Este fenómeno, que suele durar entre nueve y doce meses, puede acentuar la inseguridad alimentaria en ciertas regiones afectadas, así como aumentar la carga de enfermedades infecciosas
Es oficial: estamos inmersos en El Niño. La comunidad científica ha acordado oficialmente este martes que se dan las condiciones naturales para declarar el fenómeno de El Niño, un calentamiento anómalo de las aguas del Pacífico que provocará un aumento de la frecuencia e intensidad de algunos extremos meteorológicos, como intensas lluvias en ciertas regiones del globo y sequías en otras.
Este fenómeno, que ocurre típicamente cada dos a siete años suele durar entre nueve y doce meses, puede acentuar la inseguridad alimentaria en ciertas regiones afectadas, así como aumentar la carga de enfermedades infecciosas, según alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Al alterar las condiciones climáticas, El Niño tendrá un impacto muy fuerte en ciertos factores de la salud. Nos preocupa en especial la inseguridad alimentaria y el aumento de la malnutrición moderada y aguda, especialmente entre los más vulnerables”, explica la doctora María Neira, directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud en la OMS, informa Efe.
Asimismo, señaló que puede producirse una aumento de enfermedades transmisibles por el agua, como el cólera, sea como consecuencia de la escasez de este elemento en ciertos entornos o por el daño que pueden sufrir las infraestructura de atención médica y de saneamiento en lugares donde haya inundaciones o ciclones.
El Niño llega siete años después de su última aparición y tras tres años de La Niña –el fenómeno inverso–. Se espera que el fenómeno provoque un aumento de las temperaturas y alteraciones meteorológicas este año.
“La confirmación por parte de la Organización Meteorológica Mundial de que estamos ya viviendo un fenómeno de El Niño y de que, muy probablemente, continuará durante la segunda mitad del año, nos alerta de que aportará, como ha ocurrido en el caso de los anteriores El Niño, un plus o añadido térmico de unas décimas de grado centígrado a la temperatura media global del aire en superficie del actual 2023 o, por inercia del sistema climático y la posible continuación del fenómeno, del 2024”, explica en el Science Media Center (SMC) Javier Martín-Vide, catedrático de Física de la Universidad de Barcelona.
“Como es sabido, unas décimas de grado centígrado más en la temperatura media global del aire suponen una variación en absoluto despreciable. Además, a este probable calentamiento extra se une, en la misma dirección, una fuerte anomalía térmica positiva existente desde hace semanas en las aguas del Atlántico norte y del Pacífico septentrional. Todo ello permite prever, con una probabilidad apreciable, que uno de los dos años indicados podría ser el más cálido de la historia instrumental”, augura.
La doctora Neira añade que en estas circunstancias también es posible que se observe un incremento de las enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria, el dengue y la fiebre amarilla. La OMS ha comentado que está reforzando las capacidades de respuesta de los países que se anticipa serán los más afectados particularmente en África, Latinoamérica y en el sudeste de Asia.
España no ha sido históricamente ajena a los efectos de este fenómeno. Como recuerda el profesor Marín-Vide, “El Niño más intenso del siglo XX, el del 1982-83, coincidió con las precipitaciones torrenciales en la cuenca del Júcar que derivaron en la pantanada de Tous, en octubre de 1982, y con las lluvias muy copiosas, con inundaciones y corrimientos de tierras, del Pirineo catalán en noviembre del mismo año”.