Dejando aparte corporaciones y grupos y entidades afines, en España residen 164.000 personas con un patrimonio financiero superior al millón de dólares. Seis mil trescientas personas se incorporaron en 2007 a este selecto grupo. Un 4% de incremento. No se conoce el patrimonio conjunto que atesoran. Significativamente, no hay datos al respecto. Pero hay crisis […]
Dejando aparte corporaciones y grupos y entidades afines, en España residen 164.000 personas con un patrimonio financiero superior al millón de dólares. Seis mil trescientas personas se incorporaron en 2007 a este selecto grupo. Un 4% de incremento. No se conoce el patrimonio conjunto que atesoran. Significativamente, no hay datos al respecto.
Pero hay crisis y debido a ella la Formación Profesional se adaptará el mercado. Éste era uno de los titulares de Público (1) para dar cuenta de las medidas de urgencia anunciadas por la segunda Autoridad del Estado, máximo dirigente de un grupo de eurodiputados que en su gran mayoría han votado recientemente unas directrices europeas que atentan a derechos básicos de las personas, responsable a su vez de un gobierno que incluye, por su propia decisión, representantes de grandes corporaciones financieras españolas y un activo lobby pronuclear, entre cuyos miembros- paradoja de paradojas- cabe destacar la presencia de la mismísima ministra de Medio Ambiente, la señora Elena Espinosa.
El jueves 19 de junio de 2008 la segunda autoridad, después de una reunión con sindicatos (sosegados, muy sosegados) y empresarios, adelantó a la opinión que una de sus principales propuestas para la nueva (¿nueva?) etapa de diálogo social era la reforma de la formación profesional, de los ciclos formativos de la enseñanza post-obligatoria preuniversitaria.
Sobre este mismo asunto, rodeado de la plana mayor del capitalismo energético-financiero e inmobiliario español, la misma Autoridad se extendió el 23 de junio ante el Consejo Económico y Social al dar cuenta de las medidas de urgencia ante la crisis. José A. Errejón -«La crisis económica y las medidas del Gobierno», Corriente[a]lterna (2)- ha explicado, en un apretado e interesante análisis, las finalidades básicas de las 21 medidas agrupadas en tres grandes apartados: afrontar la desaceleración, reformas estructurales y medidas de austeridad.
La reforma de la formación profesional guiará, según dijo la Autoridad, la actuación de la administración durante toda esta segunda legislatura. En su opinión, la valoración social de la actual formación es insuficiente -sin aclarar en ningún momento qué significa aquí o a quien refiere «valoración social»-, adolece de cierta rigidez -sin mayor precisión (por lo demás, ¿existe algo que no adolezca del mismo mal, si fuera el caso en el asunto que comentamos?)- y no prepara a los estudiantes en las nuevas tecnologías, a pesar de que la informática es instrumento omnipresente (y acríticamente valorado) en la mayoría de ciclos, ni incentiva la movilidad internacional (es decir, que el proletariado español cualificado coja la mochila y se traslade con enseres y seres queridos a otros territorios europeos). En opinión de la segunda Autoridad del Estado, la formación deberá potenciar «la formación en los sectores emergentes e innovadores», sin más detalle ni precisión; deberá preparar a los estudiantes para un sociedad en continuo cambio e innovación, e, igualmente, deberá aunar la formación en el ámbito empresarial y laboral, integrando la experiencia laboral y la formación reglada.
El lector/a no muy metido en el tema quizá piense que hay aquí algunas novedades de calado y que estamos ante un reforma rupturista o similar. No es el caso o, por el momento, parece que no es el caso. Estamos anunciando otra vuelta más del eterno retorno. Eso sí, todo parece indicar que, frente a una crisis que no es una crisis, la subordinación de la formación educativa de los ciclos a los designios empresariales va a incrementarse, sin atender a que estamos hablando de formación educativa y no de cursos de aprendizaje empresarial impartidos en corporaciones privadas.
Los actuales ciclos formativos (3) integran ya formación reglada y experiencia laboral. Aproximadamente, entre un 15 y un 20% de las horas lectivas se realizan en empresas, entre 300 y 350 horas por término medio (4). Esta estancia, teóricamente, es un período de formación, de corroboración y ampliación práctica de las enseñazas cursadas, pero en muchos casos se convierte en un miniperíodo de formación laboral y en un amplio resto de trabajo gratuito para el empresario. Si el estudiante le conviene, el dueño del mercado lo contrata; si no es el caso, pues no es el caso. La normativa vigente permite, además, prórrogas que en algunos casos dan pie a relaciones laborales encubiertas, sin contrato declarado, esto es, trabajos pagados bajo mano.
