Si la noche tiene solo doce horas, la película mexicana El Vigilante que relata los hechos acaecidos durante una guardia nocturna necesitó miles de horas para gestarse. Seleccionada para concursar por el Gran Premio en la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Friburgo -que acaba de realizarse a inicios de abril en Suiza- […]
Si la noche tiene solo doce horas, la película mexicana El Vigilante que relata los hechos acaecidos durante una guardia nocturna necesitó miles de horas para gestarse.
Seleccionada para concursar por el Gran Premio en la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Friburgo -que acaba de realizarse a inicios de abril en Suiza- el filme del joven realizador Diego Ros vivió su estreno internacional. Con el aval previo de haber ganado en el último Festival de Cine de Morelia, México.
«Friburgo es mi primera participación en una competición fuera de México» explicó Ros. Sorprendido por los caminos que se le abren en compañía de su primer largometraje. «Ganar en Morelia fue absolutamente inesperado para mí. Pensé que a nadie le iba a interesar demasiado mi obra. Llegar a Friburgo no estaba en mis cálculos. Que la película pueda viajar y se exhiba en festivales le asigna un valor especial, mayor que cuando la producía», subraya.
Lo que se ve…, lo que quiere expresar
Salvador es el cuidador nocturno de una gran obra en construcción en los alrededores de la capital mexicana. Durante la noche de una fiesta nacional, intenta salir para acudir a una cita muy importante – a la postre se sabrá que su esposa está por dar a luz. Sin embargo, una serie de hechos, policiales y casi absurdos, le impiden abandonar su puesto de trabajo.
Un asesinato cercano acompañado de la investigación realizada por policías corruptos; la muerte accidental en la misma construcción de una prostituta a causa de una bala perdida en las festividades de la independencia; la aparición casi fantasmagórica de un niño que huye de su padre implicado en la trata de infantes…
Todas historias dramáticas que el director intenta banalizar para subrayar la relación de Salvador con Hugo, su colega custodio, en lo que constituye la verdadera esencia argumental del filme. Y en cada momento, en primer plano, aparecen las decisiones personales -en esa difícil línea fronteriza entre lo moral y lo pragmático- que deben tomar los dos personajes. Quienes actúan en un ambiente nocturno, casi un laberinto asfixiante del cual el espectador solo se escapa al encenderse las luces de la sala.
«Me interesó representar el México violento. Busqué una forma original para hacerlo. Quería jugar más con la percepción de la realidad que con la realidad misma. Usando personajes estereotipados, que pertenecen a un género policial, pero aparecen casi como caricaturas del mismo «, explica Diego Ros.
La deslumbrante actuación de Leonardo Alonso, el protagonista principal, premio al mejor actor en Morelia, así como la compleja iluminación en una película totalmente filmada de noche -en una especie de escenario de pieza teatral-, son dos de los grandes aciertos de esta producción mexicana.
Es una película muy interesante, expresa Thierry Jobin, director artístico del FIFF a swissinfo.ch. «Luego de elegirla para que integre la competición internacional pude saber todo lo que hay detrás del film. Ros dejó de lado el trabajo de meses para recomenzarlo casi de cero y recrearlo en un 95%. Y luego, en poco tiempo terminó su proyecto, incluyendo la post-producción», explica.
El cine contra el enojo
«Nací en México, pero por el trabajo de mi padre vivimos en Inglaterra, en Suiza y en Estados Unidos. Guardo hermosos recuerdos, pero sintiéndome siempre como un extranjero. Nunca pude abandonar la idea de regresar a instalarme en mi país», recuerda Diego Ros.
Y cuando logró cumplir su sueño, empezaron a surgir los desencantos a raíz de una realidad nacional atravesada por grandes contradicciones sociales, la violencia, la corrupción etc. «Tuve el sentimiento que México no es de nadie, que falta una idea de pertenencia ciudadana», enfatiza.
Y entonces, la decisión nuevamente dejar su país para impulsar un proyecto profesional en San Diego California… y en el medio de este cambio el triunfo en el Festival Internacional de Cine de Morelia. «Tan inesperado como conmovedor. No solo para mí sino para todo el colectivo que trabajó tanto y con enorme dedicación», subraya el joven realizador.
Morelia significa, en cierta forma, como una «reconciliación con mi país. Una forma de bajar mi enfado con una realidad cotidiana tan compleja», concluye.
Sergio Ferrari, en colaboración con swissinfo.ch
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