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Alguien mueve los hilos

Fuentes: Rebelión

A nivel social se puede apreciar que a veces, de la noche a la mañana, adquiere significado entre la generalidad la tesis que propugna un grupo social hasta ese momento ignorada. Basta cualquier hecho que sirva para dar protagonismo al grupo y que le permita salir de contexto, en la monotonía habitual sujeta a fiscalización […]

A nivel social se puede apreciar que a veces, de la noche a la mañana, adquiere significado entre la generalidad la tesis que propugna un grupo social hasta ese momento ignorada. Basta cualquier hecho que sirva para dar protagonismo al grupo y que le permita salir de contexto, en la monotonía habitual sujeta a fiscalización por los dirigentes, para que, si resulta de utilidad a ciertos propósitos, se destape y salga a plena luz para ser sometido a un proceso de manipulación. La experiencia demuestra que casi todo se puede mover de manera coordinada y encarrilarlo hacia un destino prefabricado.

Hoy el instrumento que se utiliza como punto de partida para implementar cualquier proyecto son las demandas redireccionadas de los grupos de interés. La hoja de ruta la marcan quienes disponen del control de las redes de comunicación, pero el que mueve los hilos no suele salir a escena. Desde ese soporte es posible dirigir de manera unidirecciónal el pensamiento colectivo a través de la publicidad en general y más discretamente usando la publicidad subliminal. Ambas resultan decisivas para guiar a las masas siguiendo la estrategia de barrenar cuantas discrepancias surjan a la linea marcada. Está claro que a base del bombardeo externo e interno de las personas debidamente programado se crean afinidades, porque en el horizonte no hay otras alternativas. De esta forma el hecho inicial, determinado por la campaña promovida por el grupo para desarrollar ese proceso de manipulación, se convierte en dogma por mandato de quien mueve los hilos y la doctrina que lo desarrolla acaba siendo una nueva forma de dominación de las masas. Moviéndose en el plano de otro tipo de publicidad, hay todo un aparato externo conductor que completa el proceso, se trata de la intelectualidad a sueldo que discurre explicaciones y justificaciones que aspiran a ser racionales y científicas, pero orientadas a dar sentido al dogma y por extensión a la doctrina.

Otro tanto sucede en el terreno de la política. Casi de improviso, tal y como sucede con el grupo social que adquiere protagonismo dominante, movido por un poderoso interés que le ampara y sitúa en la escena sus iconos del momento, se coloca en primera fila a un personaje anónimo, hasta entonces destinado a ser político militante que, por ocultos motivos, a partir de ese momento se le da cuerda continuadamente, pasando a ser el centro de atención de la publicidad y de la propaganda de manera intensiva. Siguiendo el modelo del mercado convencional, en la política, el que se anuncia vende mejor la mercancía; de manera que es fundamental dar cuerda al muñeco para que se mueva con soltura y airear el personaje cuanto sea posible. No se trata de tener ideas propias, basta con que alguien las fabrique y el muñeco, como autómata que es, las reproduzca elegantemente ante el auditorio. Para intensificar los efectos del modelo publicitario hay que crear una imagen y entregarla al efecto moda. Se trata así de promover mayores adhesiones a la causa encargada de financiarlo ante el gran público. Por otro lado, los creyentes del partido, víctimas del espejismo de la novedad adornada le reconocen como uno de los suyos, ignorando que no son ellos quienes le han colocado allí por sus méritos. Los situados en la banda opuesta en el campo de la partitocracia, discrepan de la imagen, pero también la reconocen, igualmente afectados por el influjo de la moda. Hay cierta coincidencia en el arquetipo del producto, que incluso ha saltado fronteras estatales y no es exclusivo de un lugar. Sigue un patrón que se reproduce en distintos países del entorno de manera sincronizada y se extiende por efecto mimético. Finalmente, los votantes creen que les representa, los militantes suponen que es un producto del partido, pero pocos se plantean quién le ha podido situar en el escenario para que difunda la doctrina dominante.

Coordinando la actuación con el fin de vender mejor la mercancía, usando y abusando de las modas, sirviéndose de estrategias propias de la mercadotecnia, se trata de construir una sociedad global a la medida de los intereses de mercado, poniendo en nómina a la política y alienando a la sociedad en virtud del efecto adictivo de las nuevas tecnologías. Si en el mundo dirigido que se impone en el panorama social no sería difícil entender quién puede mover los hilos, simplemente considerando que se trata de la sociedad de consumo extendida a nivel global, en el plano político sucede lo mismo. Sin embargo, por encima de las distintas multinacionales que imponen sus tecnologías de manera radical, alguien mueve los hilos de forma directa sin salir a escena. Solamente se observan contubernios entre grandes grupos de poder que manejan en la práctica el entramado de bloques en la lucha por la hegemonía global. Esa labor está claramente orientada a la formación y redirección de la voluntad colectiva de las distintas sociedades. Su actividad manipuladora, más allá de toda explicación asistida de la razón, busca que la realidad siempre se esconda tras la apariencia. Es esta última la que se sirve, la que impone la versión oficial, lo que se llama verdad, para tapar todo un mundo oculto al que el gran público no puede acceder.

Si no es posible sacar a la luz lo que se oculta, al menos se puede intuir quien está detrás. El que mueve los hilos no puede ser otro que quien tiene la fuerza necesaria para ello y poder para totalizar a las personas. Aquí entra en juego esa ideología que marca la dirección al gran empresariado del dinero para cumplir sus fines.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.