En los comicios europeos 500.000 andaluzas votaron a formaciones de ultraderechas y 3,5 millones ni siquiera fueron a las urnas, un mapa que se lleva construyendo años, analizamos el por qué con activistas, partidos y expertas.
Menos de la mitad de las 6,5 millones de andaluzas llamadas a votar el pasado domingo lo hicieron y quienes lo hicieron votaron a la derecha y a la ultraderecha, que se llevaron más de la mitad de los votos. Un resultado que deja dos cifras preocupantes, además de la alta tasa de abstención, el medio millón de votos que las andaluzas han dado a VOX y Se Acabó la fiesta y los pésimos resultados de los partidos de centro e izquierda, la suma de PSOE, Sumar y Podemos (1.165.028 votos) apenas supera por decenas a las que han obtenido tan solo el PP (1.101.460 votos).
Este panorama se enmarca dentro de una derechización del Estado español y de Europa, como marcan los resultados europeos, que, sin embargo, lleva años más que asomando la patita en Andalucía desde que en 2019 se convirtió en la primera comunidad autónoma en la que VOX entró a formar parte de un gobierno de la mano de presidente del PP, Juanma Moreno Bonilla en su primera legislatura. En la actualidad, heredera de esos días, en varias localidades andaluzas el PP gobierna gracias a VOX y en lugares como Huelva tienen hasta un acuerdo programático colectivo. Distintos municipios andaluces llevan años siendo caladero de votos de la ultraderecha, como es el caso de Níjar, en el que VOX ha sido en estas europeas la segunda fuerza. Además, dos provincias andaluzas están a la cabeza en voto al nuevo partido ultraderechista Se Acabó La Fiesta, Málaga y Almería.
También Andalucía es la comunidad del Estado con mayor tasa de pobreza del Estado, un 30,5%, y en el que el paro es uno de los problemas endémicos del territorio. Además, según los datos de mayo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el 70% de las personas empleadas lo hacían en trabajos relativos al turismo. Un sector relacionado con el empleo estacional y en condiciones precarias.
La presencia de la ultraderecha, una “normalización ideológica”
“Hay mucha gente dispuesta a escuchar estos discursos”, explica Jean Baptiste Paul Harguindeguy, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Pablo Olavide. Harguindeguy cree que más allá de la representación que los partidos de derecha han obtenido en el entorno europeo, su discurso “ha determinado mucho la campaña, centrándose mucho en la migración, un discurso que está calando mucho estos años y que es transversal a todos los países”.
Una apuesta discursiva que, como ha analizado la profesora de la Universidad de Cádiz especializada en el análisis de discursos, Macarena Hernández Conde, se basa en “jugar a ser outsider, ser antisistema” una táctica que “deja de tener recorrido una vez accedes a las instituciones”. Hernández añade en ese sentido que “Vox ha perdido esa posición porque no la puede rentabilizar tanto un testigo que ha recogido en las europeas el partido de Alvise”.
A nivel andaluz, el profesor afirma que aunque la ultraderecha ya no se encuentre dentro del gobierno de la Junta,
se ha normalizado que “su presencia ideológica” y su influencia en las
políticas de Moreno Bonilla: “Es un socio con el que se cuenta, aunque
no se necesite para gobernar porque aún puede ser una moneda de cambio”.
El experto insiste en que “El PP ha comprado el marco de la
ultraderecha de la inmigración, a pesar de que la mayoría de personas
migrantes que llegan a Andalucía llegan en avión. Hernández cree que no
existe una especificidad andaluza” en el problema de la ultraderecha,
pero expone que en el territorio “los partidos de ultraderecha han
rentabilizado el descontento del campo”.
El profesor de la UPO divide al elector de la extrema derecha en dos “las clases medias blancas más bien masculinizadas que tienen inseguridad cultural, contra las mujeres, contra los inmigrantes y los homosexuales” y, por otra parte, “el voto obrero de gente que cree que compite con los inmigrantes, el racismo del penúltimo contra el último”. La experta Macarena Hernández añade “creo que el hecho de que la ultraderecha reciba la mayoría de sus votos de los hombres no es en absoluto casual, sino que conecta totalmente con el discurso de la machoesfera que está tan presente en las redes sociales”.
Harguindeguy cree que en las elecciones europeas además juega un papel importante la desconfianza en esta institución de la población agudizada por el traspaso de culpas de estamentos políticos como La Junta de Andalucía a la UE “Hay una dinámica que consiste en acusar siempre de lo malo a Europa, al escalón superior, es un chivo expiatorio bastante útil porque nunca contesta, porque no tiene la capacidad de contestar a todo”.