Como es sabido, los ciclos formativos son parte de la enseñanza post-obligatoria que se imparte en institutos de secundaria. No se ve por qué razón tiene que estar en función de los avatares económicos o de las voluntades empresariales. Parece razonable pensar que también en este caso la vindicación de una enseñaza pública, democrática y de calidad pase por introducir elementos no estrictamente profesionales en la formación de los estudiantes interesados, más teniendo en cuenta que los ciclos de grado medio pueden dar pie a los de grado superior y éstos, a su vez, a determinados estudios universitarios sin necesidad de las pruebas de acceso. ¿Por qué un estudiante de ciclos no puede ampliar y perfeccionar sus conocimientos de matemáticas o de lenguas, o incorporar nuevas enseñanzas como esa cultura científica contemporánea que se anuncia para los estudios de bachillerato? ¿Qué se pretende: generar trabajadores/as cualificados sin más caras en su formación y con escasas aristas críticas?
Varios indicios, numerosas señales, apuntan a una apuesta clara por parte de las Autoridades del Estado, y los sectores sociales que cuentan realmente, en conseguir que una parte sustantiva de los jóvenes españoles -no es necesario señalar de qué clases sociales- apuesten por esta formación profesionalizada. Por ejemplo, en Andalucía, ya actualmente, entre el 30-35% de los jóvenes graduados en secundaria, lo están en ciclos formativos. En la educación terciaria, en Canarias por ejemplo, entre el 40 y el 45% de los graduados los son de ciclos formativos. ¿Qué se pretende? No parece exagerado ni un viejo prejuicio acrítico creer que se trata de dirigir a un sector de la juventud de origen obrero a ciclos formativos, desaconsejar otros caminos, dificultar el paso a estudios superiores, largo etcétera, todo eso enmarcado en una concepción filosófica-política que entiende que lo mejor que se puede hacer es adecuar el grueso de la población trabajadora a las leyes del Mercado y sus Señores.
Pondré dos ejemplos que creo que ilustran la sospecha anterior. Todo un consejero de Educación ha comentado a alumnos de 4º de ESO de un instituto público barcelonés que deseaban seguir estudios de bachillerato que esa decisión era poco práctica, que lo mejor eran los ciclos formativos de grado medio, que esta opción era la que realmente les interesaba, consejo que, desde luego, el mismo consejero jamás daría a familiares suyos o a estudiantes de escuelas de elite barcelonesas. El alma de estos grupos sociales no es de barro: la plata o el oro rige en su espíritu. Como quería Platón, por motivos de otro orden y mucho más respetables, están destinados a ser -como, efectivamente, es el caso- los guardianes y gobernantes de la polis.
Segundo ejemplo. Los alumnos que cursan grado medio deben hacer un examen (nada trivial) para acceder a los ciclos de grado superior. Hasta este mismo curso, los alumnos que seguían ciclos de dos años podían prepararse durante el segundo año y presentarse al examen que se realizaba dos semanas antes que hubieran finalizado el curso académico. Si aprobaban el examen y superaban el ciclo con éxito, presentaban la documentación que justificara sus resultados y podían cursar el grado superior al año siguiente. Correcto, perfecto. La situación, sin explicación alguna, ha cambiado: los alumnos deben haber finalizado sus estudios de grado medio para poder realizar el examen, con lo que el tránsito hacia al grado superior se incrementa un año. Si estudian, si se esfuerzan, si tienen suerte, si nada interrumpe su dedicación, si pueden compaginar estudios y trabajo, los estudiantes tardarán, en el caso de muchos ciclos, unos cinco años en finalizar su formación profesional.
¿Y luego qué? Pues según las últimas estadísticas que se manejan un 50% de los estudiantes-trabajadores que han seguido ciclos realizan trabajos directamente relacionados con su formación. Los salarios que se les paga por su trabajo, por su trabajo cualificado e intensivo, oscila entre los 700 y los 950 euros. El porvenir que se abre ante ellos es, como puede verse fácilmente, brillante y esplendoroso. Es la arista real, no edulcorada, de la modernidad tecnológica capitalista.
La segunda autoridad del Estado finalizó su intervención en el Consejo Económico y Social recordando que nuestro empeño colectivo nos ha llevado a éxitos importantes. ¿Cuáles? Hace meses -volvió a insistir la segunda autoridad en el mismo tema que usara como patriótica publicidad económica en la última campaña electoral- superábamos en renta per capita a un país amigo y querido como Italia. Ayer, 22 de junio de 2008, «les dábamos el sorpasso en el fútbol. Y todos sabemos el esfuerzo que cuesta y por tanto no bajaremos la guardia».
Mejor no comentar las algo manidas -y nada inocentes- metáforas patriótico-futbolísticas de la segunda autoridad. Sea como sea, esta vez tiene razón la autoridad que dice beber en fuentes republicanas: no deberíamos bajar la guardia y ser nosotros quienes diéramos en este caso el rebelde sorpasso ante tanta repetición de lugares comunes, posiciones serviles con aires, prendas y perfumes de modernidad tecnológica, y verdadera y permanente claudicación ante los deseos insatisfacibles del Capital, el imperio del mal.
Notas:
(1) Diario
Público, 24/06/2008.
(2)
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69354
(3)
Baso mi información en la situación catalana pero no creo que sea muy distinta en el resto de España.
(4)
A veinte horas semanales, unas dieciséis semanas. Cuatro meses aproximadamente.