Traducido para Rebelión por Caty R.
El Programa Mundial de Alimentos (PAM), con sede en Roma, da de comer cada día a 90 millones de personas. Su directora, Josette Sheeran, afirma que en la actualidad hay más personas hambrientas que nunca antes en la historia de la humanidad. La estadounidense Josette Seheeran, que accedió en 2007 a la dirección del PAM, estuvo de paso el viernes en Montreal, donde se celebraba la Conferencia Anual sobre la Ayuda Humanitaria del Departamento Federal de Asuntos Exteriores.
¿La crisis económica mundial deja al PAM de recursos?
La triple crisis -alimentaria, energética y financiera- ha hecho elevado el número de personas que padecen hambre a niveles históricos. Hay muchas más personas hambrientas en el mundo que nunca antes en la historia de la humanidad. Son más de mil millones, la sexta parte de la humanidad. Pero en el año que estalló la crisis, 2008, recaudamos más dinero que nunca, entre otros 500 millones de dólares del rey de Arabia Saudí, el mayor cheque de todos los tiempos. Y el año pasado fue el segundo mejor año del PAM (4.000 millones de dólares recaudados, N. de R.). El sector privado nunca nos había donado tanto. Por lo tanto el mundo ha establecido sus prioridades de forma adecuada. En el caso de Haití la generosidad ha sido extraordinaria, incluso por parte de los particulares, cuyas donaciones superaron el récord del tsunami. El problema es que a pesar de esa generosidad las necesidades aumentan de tal forma que tenemos problemas para mantenernos. Tenemos muchos llamamientos que no podemos financiar.
¿Por qué aumentan tanto las necesidades?
Es el resultado de una combinación de factores. Durante la crisis alimentaria los precios de los alimentos se doblaron de un día para otro. Según la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura) en la actualidad los precios siguen en los mismos niveles muy elevados en el 80% de los mercados en desarrollo, aunque hayan bajado a nivel mundial. Además la crisis financiera ha hecho caer las remesas de dinero que enviaban los trabajadores emigrantes a sus países. Las consecuencias son importantes. También la inversión extranjera ha disminuido en esos países, resecando el mercado laboral. Así, a las personas más pobres del mundo les golpean al mismo tiempo la subida de los precios de los alimentos y la disminución de los ingresos.
¿Hay zonas de esperanza? ¿Países que consiguen la autosuficiencia?
El PAM ha puesto fin a sus actividades en más de 35 países en los últimos treinta años. El ejemplo más notable es el de China. Hace 25 años era nuestro programa más importante. Ahora el Gobierno tiene sus propios programas. Estuvimos muy presentes en Brasil. Ya no hace falta, se ha convertido en un contribuyente del PAM, igual que Sudáfrica. Incluso países como Malawi, que ha contribuido al llamamiento por Haití, cada vez se vuelven más autosuficientes. Sí, muchos países han roto el ciclo del hambre. Pero otros permanecen en una situación desesperada. En el Cuerno de África había de media una sequía cada siete años. Con el cambio climático estamos ya en el quinto año de una sequía devastadora. El PAM se encarga de 18 millones de personas en la región.
Sudán es otra preocupación
Darfur es un ejemplo del milagro que puede producirse cuando el mundo se moviliza para no dejar que mueran las personas. El PAM alimenta cada día a cuatro millones de personas en Darfur. Sin el Programa esas personas no tendrían ninguna esperanza. Es al mismo tiempo trágico y doloroso ver a esa población sostenida por el mundo. El sur de Sudán también está en crisis. En total, en ese país hay 11 millones de personas necesitan ayuda. Esta situación se debe en gran medida a las guerras sobre el terreno porque en realidad Sudán es un país con capacidad de producción.
¿África es el continente principal de sus actividades?
Sí, no fue así durante el tsunami pero ahora más del 70% de nuestras actividades se desarrollan en África, aunque Haití se ha convertido en un objetivo muy importante.
¿Ahora tienen controlada la situación de Haití?
Para los próximos años Haití es un enorme desafío humanitario. La malnutrición ya era muy elevada antes del terremoto. Todo está devastado en proporciones históricas. Y ahora llega la temporada de huracanes. Estamos en estado de alerta. Debemos estar atentos tanto en el frente de la financiación como en el de nuestras capacidades. Pero la situación ha mejorado bastante. Después de la pesadilla logística del principio conseguimos llegar a los más necesitados. Más que los delitos el auténtico desafío es la desesperación: cómo organizar las distribuciones ordenadamente para garantizar que cada uno obtenga su ración de forma segura. En eso estamos ahora.
Más de mil millones de personas necesitan alimentación con urgencia. ¿Cuántas de ellas están a cargo del PAM?
Nuestros medios sólo nos permiten atender al 10% de esas personas. Por lo tanto tenemos que determinar quiénes son los más necesitados. Nuestro trabajo es establecer quiénes son los más necesitados, los lugares que tenemos que diferenciar y aquéllos en los que somos bien recibidos.
Un panel de la ONU escribió recientemente que en Somalia se desvió el 50% de la ayuda del PAM. Usted rechaza esa acusación
El panel en cuestión tenía la misión de vigilar el tráfico de armas y no hizo ninguna investigación en el ámbito alimentario. Sólo fue una conversación y se publicó como un hecho.
¿Según usted no hay pruebas?
No, nadie lo ha verificado. Si esa información fuese cierta querría decir que desaparecieron 10.000 camiones de alimentos. Lo sabríamos, cómo vamos a ignorar pérdidas de esa magnitud. Aunque Somalia es el entorno más peligroso y con menos legislación de todos en los que actuamos. En enero nos tuvimos que retirar del sur del país porque nos enfrentábamos a las exigencias (de los insurgentes islamistas, los shebab, N. de R.) que ya no nos permitían garantizar la distribución de alimentos. No nos quedamos en los lugares cuando no estamos seguros de que podremos atender a las poblaciones.
Fuente: http://www.africatime.com/