El escritor y profesor andalucista Antonio Manuel cree “hubo un tiempo en el que la gente creía que la autonomía y Andalucía era la esperanza”. Una idea que se encuentra en las horas bajas entre otras cuestiones por la utilización de los símbolos andaluces por parte del PP: “la derecha ha sido capaz de investirse de Andalucía y como le vas a decir a alguien a quien le ha privatizado los centros de salud y los colegios que Andalucía es la solución”.
El escritor cree que el territorio andaluz “es como mi madre, que le duelen los huesos todos los días y se ha acostumbrado al dolor y ya no tiene esperanza de que se le quite”. Cree que en ese contexto se cuelan los discursos de extrema derecha y cree que “Uno de los grandes problemas de la izquierda es que ha complicado demasiado su discurso y que además lo ha hecho con carácter sumatorio, mientras que la ultraderecha no se basa en la duda, sino en certezas simples”. Antonio Manuel cree que este contexto ha desembocado en que “Andalucía se ha desafectado de las de la clase política de izquierda”.
Desde los partidos de izquierda que se encuentran dentro del espacio político andaluz reflexionan acerca de este fenómeno. “La ultraderecha se está sabiendo adaptar mejor a los nuevos códigos que nosotros, nos están ganando la batalla cultural”, explica Carlos Esteban, del equipo de estrategia política de IU Andalucía. Esteban insiste en que uno de los problemas a solventar que detecta dentro de los partidos de izquierda es que “tenemos una organización construida para una sociedad de hace 20 años eh, donde había una sociedad civil mucho más fuerte y organizada y actualmente, pues tenemos una sociedad atomizada”.
Desde IU Andalucía reflexionan sobre la necesidad de adaptarse a esa nueva sociedad para combatir a la extrema derecha y enfrentar el discurso de “la ideología hegemónica que está metiendo a la gente en la cabeza que la solución a los problemas es individual cuando hay que convencer a la gente de que los problemas son sociales y que se tienen que solucionar colectivamente”.
En Adelante Andalucía, la responsable de feminismos Rosky Díaz cree que el problema no es tanto “que la derecha esté conectando, sino que la izquierda no esté sabiendo conectar” y que eso ha desembocado en una masiva abstención “la gente tiene la idea de que por qué va a ir a votar si no va a cambiar nada, si mi vida va a seguir siendo una mierda”. Díaz señala la necesidad de tomar responsabilidades por parte de las agrupaciones de izquierda “la clase política tiene que reflexionar sobre lo que supone ser un cargo público y demostrar que están al servicio de la gente y no la gente a su servicio”.
Horas bajas para el antifascismo
La llegada de la ultraderecha al parlamento andaluz en diciembre de 2018 provocó la activación del movimiento antifascista en el territorio. Tras la llegada de VOX al gobierno andaluz se convocaron decenas de manifestaciones por el territorio así como asambleas para intentar parar el avance de la ultraderecha.
Una de esas experiencias fueron la coordinadora antifascista de Sevilla, que estuvo activa hasta 2021. “Ahora la cosa está bastante floja”, sostiene un antiguo miembro de la coordinadora, que añade, “hay una apropiación de la calle por parte de la ultraderecha a la que la izquierda no está sabiendo responder”. En cuanto a por qué ese impulso de 2018 no se mantuvo en el tiempo el activista reflexiona que “ese caballo de batalla lo adoptaron partidos políticos que luego han demostrado que son blanditos”.
En Málaga es la provincia donde más apoyo ha recibido el partido de Alvise Pérez. Más allá del partido de ultraderecha, en la capital distintos activistas antifascistas denuncian agresiones continuas por parte del Frente Bokeron, grupo de aficionados fascistas del Málaga F.C.“La ciudad ya no es Málaga la roja, desde hace mucho tiempo”, comenta R. un activista antifascista.
Cada domingo que el Málaga juega en casa, los miembros del Frente Bokeron, que tiene vetada la entrada al estadio, realizan una serie de actos vándalos en el barrio de La Roca con símbolos fascistas. Un grupo que, como señalan las antifascistas malagueñas “tiene total impunidad y reivindica al asesino de Carlos Palomino o el caso de Pablo Podadera”. L., activista antifascista y participante en los movimientos sociales en la ciudad, insiste en que “en muchas ocasiones vamos a desahucios y esta panda de machirulos nos zarandea y amenaza”.
L. cree además que el aumento de votantes de ultraderecha en la ciudad se debe, entre otras cuestiones, a la dinámica de la misma “Por el turismo, el tipo de modelo de ciudad se ha perdido totalmente las relaciones barriales y vecinales, todo lo comunitario”.