Antonio Francisco Canales es profesor de Historia de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. Su investigación se ha centrado en la historia de España durante el siglo XX, con especial atención a la educación, el género y la ciencia. Es autor de libros como Las otras derechas (Marcial Pons: Madrid, 2006) y coaturor […]
Antonio Francisco Canales es profesor de Historia de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. Su investigación se ha centrado en la historia de España durante el siglo XX, con especial atención a la educación, el género y la ciencia. Es autor de libros como Las otras derechas (Marcial Pons: Madrid, 2006) y coaturor de La larga noche de la educación española (Biblioteca Nueva: Madrid, 2015) y Science Policies and Twentieth Century Dictatorschips (Routledge: Londres, 2015). Colaboró con Amparo Gómez Rodríguez en varios proyectos nacionales de investigación y codirigía con ella el Proyecto Nacional de I + D «La frontera entre ciencia y política y la ciencia en la frontera: la ciencia española, 1907-1975». Es miembro igualmente de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Historia de la Educación y Secretario de su revista Historia y Memoria de la Educación.
Compilador del ensayo de Amparo Gómez Rodríguez publicado por Los Libros de la Catarata, en este libro centramos nuestra conversación.
¿Nos podría dar breve esbozo de la obra de la doctora Amparo Gómez Rodríguez?
Amparo Gómez desarrolló su investigación en el campo de la Filosofía de la Ciencia. Básicamente desarrolló tres líneas. Una sobre filosofía de las ciencias sociales, en la que publicó un manual que quizás sea su obra más conocida; otra sobre la relación entre ciencia y política, en la que venía dirigiendo tres proyectos nacionales y que dio lugar a un libro en Routledge sobre la ciencia y las dictaduras española, argentina e italiana; y, finalmente, una tercera sobre ciencia y género.
¿Nos recuerda el título de su libro sobre la filosofía de las ciencias sociales?
Sí, claro, se trata de Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales, publicado por Alianza; un manual que tiene detrás un trabajo enorme de ordenación e interconexión de las cuestiones en juego en este campo.
¿Qué materiales se recogen en Escritos sobre ciencia y género?
El libro recoge varios artículos y capítulos publicados mayoritariamente en la década de los noventa en medios de difusión limitada. La pretensión ha sido poner al alcance del público el acceso fácil a un conjunto de materiales que resultan claves para el desarrollo de la investigación sobre ciencia y género en España. Nos pareció la mejor forma de reivindicar su memoria.
¿Ciencia refiere tan sólo a las ciencias sociales o engloba también las ciencias naturales?
Casi todos los estudios tratan las ciencias naturales, básicamente las ciencias de la salud. Los textos analizan las teorías biológicas clásicas sobre la inferioridad de la mujer y otras contemporáneas que vuelven a abordar el tema desde la endocrinología. Se incluyen también artículos que tratan la manera en que se ha abordado desde un punto de vista epistemológico la perspectiva de género en ciencia.
Para mejor aclaración de los lectores y lectoras, ¿cómo debemos entender el término «género» en el título de la obra.
Género refiere a una perspectiva de estudio centrada en lo que la ciencia ha dicho y sigue diciendo sobre las mujeres.
¿Qué papel ha tenido, en su opinión, la doctora Gómez en la introducción y consolidación de los estudios de género en España?
Amparo Gómez fue una de las pioneras en el desarrollo de los estudios de ciencia y género en España, aunque este papel haya quedado ocultado por la priorización de otras líneas de investigación en la última década. La doctora Gómez jugó un papel crucial participando en las actividades de un grupo mucho más reducido de lo que se cree de investigadoras que a principios de los noventa plantearon la introducción del enfoque de género en la universidad. Participó en las reuniones, seminarios, jornadas y congresos que tejieron a escala nacional la red que permitió el desarrollo de la perspectiva de género en los estudios sobre la ciencia. Igualmente contribuyó de manera determinante a la institucionalización de esta línea en su ámbito universitario. Así, fue fundadora y directora del Centro de Estudios de las Mujeres de la Universidad de La Laguna, que posteriormente se transformó en el actual instituto universitario, y también de la revista Clepsydra de estudios feministas. También en La Laguna fue la mentora de compañeras que en esos momentos se acercaban a las cuestiones de género.
¿Por qué eran tan importantes para la doctora Gómez estos estudios? ¿Por qué estimaba tan importante la introducción de la perspectiva de género en la academia española?
Amparo Gómez siempre mantuvo un fuerte compromiso feminista. Vitalmente desde que era una jovencita que no sabía trasladar al discurso su negativa a asumir el papel que su familia y su entorno le reservaban y políticamente más tarde en la universidad, en La Laguna, pero sobre todo en su paso por la Barcelona en ebullición de finales de los setenta. Pero entendía que la perspectiva no podía quedarse en el activismo social y político, sino que debía entrar en el núcleo donde se desarrolla el pensamiento y la ciencia.
¿Fue una tarea fácil? ¿Convenció fácilmente a sus colegas filosóficos?
