Phlida Kharshala, una indígena khasi del estado nororiental indio de Meghalaya, vende hongos en las afueras de la ciudad de Shillong, con su nieto de 8 años al lado. Ella recolecta y vende diferentes productos silvestres en los bosques, que va cambiando con las estaciones. Crédito: Manipadma Jena / IPS SHILLONG, India, 29 oct […]
Phlida Kharshala, una indígena khasi del estado nororiental indio de Meghalaya, vende hongos en las afueras de la ciudad de Shillong, con su nieto de 8 años al lado. Ella recolecta y vende diferentes productos silvestres en los bosques, que va cambiando con las estaciones. Crédito: Manipadma Jena / IPS
SHILLONG, India, 29 oct 2019 (IPS) – El sol apenas ha salido cuando Phlida Kharshala sacude a su nieto de 8 años para que se levante. Luego, se coloca una cesta cónica de bambú en su espalda, fija la cinta tejida que la sostiene sobre su frente y sale con el niño agarrado de la mano.
Para cuando alcanzan un cruce especial de varias carreteras, las madres están llevando a los niños a la escuela o iniciando otras actividades fuera del hogar. Todas son posibles clientas de Kharshala, quien rápidamente alisa una tela de saco sobre la orilla del asfalto y encima de ella coloca montoncitos de variedades diferentes de hongos que va sacando del cesto.
«Después del monzón, es hora de setas», explica a IPS esta mujeres de 60 años y abuela de seis nietos, en el puesto improvisado de la esquina donde habitualmente vende sus productos, a las afueras de la ciudad de Shillong, ubicada a 1 525 metros sobre el nivel del mar, en el noreste del estado indio de Meghalaya, en la ecorregión del Himalaya.
«En mi infancia, las mujeres y las niñas salían en grandes grupos cantando en voz alta en la madrugada para buscar hongos, hierbas y otros productos verdes, bayas y raíces silvestres, y los bosques nos los daban en abundancia», explica la matriarca del pueblo indígena khasi.
Las mujeres khasi consideran que la crisis climática ya llegó y están decididas a hacerle frente recuperando su cocina tradicional y en particular los productos silvestres, que en el pasado abundaron en su sostenible sistema alimentario y lo hicieron tan nutritivo, libre de químicos y prácticamente gratuito.
La región noreste de la India es una de las que cuenta con una biodiversidad más rica, que va desde el bosque tropical lluvioso en sus estribaciones hasta praderas y desiertos fríos.
«El conocimiento de las mujeres khasi de mayor edad sobre la agroecología local es fenomenal», dice Bhogtoram Mawroh, investigadora principal y gerente de conocimiento de la Sociedad de la Comida Lenta y la Agrobiodiversidad del Noreste (Nesfas, en inglés).
«El conocimiento ecológico tradicional es igualmente importante para la ciencia moderna», dijo a IPS la especialista, cuya organización, con sede en Shillong, ejecuta múltiples programas enfocados a mejorar la sostenibilidad y la agrobiodiversidad de los agricultores familiares de la zona, con el objetivo último de avanzar hacia la soberanía alimentaria.
Para Mawroh, «los sistemas alimentarios indígenas son una buena forma de lidiar con la crisis climática porque hay diversidad de tierra y diversidad de cultivos alimentarios, no solo los que cultivamos, sino también los que están en la naturaleza, que han sobrevivido durante siglos y que son más resistentes al estrés climático que los productos cultivados».
El cultivo del krai -mijo, en la lengua khasi- ha sido un patrimonio de las comunidades nativas del estado de Meghalaya. Cuatro décadas atrás, las familias de aldeas de esta región nororiental india solían obtener unos 500 kilogramos anuales del cereal, lo que garantizaba su seguridad alimentaria y nutricional.
Un niño indígena khasi asoma detrás de un estante con una gran variedad de vegetales encurtidos y bayas que se venden en pequeños expendios en las carreteras del estado de Meghalaya, en el noreste de India, mientras su madre atiende a algunos clientes. Crédito: Manipadma Jena / IPS
Además de las tradicionales siembras locales, las mujeres indígenas recolectaron siempre de los bosques una variedad de alimentos y plantas, incluidas las medicinales.
«Ellas son las conservadoras de semillas, las depositarias del conocimientos de agroecología y son las mejor equipadas para gestionar la seguridad alimentaria en los tiempos del cambio climático», dijo Mawroh.
De hecho, agregó, varios alimentos silvestres han sido domesticados con éxito por ellas y sumados a la producción familiar en sus aldeas.
En la aldea de Shkenpyrsit, en el distrito de West Jantia Hills, Phron Kassar, una granjera de 52 años y curandera tradicional, inventó un potente pesticida con base en una planta que su comunidad ha utilizado por generaciones para curar el dolor de muelas.
Tiene propiedades anestésicas locales, por lo que Kassar dedujo que las plagas no se sentirían particularmente atraídas si se aplicaran en las plantas. Ahora ella entrena a otros agricultores como hacer el brebaje.
Lejos de allí, la abuela Kharshala cuanta que según cambian las estaciones, ella también rota lo que vende en su puesto, buena parte productos silvestres que recolecta a mano en el bosque cercano, como la jatira (Oenathe linearis) y la centella (Centilla asiática, que vende en atados, junto con espinacas y otras hortalizas cultivadas en su finca.
«Gracias a lo que recolecto y cultivo mis nietos son fuertes y capaces de escalar colinas sin cansarse, pero en general los jóvenes están más interesados en la comida picante y frita, que no es la cocina tradicional y que es lo que ven en la televisión y en los mercados», dice esta mujer khasi con pesar.
Para que las nuevas generaciones se interesen nuevamente por la cocina tradicional, Nesfas ha establecido mensualmente los mercados Mei Ramew , o de la Madre Tierra, donde las mujeres productoras venden fruta, verduras y plantas silvestres comestibles, junto con alimentos tradicionales.
También venden platillos tradicionales que rescatan deliciosas recetas medio olvidadas y que los jóvenes degustan cada vez con mayor interés.
También han surgido con fuerza en las aldeas los Mei Ramew Cafés, o Cafés de la Madre Tierra, unos establecimientos gestionados también por mujeres indígenas que cocin an platos tradicionales. Nesfas está apoyando seis de estos cafés, y otros socios lo hacen con otros tres.
La organización también apoya a algunas tiendas alimentarias que no necesariamente venden productos indígenas, pero que incluyen en sus ofertas productos locales elaborados en forma sostenible y orgánica.
«Estos son nuestros esfuerzos para abogar por nuestra tradicional comida local, libre de químicos y saludable», dice Mawroh.
La Evaluación de Vulnerabilidad al Cambio Climático del gobierno indio de 2019 para el Himalaya indio identifica tres factores principales de vulnerabilidad al cambio climático en Meghalaya.
La vulnerabilidad a las alteraciones climáticas es alta en una región donde 80 por ciento de la actividad económica depende de la agricultura y donde la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.
La degradación de los bosques aumenta esa vulnerabilidad, ya que los alimentos forestales constituyen un gran complemento, en términos de ingresos y de nutrición.
«Desalentando la agricultura itinerante y recolectora, localmente llamada ‘jhum ‘, el gobierno está empujando a los pueblos indígenas hacia cultivos comerciales como la nuez de areca (o betel) y las cañas herbáceas, afectando la seguridad alimentaria «, dijo Mawroh.
T: MF