Coincidiendo con la celebración el 11 de diciembre del Día Internacional de las Montañas, Ecologistas en Acción denuncia el proceso de degradación que están sufriendo la mayoría de las áreas de montaña del Estado español, debido especialmente a los proyectos urbanísticos relacionados con las estaciones de esquí.
El Día Internacional de las Montañas, designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas tras la celebración del Año Internacional de las Montañas en 2002, nos recuerda que en la última década, numerosas zonas de alta montaña del Estado español han sido afectadas por proyectos que no tienen en cuenta las limitaciones físicas donde se desarrollan las mismas.
En el Estado español existen actualmente 28 estaciones de esquí, que cada vez generan un mayor impacto ambiental, especialmente debido a las instalaciones que acompañan a las pistas de esquí, tales como carreteras, aparcamientos, restaurantes, tiendas, crecimientos urbanísticos desorbitados, remontes, hoteles, e incluso campos de golf. Actualmente el esquí se ha convertido en una mera excusa, en un reclamo para el negocio y la especulación en las áreas de montaña.
Además, existe una decena de proyectos de nuevas estaciones de esquí o ampliaciones de las ya existentes Estas estaciones de esquí sirven de excusa para la construcción de numerosas urbanizaciones que con hoteles, centros comerciales e incluso campos de golf de gran impacto ambiental generan severos impactos ambientales, siendo precisamente dichos proyectos urbanísticos los económicamente rentables, frente a las deficitarias estaciones de esquí. Esto ha quedado en evidencia en una reciente declaración del Presidente de IBERCAJA, accionista al 50% de ARAMON quien ha reconocido que «Una instalación mecánica no es rentable. Es un pozo sin fondo de meter dinero a pérdidas» Por ello esta empresa y otras similares condicionan las nuevas estaciones de esquí o sus ampliaciones a proyectos urbanísticos faraónicos en áreas de montaña de gran valor natural.
La experiencia demuestra que el turismo alpino puede producir diversos efectos nocivos. Puede degradar y ejercer presiones sobre los frágiles ecosistemas montañosos, destruyendo las propiedades que les dan su encanto. Las montañas son uno de los depósitos más importantes de biodiversidad en el mundo, pero la construcción, la contaminación y el ruido constituyen un peligro para este valioso recurso.
Por todo ello, Ecologistas en Acción considera que el Ministerio de Medio Ambiente y las administraciones autonómicas competentes deberían prestar especial atención a las montañas, aprobando en primer lugar la Carta de las Montañas, otorgando mayor protección a los principales sistemas montañosos, especialmente con la ampliación de las zonas de montaña incluidas en la Red de Parques Nacionales, y frenando el elevado número de proyectos de instalación o ampliación de estaciones de esquí así como del importante crecimiento de urbanizaciones.
Precisamente el próximo día 15 de diciembre, las Cortes Aragonesas decidirán si admiten a tramite una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) en defensa de la alta montaña aragonesa firmada por 30.000 aragoneses donde se podrá comprobar la voluntad de proteger las montañas por parte de clase política aragonesa.
Ecologistas en Acción también quiere recordar a todas las administraciones competentes, que las actuales dinámicas que afectan a las montañas resultan tanto más preocupantes a la luz de los estudios existentes acerca del cambio climático, en los que se reconoce de forma expresa que los ecosistemas de montaña se contarán entre los más vulnerables y amenazados en un plazo relativamente breve por las consecuencias del cambio climático. Esta situación vuelve aún más urgente la necesidad de invertir todo el esfuerzo posible en prevenir y mitigar estos efectos, cobrando inmensa importancia las políticas de conservación, la restauración ecológica y la implantación de modelos de desarrollo respetuoso en las áreas de montaña, que garanticen el bienestar equitativo y sostenible de sus moradores, y por el contrario deberán erradicarse o minimizarse todos aquellos usos del territorio que generan deterioro de los ecosistemas reduciendo su vitalidad y capacidad de adaptación o supervivencia.