«En Cuba inclusive los más pobres tienen una vida digna; las mujeres reciben educación, la desocupación es baja y además, el país lleva adelante una exitosa lucha por el derecho de los niños y contra el consumo de dogras.» Así se manifiestan siete catedráticos y doctores suecos en una protesta común contra el bloqueo a […]
«En Cuba inclusive los más pobres tienen una vida digna; las mujeres reciben educación, la desocupación es baja y además, el país lleva adelante una exitosa lucha por el derecho de los niños y contra el consumo de dogras.» Así se manifiestan siete catedráticos y doctores suecos en una protesta común contra el bloqueo a Cuba. «Nosotros pensamos que la actitud de la Unión Europea y de Suecia de intensificar el bloqueo contra Cuba es indigna.»
Casi 200 millones de niños en el mundo viven en la calle, abandonados o en situación de marginación; ninguno de ellos vive en Cuba. Cuba sigue siendo el único país de América Latina en donde aún los más pobres viven bajo condiciones dignas, los niños sobreviven y van a la escuela en lugar de andar en la calle, las mujeres reciben educación y la desocupación está por debajo del 3%.
El país ha recibido reconocimiento internacional por el desarrollo de la agricultura ecológica, por dar prioridad a los derechos de los niños y los discapacitados, por la exitosa lucha contra el racismo, contra el consumo de drogas (Maradona estuvo allí para su rehabilitación), contra el SIDA y la homofobia. Y no menos por su apoyo a otros países del sur en el campo de la salud, la educación, etc.
A pesar de esto, la Unión Europea implantó en el último año sus propias sanciones contra Cuba, y en la reunión cumbre entre Latinoamérica y la UE que se llevó a cabo recientemente, la UE se opuso a las exigencias de los países latinoamericanos y caribeños de incluir en la resolución final una condena al bloqueo de Estados Unidos que ya lleva más de 45 años.
Todavía no existe motivo alguno para señalar a Cuba como uno de los países que viola los Derechos Humanos y aun menos merecer las medidas condenatorias de EE.UU. y la UE, mientras hay países ricos con sistema de gobierno autocrático como Arabia Saudita, en donde no existen medios de prensa, no hay libertad de expresión, que lleva adelante una política de apartheid y con un sistema de justicia de la Edad Media, que no son condenados.
Los balseros haitianos son rechazados en mar abierto por los guardacostas estadounidenses mientras que los que salen del país vecino, Cuba, son recogidos y llevados a la Florida en donde reciben automáticamente el permiso de residencia. ¿Es esto por razones humanitarias?
En Haití, el presidente elegido democráticamente fue obligado al exilio luego de una serie de asesinatos políticos y levantamientos, una anarquía que aún continúa; actualmente el país se ha visto sacudido por grandes inundaciones, la mortalidad infantil alcanza el 15% y los infectados por el SIDA alcanzan a 600.000 personas sobre 7 millones de habitantes, de los cuales muy pocos cuentan con los medios para adquirir las medicinas contra el virus.
Cuba ha vivido en paz desde el triunfo de la revolución en 1959; la mortalidad infantil es del 0,7% y los afectados por el SIDA son aproximadamente 4.000 personas sobre 11 millones de habitantes (comparando con Suecia: 5.000 sobre 9 millones) y todos los que necesitan medicinas para el virus, que además son producidas por Cuba, las reciben gratis.
En el mejor de los mundos todos los balseros deberían recibir un lugar de refugio, porque nadie se enfrenta a un peligro como ese sin un motivo fundado. Pero se mire por donde se mire, la situación en Haití es considerablemente peor que en Cuba.
Nosotros pensamos que la actitud de la Unión Europea y con ella Suecia de intensificar el bloqueo contra Cuba es indigna. Naturalmente es indefendible que Cuba tenga prisioneros políticos, pero nadie ha afirmado que éstos son más que los 600 que Estados Unidos mantiene enjaulados en la base de Guantánamo desde hace más de 2 años, sin pruebas, sin derechos, por tiempo indeterminado y sin protestas públicas por parte de la Unión Europea.
Ni Suecia ni la UE deberían intentar forzar un cambio de sistema en Cuba que pueda conducir a lo que sucedió en la antigua Unión Soviética en donde se le abrieron las puertas al capitalismo más feroz para saquear al país. En su lugar, Suecia y la Unión Europea deberían actuar para que lo bueno que se ha creado en Cuba pueda mantenerse y desarrollarse, como un ejemplo diferente de que es posible impulsar exitosamente sectores importantes en el campo humanitario a pesar de una economía bloqueada externa e internamente.
Si esto ocurriera, conjuntamente con un prudente movimiento hacia un sistema democrático más afianzado localmente, quizás Cuba podría ser un ejemplo también en este aspecto.
Con nuestra perspectiva de la salud y la medicina en los países pobres, existen hoy en la UE tareas considerablemente más urgentes y dignas que plegarse al bloqueo de los Estados Unidos contra la isla, que se acerca al medio siglo de existencia.
Peter Aaby. Catedrático, Salud Internacional de la Universidad de Copenhague.
Staffan Bergström. Catedrático, Salud Internacional del Instituto Karolinska de Estocolmo.
Anders Björkman. Catedrático, Enfermedades Infecciosas del Instituto Karolinska de Estocolmo.
Sven Britton. Catedrático, Enfermedades Infecciosas del Instituto Karolinska de Estocolmo.
Lars-Åke Hanson. Catedrático, Inmunología Clínica de la Universidad de Gotemburgo.
Olle Stendahl. Catedrático, Microbiología Medicinal de la Universidad de Linköping y presidente de la Sociedad Médica Sueca.
Stig Wall. Catedrático, Epidemiología y Ciencias de la Salud Pública de la Universidad de Umeå.
Traducido por Liberación