as inequidades de género se perpetúan en el ámbito familiar, según Gabriel Coderch.
Incluir y priorizar el enfoque de género en el estudio y el trabajo con las familias resulta vital para lograr un análisis integrador y sistémico, a la hora de acompañar y proponer soluciones a los problemas familiares en la isla caribeña.
Así lo consideró Gabriel Coderch Díaz, coordinador general del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR), en su artículo «Relaciones de género en la familia», publicado en el último número del boletín de esa organización de inspiración cristiana.
A su juicio, no se podrá obviar ni el enfoque de género ni «su articulación con multiplicidad de variables como: estructura y composición familiar, etapa del ciclo vital por la que se atraviesa, grado de desarrollo y urbanismo del territorio, ingresos, nivel de instrucción, color de la piel, generaciones y orientación sexual de sus miembros, entre otras».
Hogar
Las diferencias de género en las labores domésticas son notables. En Cuba, como en muchas otras naciones, las mujeres se encargan en mayor medida del cuidado de hijos y personas mayores, la elaboración de los alimentos de toda la familia y la higiene, entre otras, incluso, si realiza algún oficio o profesión fuera de casa.
Sin embargo, el tiempo que ellas dedican a todo ese cúmulo de actividades es minimizado. Según Coderch, «el hecho de que el trabajo en el hogar, el cuidado de hijos/as, ancianos/as, el de la parcela familiar y el de la producción de animales para uso doméstico o venta no se tenga en cuanta en las estadísticas» no visibiliza una buena parte de trabajo femenino.
«No quiere decir que no exista, al contrario, tanto en el medio hogareño como en el público representan jornadas que rebasan las 16 horas diarias», aclara el investigador.
No obstante, afirma, en las últimas décadas las reivindicaciones de las mujeres empezaron a variar los roles sexuales, no solamente en el trabajo asalariado, sino también en cuanto a la reproducción.
En Cuba, destaca, aun cuando las políticas desde lo formal dan oportunidades de empleo, carecen entre otros aspectos de una mirada de género en su implementación, toda vez que «la vida familiar está sometida a circunstancias generalmente muy particulares. Ellas son trabajadoras de doble y triple jornadas, guardianas del buen orden y funcionamiento de este espacio».
Debido a los patrones de género perpetuados por la cultura y naturalizados por la sociedad, «dentro de esas circunstancias encontramos mujeres víctimas de violencia física, psíquica y sexual, sin tener poder ante sus maridos, con baja autoestima y que viven su cotidianidad en cuanto a vivienda, alimentación y salud de forma desfavorable, sin soñar y mucho menos protestar».
Espacio público
Esta situación está latente en muchos espacios pese a que las medidas adoptadas como parte del proceso revolucionario en Cuba a partir de 1959 propiciaron la incorporación femenina al estudio y al trabajo y al elevado nivel de instrucción alcanzado por las cubanas, quienes superan a los hombres en campos como los estudios universitarios, la esfera educacional y nichos específicos de la labor investigativa.
Al respecto, Coderch insiste en que «aún en el siglo xxi existen mujeres que siguen viviendo estas realidades sin siquiera cuestionarlas, aceptando la desigualdad como algo natural, porque han sido educadas dentro de estos códigos sexistas, puesto que la construcción de la subjetividad está permeada de representaciones que se asumen y se imponen de generación en generación».
A su juicio, para poder comprender la familia desde una perspectiva de género es necesario analizar el contexto en el que se dan las relaciones de género de hombres y mujeres, así como la diversidad de posiciones que ellos ocupan.
Considera que «estudiar la familia es algo muy complejo ya que no siempre se encuentra una buena disposición entre sus miembros para proporcionar los datos que se requieren».
En los estudios debe tenerse en cuenta, además, que la estructura familiar está en correspondencia con el tipo de familia, es decir, si esta es biparental, monoparental, consensual, reensamblada o simultánea, heterosexual u homosexual, extensa o de convivencia múltiple, con red de apoyos formales e informales, indica Coderch.
OAR trabaja dentro y fuera el ámbito de las iglesias y desarrolla iniciativas de beneficio social encaminadas a erradicar la violencia de género e intrafamiliar, para lo cual colabora con la no gubernamental Federación de Mujeres Cubanas y la Comisión de Prevención y Atención a la Violencia. (2012)