Nuestra sociedad sigue creyendo en el progreso permanente y en el crecimiento económico ilimitado. No parece que sean suficientes las muestras del desastre que tales ideas están teniendo cuando no se ajustan a los límites que hemos encontrado hace muchos años en nuestra vida. Por una parte, triunfan gobiernos que impulsan políticas ecocidas; por otra, […]
Nuestra sociedad sigue creyendo en el progreso permanente y en el crecimiento económico ilimitado. No parece que sean suficientes las muestras del desastre que tales ideas están teniendo cuando no se ajustan a los límites que hemos encontrado hace muchos años en nuestra vida. Por una parte, triunfan gobiernos que impulsan políticas ecocidas; por otra, nos enfrentamos a los efectos de todo un siglo de industrialismo descontrolado. De todos ellos, los efectos que no dejan rastro visible, como la contaminación nuclear o la intoxicación por partículas en suspensión en el aire, son los más difíciles de mostrar, más allá -claro- de los cuerpos humanos muertos o de la naturaleza devastada que son consecuencias de los mismos. Esa es, precisamente, una de las primeras y largas batallas que van a darse en torno a la producción industrial de amianto y que el capítulo 4 de este libro se encarga de relatar: la lucha por el reconocimiento de las enfermedades derivadas de la exposición al amianto. Casi todos esos efectos, además, dejan residuos que suponen una nueva amenaza, como podemos leer en las páginas del capítulo 11 en torno a los procesos de desamiantación y la gravedad de los mismos.
El amianto (conocido en España como uralita), el mineral usado para la construcción de tejados, tuberías de conducción de aguas, pozos, así como otros productos de uso cotidiano, por su capacidad de resistencia, fue prohibido en España en 2002, pero ahora tenemos que hacer frente a los escombros y desechos que deja cuando se destruye o acaba su ciclo de vida (Capítulos 1 y 2). Estos trabajos deben realizarse con protocolos de alta seguridad por su enorme grado de toxicidad. En los veinte años que van desde los primeros informes laborales (1930) a los científicos (1955), se conoce la relación causal que existe entre el amianto y la aparición de enfermedades mortales entre los trabajadores de esta industria y su alta capacidad contaminante en zonas cercanas a los lugares de producción. Y, sin embargo, el silencio sobre esta información hizo que las grandes empresas del amianto siguieran enriqueciéndose y que los gobiernos tardaran mucho tiempo en prohibirlo (capítulo 3). Con todo, continúala producción, la importación, la transformación y el consumo de amianto en muchos países del mundo. Hace años que la globalización también tiene que ver con el hecho de que necesitamos luchas mundiales, más allá de las fronteras «nacionales», porque determinados hechos afectan ya a todos los seres humanos.
Madrid, Los Libros de la Catarata, 2017, 156 páginas, 15€
El libro de Paco Puche es escalofriante. No sólo cuando trata de establecer la magnitud global de las víctimas mortales del amianto en todo el mundo (capítulo 6),calculadas en 5 millones, sino cuando intenta advertirnos de quienes serán víctimas en los próximos años, condenadas a morir por la ambición y la barbarie del «progreso». Resulta impresionante el capítulo que dedica su autor a la lucha que las propias personas afectadas, o sus familiares, o las asociaciones, han emprendido para denunciar su situación, sus condiciones, el desamparo y la vulneración de sus derechos sociales y laborales (capítulo 9).
Todo este horror sólo ha podido permanecer oculto gracias, en buena medida, a las estrategias judiciales interesadas en salvaguardar a los responsables (capítulo 8) y a las políticas de intromisión en el interior de las luchas contra el uso del amianto a través de fundaciones y ONG (capítulo 13) que han hecho las mismas empresas que dominaban el comercio del amianto; así como a la lenta y ralentizada labor de los gobiernos incapaces de defender a sus ciudadanos frente a la voracidad económica de los negocios de la industria.
El libro incluye información sobre la situación del amianto en España (capítulo 7), la responsabilidad evadida de la familia March o y el peligro aún latente puesto que la mayoría de edificios levantados en España entre 1965 y 1984 contienen amianto, bien en sus elementos de construcción o bien en sus instalaciones. Finalista del Premio Catarata de Ensayo 2016, Amianto, una epidemia oculta e impune nos obliga a decidirnos de una vez sobre qué progreso queremos y cómo resolvemos los fantasmas del presente.
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