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Introducción a la edición cubana del libro

América Latina y los Estados Unidos. Historia y política país por país

Fuentes: Rebelión

Hola, mis queridos amigos cubanos, conocidos y no conocidos, residentes del único territorio libre de las Américas, les saludo afectuosamente con esta introducción. Debido al bloqueo económico impuesto por mi país contra su existencia revolucionaria, no fue posible hasta ahora presentar a Uds. este libro, cuyas últimas ediciónes en inglés y español fueron publicados en […]

Hola, mis queridos amigos cubanos, conocidos y no conocidos, residentes del único territorio libre de las Américas, les saludo afectuosamente con esta introducción.

Debido al bloqueo económico impuesto por mi país contra su existencia revolucionaria, no fue posible hasta ahora presentar a Uds. este libro, cuyas últimas ediciónes en inglés y español fueron publicados en 1998 y 2001 respectivamente. Claro que durante toda mi larga vida (al punto de entrar su octavo decenio), me ha gustado muchísimo romper aquel bloqueo y combatir tal imperialismo. Por eso, ver una edición cubana de este libro es especialmente «sweet» (dulce) — como la juventud norteamericana diría.

Sobre todo, es un gran honor ser invitado a ofrecer la edición cubana al público cubano y presentarlo personalmente en la XIV Feria Internacional del Libro de La Habana en febrero de 2005. Por supuesto no recibo ni un centavito de esta edición, que es mi regalo humilde a Uds.

Permítanme explicarles que este libro fue escrito originalmente en inglés para el público norteamericano, especialmente los alumnos y profesores universitarios. Por eso se ofrecen aquí no solamente los hechos pocos conocidos en los Estados Unidos pero también distintas interpretaciones entre los cuales el lector pueda decidir por sí mismo que será su propia interpretación. Lógicamente, por muchos lectores los hechos presentados aquí en en estilo fácil de leer y comprender conducen a conclusiones anti-imperialistas — porque así son la realidad y la necesidad.

Un indice analítico sirve como una guía de los temas tratados. Fue preparado por la autora del indice de los Watergate Hearings que ganó el premio de «Best Academic Book of the Year» en su tiempo, Hedda Garza, mi segunda esposa, una revolucionaria norteamericana quien se murió en 1995.

Mientras el libro sigue teniendo una vida saludable como libro de texto en varias universidades y colegios norteamericanos, está experimentando un mayor éxito en su edición latinoamericana (Ciudad de México y Buenos Aires: siglo veintiuno editores, 2001). Esto sugiere que aún en «nuestra América» hay muchos lectores que todavía quieren una síntesis de la historia particular de los distintos países latinoamericanos, incluyendo Cuba, Venezuela, Haití y Puerto Rico, y del papel del imperialismo estadounidense en cada caso, especialmente en un sólo tomo como éste que se dedica principalmente a los eventos que siguieron al triunfo de la Revolución Cubana en 1959.

En realidad, toda la palabrería y los hechos principales de «la globalización neoliberal y la guerra contra el terrorismo» son una manifestación del imperialismo actual, como aún los líderes principales de los Estados Unidos lo confiesan. Por ejemplo, la más alta representante comerciante estadounidense pronunció una vez que «La globalización es los Estados Unidos.» Y sobre América Latina y Canadá el Secretario de Estado Colin Powell ha declarado que «Nuestro objetivo es garantizar para las empresas nacionales el control de un territorio que se extiende desde el Ártico hasta la Antártica y el libre acceso sin ninguna clase de obstáculo de nuestros productos, servicios, tecnologías y capitales por todo el hemisferio.» Powell es el mismo mentiroso que escribió la introducción al recién difundido informe de 440 páginas de la Comisión estadounidense sobre Cuba para contibuir a una «Cuba libre» (me supongo la Coca Cola y no el ron, ¿o no entendí bien?).

Es decir, el imperialismo es la globalización, y el ALCA (Área Libre de Comercio de las Américas) es la anexión de América Latina. El Plan Puebla Panamá, el Plan Colombia y la más reciente Iniciativa para la Integración Regional Sudamérica, presentados como planes de «integración económica y desarrollo sustentable», constituyen en realidad el ala militar del ALCA, una forma de recolonización de América Latina.

