Fruto de la indignación ante un sistema capitalista que está agotado, corrupto, roto. Un poder ejecutivo que está controlado por la banca y los grandes poderes económicos. Un poder legislativo, formado por élites políticas que no nos representan. Un poder judicial igualmente corrupto, movido por intereses políticos y personales. Unos derechos sociales desballestados totalmente, los […]
Fruto de la indignación ante un sistema capitalista que está agotado, corrupto, roto.
Un poder ejecutivo que está controlado por la banca y los grandes poderes económicos.
Un poder legislativo, formado por élites políticas que no nos representan.
Un poder judicial igualmente corrupto, movido por intereses políticos y personales.
Unos derechos sociales desballestados totalmente, los derechos civiles vulnerados repetidamente por los propios dirigentes políticos.
Una crisis ecológica y energética cada vez más grave y devastadora
Ante todo esto y sobre todo en los últimos 3 años en los que oficialmente hemos estado en crisis, se ha ido cocinando a fuego lento la indignación popular, hasta ahora en momentos de agregación puntuales e inestables, en pequeños colectivos, en redes de amigos, en personas individuales que se sentían solas …
¡Pero llega el 15-M, se genera una llama, se aviva y se extiende por todas partes!
Este es un movimiento que no tiene representantes ni demandas concretas, es un movimiento diverso que es muy difícil encasillar en un manifiesto de mínimos.
Es un movimiento rico que tiene mil y una ideas, infinitas propuestas.
Un movimiento ambicioso que no se conforma con poco, lo quiere todo!
Ahora somos miles de personas diariamente a Plaza Catalunya, y decenas y decenas de miles en infinidad de plazas de pueblos y ciudades de aquí en Catalunya, de España y del mundo.
Llevamos dos semanas y nos estamos organizando, y eso es lo más importante.
Si el viernes nos intentaron sacar de la plaza, si se llevaron todo el material con que nos organizaban, si el viernes intentaron reventar el trabajo de 11 días y noches, es porque conocen el potencial que tenemos y les damos miedo.
Ha habido más participación estas dos semanas en las calles que en 4 años de un periodo electoral! Ellos lo saben, saben que tenemos más legitimidad social y eso les descoloca.
Uno de los lemas más unitarios de estos días, es el «No nos representan» Son 3 palabras que protagonizan la factura profunda entre la antigua forma de hacer política y la nueva que está llegando estos días a su mayoría de edad.
Este «no nos representan» significa que no podemos ser sólo un movimiento de denuncia porque sabemos que los políticos no tienen ni capacidad ni voluntad para liderar el cambio radical que la sociedad necesita, y así nos lo han demostrado. Es importante que nos sigamos movilizando e impidiendo que los de arriba ejecuten las nuevas acciones contra la gente que han planificado como los recortes sociales en la salud y la educación.
También es oportuno que señalamos las grandes carencias del sistema «democrático» actual. Todo esto nos ayuda a aglutinar esfuerzos, a sumar gente a ganar más y más legitimidad social.
Pero para poder transformar realmente, para no acabar agotándonos ante el muro de la inmobilidad política, es muy importante que seamos también un movimiento que extienda una nueva soberanía política, que llegue incluso, porque no, a iniciar un proceso constituyente. Para avanzar en este proceso necesitaremos una gran firmeza organizativa, una gran capacidad para dinamizar la participación de toda aquella parte de la población que se está sintiendo afín al marco de actuación que llevamos, y a nuestra manera de hacer. No es nada fácil, pero si no aprovechamos esta oportunidad, cuando lo haremos?
Es necesario que convirtamos esta autoorganización en acciones concretas, acciones que empoderen, acciones que enseñen que en esta nueva manera de hacer política, es el pueblo quien debe determinar de manera participativa y mediante todo el consenso que sea posible, cuáles son las decisiones que se toman y cómo se aplican.
El espacio de acumulación de fuerzas, las plazas deben ser también el punto de conexión con la movilización, el referente simbólico y motivacional, el punto de información para todas las generaciones, y sobre todo el espacio de práctica completa del modelo organizativo, donde aprendemos las maneras de funcionar que nos ayudarán a crecer.
Por ello, debemos mantener la presencia permanente en las plazas, al menos hasta que nuestra capacidad organizativa esté consolidada. Esta estrategia es fundamental.
Y también de forma prioritaria, necesitamos ejemplos concretos de cómo podemos decidir y aplicar estas decisiones, ejemplos de éxito que extiendan nuestra manera de hacer a toda la sociedad.
Ejemplos de cómo practicar una democracia real en todos los ámbitos que nos afectan, dejando de aceptar representantes y aplicación directa de nuestros propios posicionamientos y decisiones.
Estos son algunos ejemplos que podríamos llevar a la práctica:
* Si creemos que las hipotecas son injustas, y que a nadie se le tiene que poner en la calle por no poder pagar, podemos declarar el fin de los desahucios de viviendas y una moratoria en el pago de hipotecas. A partir de aquí deberíamos asegurar que se cumplan estas decisiones. Para ello podríamos avisar a aquellos bancos que desobedezcan la declaración popular, que haremos un llamamiento a todos a sacar sus ahorros de ese Banco.
* Si pensamos que los gobiernos vulneran nuestros derechos, podemos hacer cumplir los derechos sociales básicos. Por ejemplo en el caso de la premisa vivienda digna para todos podemos cumplirlo realizando un llamamiento a los propietarios que cedan pisos y casas; aplicando una autorreducción los alquileres (en la línea del punto anterior), y dedicando una carpa en las plazas liberadas a poner en contacto a personas que ofrecen y piden ofertas realmente justas de vivienda.
* Si no estamos de acuerdo en cómo se gestionan los impuestos de la ciudadanía, podemos hacer un boicot al pago de impuestos del antiguo estado y gestionar colectivamente los presupuestos de manera participativa desde las asambleas populares.
*Si vemos injustos los beneficios que obtienen las grandes empresas, podemos responder a cualquier despido en una empresa que tenga beneficios, con una ocupación indefinida de su sede, hasta que haya una readmisión.
En conclusión, si partimos de la premisa de que los políticos no nos representan, hemos de aprender a decidir nosotros mismos como pueblo autoorganitzado, sobre todo aquello que nos afecta. Es decir, debemos asumir las competencias del poder legislativo y del poder ejecutivo sobre nuestras vidas, sobre nuestro presente y sobre nuestro futuro.
Como personas individuales, como seres libres, tenemos en el consumo comprometido y en la desobediencia civil en todas las facetas de nuestra vida, dos herramientas fundamentales de acción política; como pueblo organizado de forma masiva tenemos la responsabilidad de hacer que el mundo en el que vivimos y en que actuamos, llegue a ser como nosotros queramos que sea, y el elemento clave de todo esto es construir una verdadera democracia directa y deliberativa, con un sistema de toma de decisiones a la altura de nuestros valores.
Nadie nos representa, nadie lo hará por nosotros. Tenemos el derecho a decidir. Y ahora que sabemos que somos muchísimos y que nos sabemos organizar, tenemos la responsabilidad de hacerlo.
Convirtamos la indignación en autoorganización política para asegurar el éxito de esta gran revuelta social.