Cientos de personas se organizan desde la solidaridad y creando conciencia. Los bancos de alimentos surgidos de las asambleas del 15M se multiplican. Un ejemplo de esta iniciativa es el Banco de Alimentos 15M de Tetúan, en Madrid, en el participan activamente más de 30 personas. «Esto es solidaridad, no caridad. La diferencia de estos […]
Cientos de personas se organizan desde la solidaridad y creando conciencia. Los bancos de alimentos surgidos de las asambleas del 15M se multiplican. Un ejemplo de esta iniciativa es el Banco de Alimentos 15M de Tetúan, en Madrid, en el participan activamente más de 30 personas.
«Esto es solidaridad, no caridad. La diferencia de estos bancos de alimentos es que la gente se implica, trabaja en la recogida de alimentos, se relaciona con las demás personas y se sienten orgullosas de lo que hacen, van con la cabeza bien alta porque ellas hacen posible el banco de alimentos», explica Hugo Atman, uno de los activistas del Banco de Alimentos 15M Tetuán, al inicio de una de las reuniones de este grupo, integrado por una media de 30 personas de distintas procedencias.
Los bancos de alimentos autogestionados se han extendido por todo el Estado español en los últimos dos años. A diferencia de los bancos de alimentos ‘oficiales’, que mueven cientos de toneladas de alimentos cedidos por empresas y multinacionales que buscan, entre otras cosas, desgravaciones fiscales y quitarse de encima excedentes, los bancos de alimentos autogestionados se asientan en el principio de justicia social, inciden sus organizadores. Implican a los ciudadanos que necesitan ayuda y tratan de visibilizar la situación de pobreza que está, creando la privatización de los servicios públicos, los despidos y la falta de alternativas del Gobierno. Existen bancos de alimentos autogestionados en numerosos distritos de las grandes ciudades y pueblos. Han surgido a partir de las asambleas del 15M.
Alternativas y apoyo mutuo
La asamblea del Banco de Alimentos 15M Tetuán, en Madrid, que se creó hace cuatro meses, se reune en la sede de la histórica asociación de vecinos del barrio de Tetuán (con más de 30 años de andadura), donde les han cedido una sala. Asisten 28 personas y, en la medida de sus posibilidades, se implican en la recogida de alimentos. La mayoría son mujeres, muchas madres, pero también hay hombres, algunos en paro. En el ambiente está el germen de algo nuevo. «Nosotros no tenemos nada que ver con la Iglesia. Queremos visibilizar el problema, concienciar e invitar a la gente a actuar», aclara Marta a este periódico.
En el orden del día, el calendario de acciones en la puerta de los supermercados de la zona, la organización de las mismas y el repaso de las recogidas de alimentos anteriores, entre otros puntos. En la última, en dos horas, se recaudaron 200 kilos de comida. En otra -se repasa en la asamblea- el encargado del Mercadona de La Ventilla llamó a la Policía, aunque los activistas estaban en la vía pública. Al calor del debate sobre si comunicar o no a los supermercados la petición de alimentos en la puerta de sus establecimientos, se expresan varias opiniones. Una de ellas, que «estamos en la calle y reclamamos a la gente su solidaridad, no tenemos que pedir permiso a nadie», como apunta contundente una de las activistas.
El Banco de Alimentos 15M Tetuán atiende a una media de 22 familias que reciben comida no perecedera el segundo y cuarto martes de cada mes. «Hemos conseguido muchos alimentos. El almacén está lleno, pero cada vez más gente reclama ayuda. Una asociación hispano-dominicana de esta zona [Bravo Murillo] se ha puesto en contacto con nosotros porque tienen varias familias con muchas necesidades«, dice Atman. También relata que un funcionario de Hacienda, de la delegación de la calle Cuzco, participa de forma activa creando una red de peticiones entre sus compañeros: «Todos los días nos hace llegar alimentos de primera necesidad».
Pero los bancos de alimentos autogestionados no son del gusto del Ayuntamiento de Madrid. El pasado 17 de septiembre acudieron a la asamblea cuatro personas nuevas durante el reparto de material escolar. Aunque al principio no se identificaron, todos se dieron cuenta de que eran policías municipales de paisano. Finalmente éstos admitieron que los enviaba la Junta Municipal, tomaron fotos y, antes de irse, amenazaron con precintar el almacén de alimentos. Se mostraron molestos porque estas actividades las realizara el 15M, según un comunicado del banco de alimentos.
Sin casa y sin trabajo
Toñi y Magid también estuvieron presentes en la última asamblea. Se han implicado desde hace tiempo de forma muy activa. La necesidad y la concienciación les han llevado a actuar. La pareja tiene tres hijos, una niña de 15 años, otra de nueve y un niño de cuatro años. «Nos desahuciaron en 2010 de una casa del Instituto de Vivienda de Madrid (IVIMA). Ahora vivimos en casa de mi madre. Ocho personas en 68 metros. Ni mi marido ni yo tenemos trabajo. Subsistimos con 427 euros», cuenta, y reconoce que el banco de alimentos del 15M les ayuda, «pero nosotros necesitamos un trabajo y una vivienda», dice Toñi.
Tres días después de esa asamblea, se plantaron en la puerta del Mercadona de la calle Sinesio Delgado junto a otros voluntarios, tal y como se acordó en la reunión. Allí también acude Saray, de 35 años, quien se sitúa en la calle con el carro de un supermercado del que sobresalen varias pancartas con la lista de alimentos no perecederos (azúcar, garbanzos, arroz, lentejas, etc.) más necesarios. Saray es madre de cuatro niños, dos gemelas de cuatro años, un niño de 14 y una niña de 12. «No tenemos trabajo y esta iniciativa nos ayuda a hacer frente a los problemas». Por su parte, Marta, de 52, combina su militancia entre el banco de alimentos y el movimiento Stop Desahucios. El banco quiere quitarle su casa: «Contra Banesto antes, ahora contra el grupo Santander, estamos luchando por la dación en pago». Hoy no está frente al súper porque ha viajado hasta Toledo para presentar el tercer escrito para solicitar la dación en pago.
Sí acude Julio, un hombre de cincuenta y tantos que confiesa que estaba también bajo la amenaza de un desahucio. Ha perdido su trabajo y no puede pagar la vivienda: «He negociado con el banco la devolución del piso, no tengo otra alternativa». A la puerta del supermercado acude también este medio y comprueba cómo muchas personas se vuelcan.
Un carro que se llena
El carro vacío del Banco de Alimentos 15M Tetuán se va llenando. «Soy maestra de primaria y compruebo cómo los niños llegan al colegio sin comer bien. Cada vez se ve más que la pobreza afecta a las familias, no sólo a inmigrantes también a españoles», declara Sandra López, tras depositar un kilo de arroz en el carrito. Ana, de 74, ha donado varios kilos de comida también. «Normalmente lo llevo a la parroquia, pero esta iniciativa también me parece bien».
Denís, de 52 años, no ha venido hoy a la puerta del súper, está buscando trabajo. Llegó desde República Dominicana a España hace 22 años y hasta hace poco no le faltaba trabajo. La empresa, una cadena de restaurantes, la ha puesto en la calle, tras nueve años de empleada, con una suspensión de contrato. Cuando acudió al paro se enteró de que no puede cobrar nada. «El banco de alimentos me da esperanzas. Tengo dos hijos que mantener y no cobro nada. Estoy buscando trabajo, pero no encuentro y mi empresa me promete que en unos meses me contratará de nuevo. Pero ya no tengo dinero. O me muero o sobrevivo».