantener su status quo, explotan el ambiente en forma desmedida. Esto tiene consecuencias graves que afectan a todos y ponen en peligro la supervivencia de la especie humana.
En Puerto Rico tenemos la burocracia y la situación colonial. Ambos elementos nos convirtieron en uno de los primeros países en América en enfrentar graves problemas ambientales. Las minas de Adjuntas, Utuado y Lares en los años 60 dieron lugar a uno de los primeros movimientos ambientales en América Latina y el primero en el caribe. En esos tiempos, la consigna en contra de la explotación minera era: «Minas Boricuas o cero minas». Esta consigna del Movimiento Pro Independencia (MPI) era una consigna anticolonial que se oponía a que las minas fueran explotadas por compañías extranjeras estadounidenses. Aducían que solamente bajo una república se podía considerar la explotación de los recursos mineros de un país. Más tarde, cuando se involucran otras organizaciones y movimientos comunitarios, se comienza a hablar de los efectos negativos que el tipo de minas propuestas (minas al aire abierto) causarían. El argumento principal de aquellos que exponían los problemas ambientales
que las minas provocarían era que la topografía y la hidrografía de la Isla la incapacitaba para tener minas al aire abierto, ya que éstas traerían consigo consecuencias tan adversas como la contaminación de los ríos que abastecen de agua las principales ciudades, la contaminación del aire y la destrucción de poblaciones enteras; en resumen, la contaminación de toda la isla de Puerto Rico.
El conflicto de las minas duró casi medio siglo, hasta el 1995, año en que finalmente se resuelve. Después de arduas luchas lideradas por un sinnúmero de organizaciones, se consiguió que el gobierno promulgara una ley que prohibía en todo Puerto Rico la práctica de la minería al aire libre. El triunfo del pueblo en este caso de las minas fue el resultado de la lucha conjunta de comunidades y organizaciones comunitarias que trabajaron y se educaron con el propósito de evitar una catástrofe ambiental que hubiese afectado por completo la calidad de vida de todos los habitantes. Al final, este triunfo demostró que las comunidades y el pueblo unido son los únicos entes capaces de crear las condiciones para conseguir una mejor calidad de vida y mejorar nuestra relación con el ambiente.
Mientras existan gobiernos burocráticos, jerarquías de poder, oprimidos y opresores, la destrucción del ambiente seguirá su paso. Al final, lo que está en peligro real aquí no es el ecosistema natural, sino el futuro de toda la especia humana.
Solo un gobierno auténticamente basado en el poder del pueblo y sus comunidades, puede lograr los cambios necesarios para asegurar una mejor calidad de vida para todos y evitar que el ser humano sea la causa de su propia extinción.