Para preservar el ambiente y adaptarse al cambio climático hay que buscar alianzas con las comunidades; educar en vez de imponer. Tal es la divisa del biólogo marino Ángel Quirós, director del Parque Nacional Los Caimanes, un área protegida de relevancia económica y ambiental en Cuba y su entorno caribeño. «Apostamos por el conocimiento, las […]
Para preservar el ambiente y adaptarse al cambio climático hay que buscar alianzas con las comunidades; educar en vez de imponer. Tal es la divisa del biólogo marino Ángel Quirós, director del Parque Nacional Los Caimanes, un área protegida de relevancia económica y ambiental en Cuba y su entorno caribeño.
«Apostamos por el conocimiento, las alternativas sostenibles y la conservación. Un aspecto clave es trabajar con los asentamientos humanos que rodean el parque», indicó Quirós a IPS, al explicar la estrategia de su trabajo, entendida además como una forma de adaptación al previsible impacto de las transformaciones climáticas en la vida marina.
IPS: ¿Qué es y dónde está ubicado el Parque Nacional Los Caimanes?
ÁNGEL QUIRÓS: Se trata de un área marina de casi 300 kilómetros cuadrados de extensión, de los cuales solo 0,04 por ciento son tierras emergidas. Se encuentra en la porción centro-norte de Cuba. Por tanto, es una de las zonas más septentrionales del país en el mar.
IPS: ¿Cuál es su importancia ambiental y económica para el país?
AQ: Su gran atractivo es la biodiversidad que alberga y que se manifiesta en distintos aspectos. Este ecosistema guarda una zona de desove de cinco especies de pargos (de la familia Lutjanidae) y cuatro de meros (o chernas, de la familia Serranidae), algo extraordinario en el Caribe insular.
Detallando, en Los Caimanes hay pargo criollo (Lutjanus analis), cubera (Lutjanus cyanopterus), caballerote (Lutjanus griseus), biajaiba (Lutjanus synagris), cherna criolla (Epinephelus striatus), arigua (Micteroperca venenosa), aguají (Mycteroperca tigris), cabrilla (Epinephelus guttatus) y jocú (Lutjanus jocu).
IPS: Esas especies no son las únicas que resguarda el parque. ¿Solo en ellas concentran el trabajo de protección?
AQ: Existen otras muchas especies, cientos de ellas, pero estas son muy conocidas por ser altamente cotizadas en el mercado interno e internacional.
Son peces de arrecife de carnes blancas y magra, mucho más buscados que los grasos. Consecuentemente, hemos concentrado nuestra atención en los meros y los pargos, porque son carismáticos (muy conocidos y apreciados) y tienen un gran peso entre las especies comerciales.
Por esas razones constituyen especies sombrillas en la protección. Es decir que, cuando usted protege esas especies, con ello se protegen otras, «dan sombra» al resto. Es una forma de hablar en la jerga de la conservación.
IPS: ¿Qué relevancia tiene esta área marina para el Caribe?
AQ: Proteger estas especies es importante para toda la costa norte de Cuba, porque son dispersoras de larvas para esta zona, e incluso un poquito más allá. Es posible que muchos de los pargos y los meros de Bahamas y del (sudoriental) estado estadounidense de Florida hayan nacido en Los Caimanes. Entonces eso nos da una connotación internacional que amerita una mayor responsabilidad y un esfuerzo extra.
Ahora bien, sucede que, cuando los peces se agrupan para reproducirse siempre en el mismo lugar y en la misma fecha, se hacen muy vulnerables. Suele ser común pescarlos en esas zonas, una práctica que resulta insostenible. Hay que buscar alternativas.
IPS: ¿Qué desafíos implica el cambio climático para la estrategia de protección y conservación del Parque?
AQ: En el caso de los países insulares, es un reto enorme el aumento del nivel medio del mar. Es el riesgo más mencionado. Pero también es preocupante el incremento de las temperaturas oceánicas.
Cualquier especie vive dentro de un rango de temperatura. Es decir, tolera desde una mínima hasta una máxima.
La alteración de esos rangos significaría, en primer lugar, cambios en la composición de las especies. Por ejemplo, algunas podrían desaparecer de su hábitat normal y otras hacerse muy abundantes, con perjuicios graves para la estabilidad de las cadenas alimenticias. También los procesos reproductivos se asocian a determinados valores de las temperaturas.
Además, la temperatura oceánica también incide de manera indirecta sobre los animales marinos, al influir sobre otros factores del ambiente, como la salinidad o la concentración de gases disueltos en el agua.
IPS: Queda la impresión de que por ahora existe cierta incertidumbre respecto de cómo impactará el cambio climático en Los Caimanes.
AQ: Bueno, tenemos que saber qué va a pasar con el sitio de desove de Los Caimanes. ¿Permanecerá con todas sus especies? ¿Desaparecerán algunas o todas? ¿Se cambian por otras? ¿Qué valor comercial podrían tener las nuevas especies que irían a desovar allí? ¿Y cuánto se habrá perdido cuando desaparezcan las que hoy tenemos?
No se puede actuar sobre un ecosistema o sobre un fenómeno como el de la distribución de los peces, si no se sabe cómo funciona. Entonces, por ahora apostamos por el conocimiento, las alternativas sostenibles y la conservación. Un aspecto clave de la estrategia es trabajar con las comunidades que rodean el parque.
IPS: ¿En qué sentido, cómo esperan lograr la participación de la población?
AQ: En todos los parques nacionales existen formas de uso muy estrictas. Por ley, casi nada es permitido. En la medida en que los problemas de las comunidades aledañas estén resueltos, la presión social y económica será menor.
De modo que en Los Caimanes buscamos alternativas para evitar labores furtivas y depredadoras y favorecer la conservación. También es una estrategia de adaptación al cambio climático.
IPS: ¿De qué opciones estamos hablando?
AQ: Estimamos que más de 50.000 personas inciden de manera directa o indirecta en Los Caimanes. Comenzamos por hacer estudios sociológicos, ambientales y económicos en la zona para saber cuáles son las expectativas de estas comunidades costeras y cómo esperan cumplirlas. Tienen un gran sentido de pertenencia sobre su región.
En enero de 2013 podremos en marcha un proyecto de cría de esponjas con pescadores y trabajadores por cuenta propia de Punta Alegre, un poblado costero de casi 7.000 habitantes de la provincia de Ciego de Ávila y distante unos 420 kilómetros de La Habana. Comenzaremos con cuatro tripulaciones pesqueras, de dos hombres cada una.
IPS: ¿Cuál es la producción esperada?
AQ: Unas cinco toneladas anuales. No es poca cosa si pensamos que el precio internacional de esponjas, según su tipo, se mueve entre los 30.000 y 50.000 dólares por tonelada.
Ahora estamos en la etapa de capacitación, que incluye creación de conciencia ecológica, conocer y saber hacer, es decir apropiarse de esta opción alternativa para el uso de los recursos del Parque Los Caimanes.
El proyecto es apoyado por el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), del Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Si tiene el éxito esperado, tendría una segunda etapa con la instalación de nuevas granjas y la creación en tierra de condiciones para que mujeres del poblado se encarguen de procesar las esponjas y darles mayor valor agregado.
Centro de estudios y servicios ambientales de Villa Clara: http://www.cesam.villaclara.cu/