No, no fue en absoluto una tarea fácil. Las resistencias fueron muchas. Hubo rechazos abiertos, pero predominaba mayoritariamente la incomprensión y sobre todo una mirada displicente cuyo recuerdo sería muy incómodo para muchos compañeros de tradición progresista hoy en día. Yo creo que lo más difícil fue la primera institucionalización. A finales de los noventa, una vez que los institutos de mujeres se multiplicaron en las universidades, la perspectiva de género pasó a convertirse en parte de la academia, con todo lo que eso significa para bien y para mal. Esta integración supuso una victoria merecida para las pioneras y abrió una vía de trabajo académico que está rindiendo excelentes resultados, pero no creo que quepa adornarse con relatos épicos en esta última década y media. Hace años que la perspectiva de género ya no es un desafío en la academia, afortunadamente añadiría yo.
¿Existe propiamente una epistemología feminista? ¿Cuáles serían sus características más esenciales?
No tengo formación filosófica para responder a esa pregunta. Lo único que puedo afirmar es que desde el feminismo se han planteado cuestiones epistemológicas trascendentales. Invito a lectores y lectoras a que conozcan las diferentes aproximaciones a la cuestión en un trabajo incluido en el libro en el que Amparo Gómez hace un trabajo magistral de exposición didáctica de las principales cuestiones en juego. Una de las razones de la publicación del libro era precisamente poner ese tipo de texto al alcance de los y las estudiantes en la actualidad.
Antes ha hecho referencia a ellos: ¿nos puede hablar brevemente del Centro de Estudios de la Mujer y de la revista Clepsydra? ¿Qué papel han jugado y sigue jugando?
El Centro de Estudios de la Mujer respondía al movimiento de creación de institutos universitarios que arrancó a principios de los noventa y que pretendía el reconocimiento académico de la perspectiva de género y fomentar su desarrollo. En el caso de La Laguna, el protagonismo correspondió a Amparo Gómez y a Ángela Sierra, quienes se movieron admirablemente entre los intersticios del poder universitario lagunero. El proyecto contó siempre con la simpatía de Marisa Tejedor, una de las pocas rectoras de la Universidad española en esos momentos, lo que no dejaba de suscitar amplias suspicacias entre las mujeres progresistas de La Laguna. Creo que es importante no caer en el presentismo anacrónico y recordar que para muchas mujeres el feminismo se subordinaba férreamente a alineamientos políticos generales y se rechazaban las alianzas políticamente trasversales entre mujeres. Nunca olvidaré la brillante intervención de Celia Amorós priorizando estas alianzas y tampoco la respuesta escandalizada de quiénes defendían planteamientos del tipo de que Margaret Tatcher era un hombre con bolso.
El proyecto de la revista Clepsydra creció en este mismo caldo de cultivo, aunque por razones económicas tardó más en ponerse en marcha. Tanto es así que ahora, al comprobar la fecha, me sorprende que no apareciera hasta fecha tan tardía 2002. La memoria es traicionera, pero, en todo caso, recuerdo perfectamente que Clepsydra era un proyecto común con otras compañeras como Fina Birulés o Eulalia Pérez Sedeño que pudo llegar a buen puerto en La Laguna gracias a la habilidad y el buen hacer de Amparo Gómez.
Hace usted referencia en su «Nota de compilador» a la impresionante manifestación feminista del 8 de marzo de 2018 en nuestro país. ¿Qué sintió, que pensó la doctora Gómez ante aquella movilización?
Esa manifestación impresionó profundamente a Amparo. Era alucinante ver algo así en una ciudad tan poco dada a las movilizaciones progresistas como Santa Cruz. Recuerdo que nos quedamos toda la manifestación en las escaleras de Capitanía porque la manifestación nunca acababa de salir de la plaza Weyler, aunque ahora sospecho que también se debía a que ya se encontraba mal. En todo caso, Amparo estaba feliz y radiante. Lo vivió como un sueño que no se acaba de creer.
Creo que usted colaboró en uno de los artículos recogidos en el volumen: «Sesgos en la ciencia y su transmisión: la educación científico-tecnológica». ¿Qué tal se trabajaba con la doctora Gómez?
Es una pregunta difícil porque tampoco he trabajado con nadie más. La doctora Gómez era una obsesa del trabajo. De hecho, se mató trabajando porque no quiso ir al hospital hasta acabar el informe intermedio del proyecto de investigación, y ese retraso resultó fatal. Quizás los principales roces al trabajar con ella venían de ese apasionamiento por el trabajo que a veces le impedía un planteamiento más pragmático, al menos desde mi punto de vista. Pero en todo caso, investigar era su vida. Tenía una mente brillante que desbordaba las posibilidades de su cuerpo.
¿Quiere añadir algo más?
Únicamente recordar al hilo de esto último el comentario de un filósofo extranjero retirado que la apreciaba mucho que se preguntaba por qué las mentes más brillantes están atrapadas en cuerpos débiles. Estaba en su mejor momento, a punto de dar un salto internacional cualitativo, y es muy injusto que no llegara a vivir esa fase de prestigio y reconocimiento.
Gracias, muchas gracias por su tiempo y sus palabras. ¿Le importa que dediquemos esta entrevista a la memoria de la doctora Amparo Gómez Rodríguez?
No en absoluto. Al contrario se lo agradezco mucho.
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