La producción de residuos es uno de los mayores problemas medioambientales. Europa ha marcado la prevención, como máxima prioridad, para evitar la generación todos aquellos que sean innecesarios. El consumo de agua envasada, existiendo agua del grifo de total calidad, no responde a los criterios establecidos en la Directiva Marco de lucha contra los residuos. […]
La producción de residuos es uno de los mayores problemas medioambientales. Europa ha marcado la prevención, como máxima prioridad, para evitar la generación todos aquellos que sean innecesarios. El consumo de agua envasada, existiendo agua del grifo de total calidad, no responde a los criterios establecidos en la Directiva Marco de lucha contra los residuos.
Por ello, una veintena de organizaciones ecologistas, sindicales y vecinales, hemos puesto en marcha la campaña ‘AGUA DEL GRIFO, POR FAVOR‘, que pretende informar y concienciar a la ciudadanía y a las instituciones públicas y privadas sobre la conveniencia de consumir agua de grifo.
La mayoría de la población recuerda que no hace tanto tiempo, todo el mundo bebía agua del grifo en la ciudad de Madrid. Bien fuera en fuentes públicas o en los hogares, bares y restaurantes. Pero, según Ecologistas en Acción, las fuentes públicas han pasado de las 4.000 en los años ochenta a 1.500 actualmente; y la naturalidad con la que antes se servía agua del grifo en un restaurante, a veces se convierte en reticencias o en motivo de discusión.
¿Cuándo y por qué se produjo el cambio? La producción y el consumo del agua embotellada se ha disparado en los últimos cuarenta años. Es un nicho de negocio muy goloso que el neoliberalismo no quiere desaprovechar y los datos de facturación son muy elevados. Hay que recordar las campañas publicitarias donde el agua envasada representa un supuesto confort, beneficios para la salud y, sobre todo, cierto elitismo. Esta gran operación de marketing ya se había iniciado en EE. UU. en los años setenta.
Estas campañas de marketing han sido muy efectivas, con un continuo crecimiento del consumo a nivel del Estado español, como refleja el Informe de Consumo Alimentario 2018. Se constata gran optimismo por el crecimiento del consumo de agua envasada, tanto fuera del hogar como dentro: «El agua es el tipo de bebida que ocupa mayor proporción de volumen dentro del segmento de bebidas con el 44,9% de los litros». El crecimiento es continuo, siendo 2018 el año que alcanza niveles máximos de volumen total de compras en relación a los últimos 10 años.
Pero estas campañas no hablan del envase que contiene esta ‘agua milagrosa’, mayoritariamente plástico, de origen fósil. Ni del impacto de todo el proceso ni dónde suele acabar dicho envase en la mayoría de las ocasiones: vertederos, incineradoras o, lo que es peor, en los océanos, multiplicando su impacto en miles de trozos de microplásticos. Se calculan en cinco billones los trocitos que hay ya actualmente en ellos.
Aunque la Comunidad de Madrid se sitúa a la cola del consumo de agua envasada, los datos no dejan de ser preocupantes respecto a la generación de residuos, teniendo en cuenta los malos datos en cuanto porcentaje de reciclaje. Algo que niega la industria del envasado de agua, que agrupa al 90% de la producción del sector, y para quien, como socio fundador de ECOEMBES (que gestiona el contenedor amarillo) todo es sostenibilidad y buenas cifras.
Frente a este optimismo, los datos ‘oficiales’ de reciclaje de residuos (desde el Plan Estatal Marco, pasando por la Estrategia de Residuos de la Comunidad o la del Ayuntamiento de Madrid), hablan de entorno a un 80% de recogida de residuos mezclados. Esto afecta, por supuesto, a los envases, donde la propia Comunidad de Madrid reconoce que se recogen más fuera que en el contenedor amarillo. Aunque en vidrio los datos de reciclaje son mejores, este material cada vez es menor en el agua envasada, sobre todo en hogares. Hay otros informes donde se ponen en cuestión los datos de ECOEMBES y estiman que el reciclaje de envases plásticos estaría en torno al 25%.
A pesar de todo esto, y de sus propias recomendaciones respecto a la necesidad de mejorar la recogida selectiva de envases, la Comunidad de Madrid no incluye los envases como flujo de residuos prioritario, ni tampoco incluye la necesidad de sistemas complementarios al contenedor amarillo; ni legisla como en otras comunidades para que haya obligatoriedad de servir agua del grifo si el cliente lo solicita.
Por todo lo anterior, las organizaciones adheridas a esta campaña creemos que no se pueden demorar más las medidas necesarias para poner en valor el agua del grifo, favorecer su consumo instalando fuentes y surtidores de libre acceso en espacios comunes e instalaciones públicas, o la adopción de leyes o normativas que obliguen a servir agua de grifo en la hostelería cuando el cliente así lo pida.
Apelamos a la responsabilidad de todos los sectores implicados para reducir la generación de residuos y la huella ecológica innecesaria del agua envasada. Por ello clamamos: ¡Agua del grifo, por favor!
José Antonio Sierra y Agustín Moreno son miembros de la Comisión de Residuos de Ecologistas en Acción Madrid.