La Asociación Civil Amigos de la Gran Sabana y la red de Alerta Petrolera Orinoco Oilwatch, advierten que el proyecto de interconexión gasífera del sur es una estrategia «neoliberal y capitalista» que acabará con el Parque Nacional Gran Sabana y la Reserva Forestal Imataca.
Para los miembros del Comité Ejecutivo de la Asociación Civil Amigos de la Gran Sabana, Amigransa, es importante que la sociedad civil, universidades, poblaciones indígenas y la comunidad en general esté atenta a lo que puede suceder con la construcción del llamado Gran Gasoducto del Sur y exijan al gobierno un debate abierto y plural antes de comprometer la Gran Sabana y la Reserva Forestal Imataca.
María Eugenia Bustamante y Alicia García, miembros del Comité Ejecutivo de Amigransa, advirtieron que el proyecto del Gran Gasoducto del Sur que pretende atravesar toda la Gran Sabana con una tubería que llegará hasta Argentina y que impactará también la Amazonia brasileña, es un atentado contra uno de los patrimonios naturales más importantes que tenemos los venezolanos.
«El Parque Nacional Canaima es Patrimonio Natural de la Humanidad y tiene un plan de manejo y reglamento de uso para el sector oriental, que hicimos aproximadamente en el año 90 ó 91, que da los lineamientos de lo que se puede y lo que no se puede hacer dentro del parque, y por encima de ese reglamento están todas las demás leyes. Entonces desafectar cualquier tipo de área para tomar préstamos, abrir picas y afectar recursos va en contra del manejo del parque«, dijo Bustamante.
Ambas advierten que lo más dramático es que lo del gasoducto lo están dando como un hecho, sin que se haya dado en el país, y tampoco en Guayana, un proceso de consultas y debates públicos, así como tampoco existen estudios previos de impacto ambiental social y cultural, tal y como lo establece la Constitución.
Bustamante alerta que no se conoce un estudio de factibilidad, ni estudios de riesgo, «no hay estudios de nada y tú podrás imaginar un gasoducto que va desde la plataforma deltana y de allí bajaría, cruzaría el Orinoco, atravesaría todo Bolívar, pasaría por Imataca y Canaima… eso es una barbaridad, porque un gasoducto implica plantas de bombeo, carreteras de servicio. Y si ya con el tendido tenemos el problema que tenemos, es una barbaridad plantear un gasoducto en esa zona».
«Puedes solamente imaginar todo lo que significa la pérdida no sólo del valor en biodiversidad y en recursos genéticos, sino también estético desde el punto de vista paisajístico, porque cada 500 metros hay una vía de penetración para hacer el mantenimiento. Y es que nadie nos ha explicado de qué tamaño es el tubo, qué área va a ser, ¿y en caso de incendio? ¿y en caso de derrame? ¿en caso de una explosión?, porque Edelca está obligada a preservar la cuenca, porque todos esos son nacientes del Caroní, imagina entonces cómo se va a afectar el ecosistema y las comunidades indígenas», aseveró Bustamante.
Todos en alerta
Los miembros del Comité Ejecutivo de Amigransa aspiran que esta iniciativa gubernamental despierte a todos los sectores de la sociedad venezolana, para que defiendan el patrimonio natural y cultural que con este proyecto de interconexión gasífera está en riesgo.
Amigransa está tratando que universidades, académicos, movimientos sociales y los pueblos indígenas comprendan la situación de riesgo en que se van a poner con el paso de este gasoducto. «Queremos que el Ministerio del Ambiente e Inparques fijen una posición, que expliquen si van a dar permiso y que justifiquen cómo van a dar permisos para abrir más picas. Todavía nosotros no entendemos cómo un gasoducto tan complejo lo van a pasar por la Reserva Forestal Imataca y por la Gran Sabana».
Directo al abismo
En un comunicado de la Red Alerta Petrolera Oilwatch, titulado «El Plan Estratégico de la nueva Pdvsa: un nuevo salto al abismo» , se advierte que los proyectos que plantea llevar adelante el Gobierno nacional responden a un claro «plan de racionalismo liberal» que pretenden ejecutar una masiva extracción petrolera y gasífera en todo el territorio nacional, en tierra y mar, y también de construcción de nuevas refinerías e instalaciones petroquímicas, oleoductos y gasoductos a lo largo y ancho del país, con el sueño de convertir a Venezuela en «la primera potencia de petróleo y gas del mundo».