Reflejando y estimulando los intereses del capital monopólico, el gobierno norteamericano implementa una militarización del mundo que amenaza, bajo el pretexto de «la guerra contra el terrorismo», ataques preventivos militares a más que sesenta naciones. Esta militarización es para asegurar e incrementar el control de los recursos naturales, la expansión del gran capital industrial y financiero, y las mejores condiciones por las inversiones y comercio de los Estados Unidos. Por eso el Estado norteamericano ha establecido más de 700 bases militares en 132 países, incluyendo casi toda América Latina, en donde recientemente sufrió el rechazo por el pueblo puertorriqueño del uso de la isla Vieques como zona de «práctica» de bombardeos.

El rol del estado en todo esto es evidente. La idea de que el estado ha muerto debido a la globalización neoliberal y su privatización de sectores económicos estatales es una idea indemostrable, virtual y carente de contenido teórico o realista. Y el estado estadounidense es sin duda lo más poderoso militarmente que ha existido en toda la historia humana.

En muchos países andinos (y en Cuba en el caso de la fiebre dengue, entre otros) los Estados Unidos ha llevado a cabo un bioterrorismo contra campesinos cultivando coca y otros cultivos. Como una parte de «The National Security Strategy of the United States of America», presentada sobre el Internet en Septiembre de 2002, el Estado norteamericano prevé la posibilidad de dirigir armas biológicas o un virus tóxico a genotipos específicos, por ejemplo Árabes, Africano-Americanos, o cualquier grupo que quisiera atacar. No es por nada que el gobierno norteamericano les han negado el permiso de entrar al país a los inspectores internacionales investigando la posible existencia de armas química-biológicas, prohibidas por tratados internacionales desde los fines de la década de los setenta.

Es más. Un documento clasificado, divulgado a la prensa en octubre de 2002 y preparado por el «Defense Science Board» para el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, revela un plan del Pentágono para usar un nuevo «Proactive, Preemptive Operations Group (P2OG)» para llevar a cabo misiones violentas y secretas con la meta de «estimular reacciones» entre grupos terroristas para provocar ataques contra gente inocente, y así crear un pretexto para otra guerra o cualquier acto de «defensa de la seguridad nacional». Se habla en muchos lugares de un auto-atentado para justificar nuevas guerras, posiblemente contra Irán, Siria o Cuba. Además, el gobierno norteamericano ha declarado varias veces su intención de usar armas nucleares si fuera necesario.

El estado delincuente norteamericano es el único estado que ha sido condenado por el Tribunal Internacional en La Haya, Holanda, por haber cometido el terrorismo internacional (en Nicaragua, 1986), y que ha vetado una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU llamando a los gobiernos a observar las leyes internacionales. No es por nada que en 2003 la OEA echó los Estados Unidos de su Comisión de Derechos Humanos. Esto fue antes del descubrimiento de las torturas y crímenes de lesa humanidad en la prisión de Abú Ghraib en Bagdad.

Pero en las palabras de Rumsfeld, «la libertad significa ser libre para hacer la maldad.» Por eso hay más de diez mil prisioneros en cárceles secretas estadounidenses en varios países, según el New Zealand Herald (17 de mayo de 2004), y no se sabe cuantos cientos de asesinatos por la tortura. Desafortunadamente, en Cuba hay tortura – pero solamente en Guantánamo, territorio ilegalmente estadounidense.

Desde hace décadas han existido programas integrales del imperialismo de torturas, desapariciones y asesinatos, estilo «Operación Cóndor» descrito en este libro. Es una práctica que se ha documentado desde hace mucho tiempo en las cárceles norteamericanas también, contra presos políticos. Hay que sentirse por los ciudadanos estadounidenses que el presidente puede señalar como «combatiente enemigo», y por consiguiente retener en confinamiento solitario indefinidamente sin ningunos derechos. Muchos de los sospechosos terroristas detenidos en distintas partes del mundo son los nuevos desaparecidos del nuevo siglo. Bush mismo ha dicho al congreso nacional que tres mil de ellos, en sus palabras, «Digámoslo de este modo: ellos han dejado de ser un problema para los Estados Unidos.»

