Según un estudio elaborado en el Reino Unido por Fujitsu Siemens, dejar los ordenadores encendidos o en espera por las noches cuando los empleados abandonan la oficina, en lugar de apagarlos o activar el modo de hibernación, supone un coste anual para las empresas de 123 millones de libras (182 millones de euros). La investigación […]
Según un estudio elaborado en el Reino Unido por Fujitsu Siemens, dejar los ordenadores encendidos o en espera por las noches cuando los empleados abandonan la oficina, en lugar de apagarlos o activar el modo de hibernación, supone un coste anual para las empresas de 123 millones de libras (182 millones de euros).
La investigación descubrió que el 37% de los trabajadores nunca apaga el ordenador cuando abandona la oficina. En contra de lo que muchos creen, dejar el PC en espera (stand-by) no supone un ahorro energético, ya que en esta posición cualquier aparato eléctrico sigue consumiendo electricidad. Por ejemplo, un televisor en espera consume el 90% de la energía que uno encendido.
Pero además del económico, esta dejadez acarrea también un coste medioambiental. Los ordenadores activos por las noches lanzan a la atmósfera un millón de toneladas de dióxido de carbono al año (recordemos: sólo en el Reino Unido). Si se añade la cantidad de aparatos que quedan en la misma posición de espera, se podrá hacer una idea de la ingente cantidad de energía malgastada y devuelta a la atmósfera en forma de partículas contaminantes.
Según Fujitsu, además de las oficinas, también los hogares tienen su parte de culpa en el deterioro medioambiental, aunque en menor medida: los PCs domésticos que no se apagan causan pérdidas de 41 millones de libras al año (60 millones de euros), y generan 220.000 toneladas de dióxido de carbono.
Este estudio coincide con el inicio en el Reino Unido de una campaña destinada a concienciar a la población de la necesidad de ahorrar energía y evitar el calentamiento del planeta. Algunas acciones elementales con las que toda persona puede contribuir incluyen apagar PCs, televisores, reproductores de DVD, cargadores y demás artilugios eléctricos cuando no se utilicen, mejorar el aislamiento de la casa o rebajar un grado la temperatura del termostato. Una reducción del 20% en la energía que consume un hogar medio supone un ahorro de 360 euros anuales.