Albert tiene otro nombre y una historia: procedente de un país de África occidental, invirtió parte de su joven vida en intentar llegar a Europa. Al ser imposible conseguir visado para poder viajar de forma segura en avión o barco, eligió el camino difícil: en zodiac intentando pasar desapercibido por el Frontex. Un año pasó […]
Albert tiene otro nombre y una historia: procedente de un país de África occidental, invirtió parte de su joven vida en intentar llegar a Europa. Al ser imposible conseguir visado para poder viajar de forma segura en avión o barco, eligió el camino difícil: en zodiac intentando pasar desapercibido por el Frontex. Un año pasó en Marruecos para encontrar una plaza y el momento justo para cruzar. Y ese momento fue el pasado viernes 9 por la noche. Subió mucha gente a ese barco, las cifras oficiales dicen que 42, quizás sean más. Él recuerda muchas mujeres y niños. Pero el viaje fue difícil desde el principio. El neumático sobre el que flotaba la zodiac empezó a perder aire una vez en alta mar, y todos se quitaron sus ropas para intentar hacer parches y no naufragar. Así que la barca quedó a merced de las olas. Vieron acercarse un avión y un barco que no los advirtieron. La desesperación era enorme. Y cuando fueron a rescatarlos, para asegurarse de que los habían visto, muchos se pusieron de pie y agitaron sus brazos. Ese fue el momento en el que cayeron al agua.
Albert cuenta la historia en la cama del hospital mirando al infinito. Una y otra vez relata cómo los unos se agarraban a los otros para intentar salir a flote. Cómo las mujeres gritaban. Cuenta que la noche anterior, que pasó en la UCI tras ser reanimado, soñaba con eso, no podía sacárselo de la cabeza, gente agarrada a su cuello gritando. El intensivista afirmó que su cuerpo estaba reaccionando bien, pero que necesitaba salir del estado de shock para poder remontar.
Albert tuvo suerte, no ha muerto. Porque al menos 2 bebés y otras 3 personas sí que perdieron su vida el sábado en nuestras aguas.
Las actuales políticas migratorias han logrado convertir los mares y desiertos en cementerios. Estas muertes son inadmisibles. Cada una de las personas de esa zodiac tenía una historia, un futuro, muchos de ellos truncados por el naufragio. Europa juega con las vidas de las personas a cambio del llamado control migratorio. La aceptación de estas dramáticas muertes como daño colateral es intolerable. ¿Hasta cuándo vamos a permitirlas?
Natalia García Caballos. Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.
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