Es importante anotar que el imperialismo estadounidense tiene un carácter sumamente político. Las mayores corporaciones y bancos están muy integrados con el estado y los dos partidos políticos, y el estado busca una hegemonía política, inscripta en mecanismos institucionales políticas y económicas como la ONU y el FMI (Fondo Monetario Internacional), Banco Mundial y BID (Banco Interamericano de Desarrollo.) Por eso, y no solamente por agarrar el control del petróleo, las administraciones de Clinton y Bush prepararon la guerra contra Irak – para afirmar su hegemonía militar, económica y política sobre los rivales imperialistas de Europa y Japón. En las palabras de un documento oficial que circuló por Internet a mediados de septiembre 2002, «The National Security Strategy of the United States of America», la meta es, a través de «la guerra preventiva, global e infinita», establecer un «dominio espectral completo».

«United States Space Command Vision for 2020,» entregada a la prensa en junio de 2002, menciona planes de intervención en Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Perú, o sean, «Estados fracasados», cuya «viabilidad» dependería de la «ayuda» estadounidense. Esta es una doctrina que, se supone, se podría aplicar a cualquier país, como fue aplicada en Haití en el año 2004.

Hoy, la economía del planeta está basada en relativamente poca producción, debida a la crisis de sobreproducción. Hay cada vez más especulación financiera, tráfico de drogas y sexo, lavado de dinero, y venta de armas y guerras regionales. El oro y la plata que reinaron en el siglo XVI ahora se han trocado por los estupefacientes del narcotráfico y el lucro de las ventas de mujeres y niños quienes, a diferencia de los estupefacientes, se pueden vender más que una vez. Por eso muchos economistas estiman que las ganancias del tráfico en mujeres son mayores a las del tráfico en los estupefacientes. Aun peor son los casos — muchos todavía no conocidos – de esclavitud de las mujeres, y de violencia mortal contra ellas (p. Ej., caso de Ciudad Juárez, México).

Debido a tanto especulación financiera y expansión mundial y centralización de los bancos y compañías de seguros, se habla de una nueva burguesía dominante – la «burguesía rentista». Pero las burguesías industriales y mercantiles siguen como poderes fuertes y voces influyentes, practicando, con la ayuda de la burguesía rentista, la esclavización salarial. En un asunto, están unificadas todas las fracciones de las burguesías: la ideología del fundamentalismo del mercado de la globalización neoliberal.

¡Buenas noticias, mis amigos cubanos! A pesar de todo, el imperialismo esta débil y en crisis. El movimiento alter-mundialista ha avanzado bastante. Ya mucha gente se da cuenta que el emperador está desnudo bajo su vestido nuevo de globalización.

Al alba del nuevo siglo, el mundo entró en una recesión económica, con algunas economías nacionales «Argentinizándose.» Siguieron los fracasos imperialistas en las guerras de Afganistán, Irak y, en menos escala, Colombia, las Filipinas y Palestina. La Alianza Atlántica casi colapsó, y surgió un movimiento masivo y global en oposición a la guerra. Todos estos eventos se relacionaron con el estancamiento de la economía estadounidense, que deviene de la larga fase económica descendente desde 1973 a pesar de una recuperación tentativa de la tasa de ganancia en los años noventa.

Fuerte militarmente, el imperialismo estadounidense es débil económica y políticamente. Por eso también lleva a cabo sus guerras infinitas que cree, equivocadamente, poder ganar contra naciones débiles como Afganistán e Irak. El costo en vidas crea en los Estados Unidos un movimiento de familias militares contra la guerra. Los gastos económicos de la expansión militar daña a la economía norteamericana. Muchos generales norteamericanos se preocupan que sus fuerzas están demasiadas expandidas para resistir los contra-ataques de los pueblos.

