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Atmo, Erik Gandini y Guantánamo

Fuentes: Rebelión

Durante algún tiempo, coincidiendo con los preparativos de la invasión de Irak, circuló por internet un extraño vídeo musical en el que tanto Bush como Blair se dedicaban, el uno al otro, una dulce canción de amor a dúo. Las imágenes eran resultado del virtuosismo técnico de un editor (Johan Söderberg) que ha ido perfeccionando […]

Durante algún tiempo, coincidiendo con los preparativos de la invasión de Irak, circuló por internet un extraño vídeo musical en el que tanto Bush como Blair se dedicaban, el uno al otro, una dulce canción de amor a dúo. Las imágenes eran resultado del virtuosismo técnico de un editor (Johan Söderberg) que ha ido perfeccionando hasta límites insospechados una serie de malabarismos destinados a dar las palabras apropiadas a los rostros populares de la élite política y económica, acostumbrada a sufrir la dura frustración que significa el ser eternamente esclavo del eufemismo… y eso, en los casos más amables.
La pieza forma parte de una serie de video clips que se presentan bajo el título «Read my lips» («Lee mis labios») y su popularidad la convirtió en el referente iconográfico del trabajo de una productora independiente sueca llamada Atmo (se puede acceder a este material y mucho más en su página de internet: www.atmo.se). Bajo los principios de servicio público e independencia mediática, Atmo ha conseguido aunar a una serie de profesionales para crear obras con un sello único, alcanzando a una gran diversidad de expresiones audiovisuales, desde documentales a series de televisión o animaciones, así como clips para internet como los mencionados anteriormente.
Una de las figuras principales en Atmo es su miembro fundador Erik Gandini, director de obras que exponen un nuevo lenguaje documental destinado a traspasar todas las fronteras de lo que entendemos por cine documental, tanto en su forma como en su fondo. Erik Gandini es referencia indispensable del documental contemporáneo, terreno que ha sacudido con la producción de tan sólo cinco obras. Su método para abordar sus temas huye de los arquetipos prefijados y revela un interés por demostrar la relatividad del discurso único, incluso en los aspectos históricos establecidos en el «reino de la verdad». La forma que adoptan sus películas raramente asume el rol de la metodología tradicional que se le aplica al documental. Por el contrario, se sirve de cualquier fórmula audiovisual para desarrollar sus tesis y, para ello, nada mejor que contar con la edición de alguien de la categoría de Söderberg, capaz de ayudar a sus «actores» a hacer y decir lo que realmente tienen en sus mentes. El resultado de esta asociación se puede disfrutar en «Sacrificio: quién traicionó al Ché Guevara» (codirigida con Tarik Saleh) y «Surplus» (ganadora del Lobo de Plata en IDFA en 2003, uno de los galardones más valorados por los documentalistas), piezas claves de esta revolución del cine documental actual.
Gandini se ha vuelto a asociar con Saleh para su nueva película, «GITMO: The New Rules of War» («GITMO: Las Nuevas Reglas de la Guerra»), presentada en IDFA y en Lens Politica a finales de 2005. La película es el resultado de tres años de investigación sobre aquello que se esconde en la base de Guantánamo y las dramáticas consecuencias que acontecen cuando se superan todos los límites legales y se legitima cualquier forma de violencia indiscriminada, incluso por encima de las reglas acordadas internacionalmente. La película aborda el plano personal de este drama para, poco a poco, introducirse en los aspectos políticos más oscuros, ofreciendo un retrato aterrador de la situación a través de los silencios en las palabras y los vacios en las imágenes. Aquí reside el gran mérito de «GITMO», en ofrecer tanto al espectador sin apenas aportar luces sobre lo que se debate. Después de tres años de trabajo, los silencios que los generales americanos dan son más significativos que cualquiera retórica oficial; la ausencia de imágenes sobre el interior de Guantánamo, la imposibilidad de recoger nada más allá que aquello que ofrece el recorrido turístico, resulta más estremecedor que las pocas fotografías que han podido ver la luz en los medios. Y el recorrido conduce a Gandini y Saleh a la Europa del Este, a Washington… y, como no, a Abu Ghraib, prisión unida a Guantánamo por una figura clave en el ejercicio de las políticas criminales planificadas desde Washington: Geoffrey D. Miller. En este conflicto, las confesiones de la coronel Janis Karpinski (a cargo de Abu Ghraib hasta que se conoció el escándalo) en la película, resultan aún más impactantes cuando describen el perfil de su sustituto, Miller. Las posibilidades de haber utilizado a Karpinski como «cabeza de turco» en una operación para ensuciar su carrera y quitarle un obstáculo a la Casa Blanca, e introducir a un elemento de la línea más dura de Rumsfeld, como es Miller, para endurecer todo lo que conocemos, quedan en el aire, arrojando una sombra que atormenta al espectador más documentado en la materia.
La brillantez de Gandini y Saleh para obtener tantos elementos significativos de los protagonistas que se pasean por su obra, reside en lo que ellos mismos describen como el método de los «no-profesionales profesionales». O lo que viene a ser lo mismo: es más fácil obtener lo que se busca de cualquier entrevistado si siente que le está hablando a la cara de la ingenuidad, sin ese sello de la «profesionalidad» que tanto asusta cuando se está frente a una cámara. La otra gran lección, común denominador del trabajo de Atmo, reside en saber entender que se dice más en los silencios, en los movimientos y en las conductas, que en las palabras, así como en darles a esos el apropiado espacio en sus películas.