Ryszard Kapuscinski, quien reunía la condición de periodista e historiador, afirmaba en su libro «El Sha» que dentro de una gota hay un universo entero. Quizá esta aseveración se pueda trasladar a la historia local, siempre que el historiador haga un buen trabajo de contextualización y exposición de antecedentes, ya que en la intrahistoria de […]
Ryszard Kapuscinski, quien reunía la condición de periodista e historiador, afirmaba en su libro «El Sha» que dentro de una gota hay un universo entero. Quizá esta aseveración se pueda trasladar a la historia local, siempre que el historiador haga un buen trabajo de contextualización y exposición de antecedentes, ya que en la intrahistoria de un municipio está impreso (igual que el universo entero en una gota de agua) el periodo histórico en el que se inserta. Por eso «L’Algemesí de la República 1931-1936» (Ed. Grupvisual Algemesí), del historiador Josep Antoni Domingo i Borràs, es un texto que trasciende el periodo de la II República en un municipio de la comarca valenciana de la Ribera. Puede hacerse, por tanto, una lectura general, pero enriquecida con los matices y singularidades de la historia del municipio.
En la época analizada, Algemesí contaba con unos 16.500 habitantes. El 66% de la población activa (un 26,3% del total de la población) se dedicaba al sector primario de la economía. A la altura de 1930, la agricultura respondía a un modelo capitalista y de orientación exportadora (todas las tierras eran de regadío desde 1910), con el predominio de una pequeña propiedad que cultiva arroz, naranja y hortalizas. En cuanto al proceso de industrialización, empezó con el despuntar del siglo XX, al igual que en el resto del País Valenciano. Las primeras fábricas, intensivas en mano de obra, se dedicaban a la conserva de hortalizas, zumos y otras complementarias (embalados, timbrado de papel o serrería ligada a la exportación de cítricos). En el periodo republicano se localizaban en Algemesí siete molinos de arroz, en manos de propietarios de la burguesía local, que permitían obtener harinas, sémolas o salvado. A ello se agregaban las empresas, obradores y talleres de tipo familiar.
Pese a no ser voluminoso (162 páginas), el trabajo de Josep Antoni Domingo i Borràs destaca por completo y bien documentado, con abundancia de aparato estadístico y un adecuado contexto historiográfico. Se incluyen textos de la época, oportunas referencias a pie de página y, sobre todo, se deja entrever el rigor y la paciencia del avezado historiador, al que no vence la pereza a la hora de bucear en archivos y hemerotecas. «L’Algemesí de la República 1931-1936» es la primera parte de una trilogía que se completa con «Revolució i guerra. 1936-1939» (recientemente publicada) y «La repressió franquista 1939-1945».
Con el advenimiento de la II República se produce la eclosión de partidos políticos y asociaciones múltiples. Se respira la democracia. El 13 de abril, día siguiente de las elecciones, el diario «Ahora» reseña escuetamente los resultados: «Algemesí: 12 republicanos y 7 monárquicos». Cuenta la memoria popular que, llegadas las noticias de Madrid y Valencia, una multitud alegre se acercaba a la plaza mayor de Algemesí, entre los compases del Himno de Riego y vítores a la República. Se hizo el bando de proclamación y se colocó la «tricolor» en el balcón del consistorio. Los manifestantes dieron la vuelta por las calles del pueblo hasta volver a la plaza, donde se quemó un cuadro de Alfonso XIII.
En las elecciones locales del 31 de mayo de 1931 (convocadas en todos los municipios donde se aceptaron expedientes de impugnación) logró la victoria en Algemesí la Derecha Liberal Republicana (DLR), con el 34% de los sufragios, seguido del Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA), con el 27%. Cabe destacar que a estos comicios no se presentaron opciones de izquierda. El ayuntamiento quedaría, mediante determinados acuerdos y alianzas, en manos del PURA, hasta que en febrero de 1936, tras la victoria del Frente Popular, los ayuntamientos serían sustituidos por comisiones gestoras municipales frentepopulistas. En el nuevo consistorio, los ediles con una profesión u oficio terciario, sustituyen a los concejales del régimen anterior, mayoritariamente elitistas y procedentes del sector agrario.
El 28 de junio de 1931 se celebraron elecciones a las Cortes Constituyentes. La Alianza de Izquierdas, formada por el PURA, el Partido Republicano Liberal Demócrata (PRLD) y el PSOE resultó la más votada en Algemesí, al igual que en la provincia de Valencia. Los ciudadanos se dirigieron a las urnas entre comentarios y reacciones a los decretos «reformistas» del gobierno provisional de la República en materia de propiedad (ley de alquileres y desahucios, que abrían la puerta a la reforma agraria), y obrera (legislación de términos municipales, que daba preferencia a la contratación de obreros locales; la jornada de 8 horas y la Ley de los Jurados Mixtos), la reforma militar, la religiosa y la suspensión del ABC y El Debate, portavoces de la derecha. En Algemesí, un bando de la alcaldía hacía saber que el Catastro Parcelario de Rústica estaba ultimado, lo que los propietarios observaban como un elemento de fiscalización. Además, un acuerdo municipal prohibía las procesiones de culto (con excepción de las tradicionales).
