Sin mayor eco en los medios de comunicación hegemónicos, el suicido en España se ha convertido en la primera causa de muerte violenta. La gravedad de esta realidad la refleja el estudio elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) que informó un total de 3.671 personas fallecidas por esta causa en el transcurso de 2019; un número que ha ido en crecimiento elevando la tasa a una de las más altas de la Comunidad Europea.
La alienación, la pérdida de valores de la sociedad y la influencia de los medios de comunicación provocan inestabilidad emocional y comportamientos autodestructivos que en muchas ocasiones acaban en suicidio. La Red Nacional de Prevención del Suicidio recibe entre 4 y seis llamados de personas que verbalizan su intención de acabar con su vida. Al año son 90 mil las personas que lo han intentado sin éxito, gracias a una adecuada atención psiquiátrica. Sin embargo las cifras no descienden y desde la Red Nacional de Prevención del Suicidio reconocen que el sistema sanitario español es incapaz de satisfacer la necesidad de atención que requieren estas personas.
A nivel global las cifras son alarmantes. A cada segundo algún ser humano intenta suicidarse; y cada cuarenta segundos uno de ellos concreta su objetivo. Según la Organización Mundial de la Salud, unas 815 mil personas se quitaron la vida en el año 2000. Esto representa una tasa mundial de mortalidad anual de 14,5 por 100.000 habitantes. En la actualidad un millón de personas, de entre 15 a 44 años de edad, se suicida en el mundo cada año; una cifra que según la OMS se incrementará.
En España, de las personas fallecidas por esta causa, 2.771 fueron hombres y 900 fueron mujeres, por lo que continúan falleciendo el triple de hombres que de mujeres por esta razón. Por edad, el mayor número de fallecimientos se produjo en la franja de los 30 a los 39 años, seguida por la franja de 50 a 54 y de 45 a 49 años. El mayor número de defunciones se produjo en pueblos pequeños de hasta 10.000 habitantes, y en las capitales, con 858 y 1165, respectivamente.
El incremento -ya de por sí dramático- de casos de suicidio en España, se ha visto agravado en el último año y medio a causa del COVID-19. Diversas organizaciones internacionales aseguran que los casos de suicidio durante la pandemia han aumentado por pérdida de empleo, dificultades económicas, el encierro y el distanciamiento social. La Organización Internacional del Trabajo ha constatado que la pandemia ha producido que la mitad de los jóvenes de entre 18 y 29 años sufran depresión y ansiedad, y que el 20% de los trabajadores sanitarios la padezcan de igual manera.
En España hay 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes; lo que dificulta la atención a personas en riesgo de suicido. Esta escasez de profesionales provoca que la primera cita con el psicólogo se dilate a tres o cuatro meses, lo que se traduce en un aumento de la desesperanza.
El suicidio se convirtió en la primera causa de muerte por factores no naturales, duplicando los fallecimientos por accidentes de tráfico, superando once veces los homicidios y 80 veces a los de violencia de género. Produce estupor saber que cada dos horas y media una persona se quita la vida, sin que de momento ni el Estado ni los medios de comunicación se pronuncien seriamente al respecto.