El comunicado alerta sobre las implicaciones ecológicas que tales proyectos podrían tener para Venezuela y el planeta, impacto que además está olímpicamente desdeñado por los formuladores del plan. Se exigía así mismo la paralización de este proyecto, hasta tanto no hubiese un debate y consulta nacional sobre sus serias implicaciones.
Acota el comunicado que lo que el Gobierno nacional conseguirá con la ejecución de estos proyectos de inversión será comprometer el futuro del país.
«De lo que no se habla suficientemente en la frenética carrera de consultas y preacuerdos que se ha lanzado para «amarrar la obra» (el gasoducto), atizada por toda clase de claras y menos claras pretensiones geopolíticas, es de los otros costos -además del monetario- que tendría la faraónica infraestructura para el futuro de la vida en el continente y el planeta, en vista de todo lo que la gigantesca tubería implicaría«, dice el documento.
Encendiendo las alarmas
Advierten que «el plan de atravesar el Amazonas ya debería encender las alarmas de la gente preocupada por el ambiente y ese vital pulmón de la vida en el planeta que es la selva tropical amazónica, hogar además de ancestrales e invalorables culturas aborígenes«.
El detalle está en que «tanto el gas natural como las tuberías que lo transportan comportan serios riesgos para el ambiente y los seres humanos… la pregunta obligada es: ¿En nombre de quién o a cuenta de qué, se inmola literalmente en venas abiertas a Venezuela por siglos, con todo el daño al ambiente y todo el compromiso de soberanía-integridad del país que ello entrañaría?».
El gas natural es riesgoso para el ambiente y la salud de los seres vivos; ya que por sí mismo es un peligroso contaminante químico. La exposición de los seres humanos a la inhalación del gas o los subproductos de su combustión puede ocasionar alergias, asmas y enfermedades respiratorias y dañar el sistema inmunológico. Además, su combustión es fuente de compuestos químicos volátiles como el benceno y el tolueno, capaces de producir cáncer; así como de dióxido de nitrógeno, causante de enfermedades respiratorias; y monóxido de carbono, que disminuye la oxigenación en las células, y puede ser causante de severos problemas cardiovasculares-circulatorios.
Lo que no se dice
«No se dice todo lo que la construcción de una gigantesca y larga tubería como la planteada, y su complementaria hilera de plantas de compresión, entrañaría para la integridad de todos los ecosistemas naturales y prístinos que atravesaría; al requerir de gran deforestación y remoción de tierra para hacer posible su paso, así como caminos nuevos en sitios antes vírgenes, a fin de asegurar el permanente mantenimiento y vigilancia que la obra demandaría«.
Añade que «las tuberías de hidrocarburos son proclives al desgaste y la corrosión (esta última particularmente relevante en el caso de los ambientes húmedos tropicales como el Guayanés-Amazónico). Todo lo cual convierte a las tuberías en propensas a las filtraciones contaminantes o rupturas con derrames. No se dice, aun más que son vulnerables al pillaje, saboteo y terrorismo con adversas consecuencias sobre el medio ambiente, incluyendo la posibilidad de ocasionar devastadores incendios en un bosque como el amazónico».
«Ninguna bonanza basada en el depredador modelo de los hidrocarburos, aun cuando pretenda pagar una deuda social, puede ser confiable, más aun cuando genera nuevas deudas sociales y ambientales. Por todo ello el superar la alienante hegemonía del modelo de los hidrocarburos y de quienes detenten su poder es una tarea vital para garantizar democracias, economías y sociedades sanas«.
Basado en todos los argumentos expuestos, la Red Alerta Petrolera Orinoco Oilwatch, exige al Gobierno nacional «que los acelerados planes del mega gasoducto que se pretende imponer al contiene suramericano se suspendan hasta que no haya un auténticamente democrático debate en la región acerca del hegemónico modelo de los hidrocarburos que se pretende imponer».
La red convoca además a una amplia y urgente movilización internacional de movimientos sociales, de organizaciones de la sociedad civil, de grupos indígenas, comunidades y pueblos, así como de organismos internacionales responsables, a fin de alertar sobre los graves riesgos del pretendido gigantesco Gasoducto Trans-Amazónico; en salvaguarda de la vida y el ambiente, y por ese otro mundo posible que la humanidad y el planeta reclaman».