Tras la dimisión del gobierno Azaña por los sucesos de Casas Viejas, el presidente de la República convoca elecciones legislativas el 19 de noviembre de 1933. En casi dos años se habían aprobado leyes de separación iglesia-estado, de órdenes religiosas, contratos de trabajo, divorcio, reforma agraria, Estatuto de Catalunya, orden público, sufragio electoral femenino. Medidas que la derecha de la época consideraba, según Josep Antoni Domingo, «laicas, disolventes de valores, igualitarias y desintegradotas» (el 16 de abril de 1932 las derechas católicas se manifestaron en la Plaza Mayor de Algemesí al grito de «¡Queremos cruces en las escuelas! y con la exhibición palmaria de crucifijos). En los comicios de noviembre de 1933 sólo participa en Algemesí el 50,5% de los censados, frente al 67,4% de media estatal. En este municipio valenciano vence el bloque de la derecha -encabezado por la Derecha Regional Valenciana (DRV), vinculada a la CEDA, con el 48,5% de los sufragios.
El bienio «negro» o de «rectificación» (1933-1936) tiene como protagonistas a Lerroux y Gil Robles quien, como señala Paul Preston, formulaba afirmaciones como estas: «Debemos dar a España una verdadera unidad, un nuevo espíritu, una política totalitaria»; o «es necesario, en el momento presente, derrotar al socialismo implacablemente». Josep Antoni Domingo recuerda que en Algemesí las heladas de diciembre de 1933 y enero de 1935 se superponen a las consecuencias que la crisis de 1929 tiene sobre el comercio citrícola. En septiembre de 1934 la tasa de paro en el municipio alcanzaba casi el 36%, pero en marzo de 1935 llegaba hasta 71,8% (la cota más elevada) y en febrero de 1936, el 37,9%. La izquierda obrera y política -más aglutinada con la inauguración en 1935 de la Casa del Pueblo- presionaba con la huelga general.
En medio de tramas de militares y falangistas, el 7 de enero de 1936 se convocan elecciones legislativas. Tres mil personas participaron en un mitin el 11 de febrero organizado por la Agrupación Socialista y el Partido Comunista en la Casa del Pueblo de Algemesí. La Derecha Regional Valenciana (DRV), vinculada a la CEDA, congregó a mil personas el 28 de enero en el Teatro Español. Los resultados en el municipio valenciano fueron muy favorables a la derecha, con el 56,7% de los sufragios. «El autoritarismo, tradicionalista y populista, de la CEDA fue el cobijo más convincente y conveniente para la clases medias y pequeñas de propietarios rurales, atemorizadas por los dicterios revolucionarios de las izquierdas», explica Josep Antoni Domingo i Borràs. Además, «el caso de Algemesí podría ser considerado el paradigma conservador de muchos pueblos de la comarca de la Ribera del País Valenciano, donde las clases de medianos propietarios agrícolas habían conseguido un predominio absoluto».
Unos pocos días después de las elecciones de febrero de 1936, en las que el Frente Popular venció en el conjunto del estado, se constituye una Comisión Gestora Municipal designada por el Gobernador Civil, formada por 19 personas de las organizaciones que integraban el Frente Popular. La alcaldía de Algemesí quedaría en manos de Izquierda Republicana (IR), mientras que la responsabilidad de teniente de alcalde se repartía entre Izquierda Republicana, el PSOE y el PCE. Los grupos socialista, comunista y los sindicatos tenían claro que IR era la «fuerza burguesa» del Frente Popular, la menos obrerista y revolucionaria, «por lo que consideraban que convenía presionarla», señala el historiador. Por su parte, la formación republicana buscaba apoyos concretos en la derecha con el fin de neutralizar la pujanza de la izquierda.
En el capítulo quinto de «L’Algemesí de la República 1931-1936», titulado «El movimiento obrero», el autor destaca como elemento notable de recuperación la celebración del primero de mayo de 1932. También analiza con detenimiento las Bases y Jornales del Trabajo Agrícola, de sustantiva importancia pues fijan las bases de la negociación colectiva. El historiador de Algemesí descubre las claves: «mientras la patronal y los propietarios se comportaban con firmeza, a la parte obrera -muy diferenciada en sindicatos de clase y sindicatos católicos, siempre antagónicos- le faltaba la necesaria unidad». A ello cabe añadir los diferentes vínculos de dependencia y caciquismo.
En resumen, «la trayectoria del movimiento obrero local tuvo un marcado carácter pacífico -se podría decir que dialogante y paciente- reivindicativo y sindicalista, donde las derivas políticas fueron pocas y aisladas». «En el inicio de los conflictos siempre solían estar las denuncias obreras de incumplimientos patronales», añade el historiador, quien remata el libro con un capítulo sobre los presupuestos del Ayuntamiento de Algemesí en el periodo republicano: expansivos respecto a las cuentas de la monarquía con varias prioridades: mitigar la deuda, las obras públicas, las infraestructuras de saneamiento y la protección social. Después llegaron la guerra civil y la dictadura franquista.
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