Además, los Estados Unidos corre el riesgo de que los japoneses, chinos, árabes y otros inversionistas en bonos y mercados financieros estadounidenses huyan hacia otros países. Con los escándalos de Enron, AOL Time Warner, Andersen, Halliburton (vinculada al vicepresidente Dick Cheney) y otras empresas gigantescas, y un déficit monumental en cuenta corriente, la economía norteamericana se encuentra en condiciones de perder el dominio del dólar y el control sobre las otras economías del mundo. (Aun antes de la guerra en Irak, muchos países petroleros y de Europa comenzaron la presión actual para que la cotización y el comercio del petróleo se realicen en euros y no en dólares.)

No es sorprendente que la clase dominante estadounidense comienza a dividirse — dentro de ambos partidos políticos, las Fuerzas Armadas y la misma Casa Blanca. Estas divisiones no tienen que ver con la meta final de dominar al universo, sino con cuales estrategias y tácticas se deben seguir para lograr tal dominio. ¿Uni-lateralismo o multi-lateralismo? ¿Legalizar la tortura — o no? ¿Más mercenarios, ejércitos privados y contratistas particulares — o menos, o ningunos? ¿Honrar a las Convenciones de Ginebra, algunas de cuyas cláusulas el consejero legal de Bush describió en enero de 2002 como «obsoletas y curiosas» – o no honrarlas? ¿Continuar con el FMI, el Banco Mundial y la OMC – o modificarlos, o aun echarlos?

Tal vez el desafío mayor al imperialismo, junto con la resistencia del pueblo iraquí, es el surgimiento de los movimientos sociales latinoamericanos, cuya historia se describe en las páginas de este libro.

Setenta por ciento de la población latinoamericana trabaja en el sector económico «informal». En breve, el genocidio económico de la globalización neoliberal sigue en marcha.

Por eso hay un nuevo ascenso popular y una intensificación de la lucha de clases en toda América Latina. Los movimientos sociales protestan la privatización de la naturaleza, la modificación de la vida y el pillaje que significa la globalización neoliberal impuesta por el imperialismo, junto con el chantaje de las deudas externas ilegítimas. A la vez, hay fuertes contratendencias: desestabilización de gobiernos de centro-izquierda o populistas-nacionalistas, complots y movilizaciones contrarrevolucionarias, represiones salvajes y criminalización de los actos de protesta, aceleración de la violencia contra las mujeres, gays y transexuales, y las minorías étnicas y asociaciones progresistas, y amenazas graves contra la soberanía de naciones como Venezuela y Cuba.

El movimiento social mayor en América Latina es de Uds., mis amigos, el del pueblo cubano, que resiste el fortalecido asedio de Estados Unidos. En mayo de 2004, más de 10 por ciento de su población nacional llenó las calles de La Habana para denunciar los nuevos planes contrarrevolucionarios del gobierno estadounidense de imponer un «cambio de régimen» en la tierra martiana, la única liberada del imperio. El sistema social y político en Cuba constituye la alternativa más completa lograda hasta hoy por una nación al orden imperialista de explotación, depredación ecológica y despojo impuesto al mundo por el imperialismo y su globalización.

Cinco jóvenes cubanos están encarcelados en Estados Unidos bajo los cargos falsos de ser espías o asesinos, mientras los terroristas espiados por ellos en Miami gozan de plena libertad y hasta aparecen junto a Bush II y otros funcionarios públicos que los tratan como héroes. Los cinco cubanos entregaron información al FBI que permitió evitar 170 ataques terroristas. A la vez, es posible que haya inmensos depósitos de petróleo en la parte cubana del Golfo de México. Todo esto ha causado en el gobierno estadounidense incrementar la campaña de «cambio de régimen» contra el pueblo cubano, creando un peligro bastante grave para toda nuestra América.

No dudo que Uds., el pueblo cubano, triunfarán contra esta nueva ofensiva imperialista. Y Uds., mis amigos cubanos, tendrán el apoyo y la solidaridad de la gran mayoría de los ciudadanos del mundo, incluyendo su servidor, quien les saludo con las palabras inolvidables «¡Patria o muerte! ¡Hasta la victoria siempre! ¡Venceremos!» – o mejor dicho, desde mi punto de vista, «¡La vida humana vencerá!»